viernes, 9 de diciembre de 2011

Charles Bradley- No Time for Dreaming (2011)


 Mi intención era saltarme a la torera la jornada de reflexión y publicar esta entrada el sábado 19 de noviembre del presente 2011, lamentablemente, un fuerte catarro infantil y una mudanza en ciernes me lo impidieron. Pensaba redactar un post incendiario, sin mayores pretensiones que exorcizar mi rabia ante la situación que nos atenaza. Cosas que pasan, todo se quedó en el tintero y en menos de 24 horas, lo que le cuesta a la gente depositar su voto en las urnas, sentí que toda la fuerza de este post se había evaporado. Un abrumador número de ciudadanos, una mayoría inapelable, ha dado su confianza a un partido político concreto que prometió en su día tener la receta para salir de la crisis (receta que a día de hoy siguen guardando en secreto, como la fórmula de la Coca-Cola) y que tras obtener la victoria electoral, asustado ante semejante éxito, no tardó en advertir a sus votantes que no esperasen milagros. Pienso que este país, y por extensión el mundo en el que vivimos, está dejando pasar una oportunidad irrepetible para cambiar las reglas del juego democrático. No soy de los que hacen una lectura funesta y pesimista de la crisis, sino más bien de los que creen firmemente que cuando un sistema hace aguas se abre un horizonte de esperanza para enmendar los errores que provocaron su hundimiento. Todo ello pasa por una serie de exigencias que no están ligadas a ningún credo político, sino a un sistema de conducta que apuesta por unos derechos elementales que apelan a la ética y la moral más básica. No hablo de utopías ni de regímemes radicales, ni siquiera de revoluciones, simplemente bastaría con sanear nuestra maltrecha democracia, un sistema que ha quedado irreconocible y que se mueve a merced de los mercados financieros, ignorando al ciudadano, base de todo este tinglado, y que ha quedado relegado al papel de mero elector sin opción a réplica. Por supuesto, tampoco estaría de más que quienes han contribuído a la gestación y posterior expansión de esta crisis asumiesen responsabilidades,  quedando expuestos, si fuere menester, a la acción de la justicia. Todo esto y mucho más, amigos, pienso que podría haberse cambiado, o al menos haberlo intentado, pero la mayor parte de quienes acudieron a votar el 20 de noviembre no lo quisieron así. No debemos sorprendernos ya que las encuestas electorales vaticinaban este resultado, tampoco seré yo quien, convencido de poseer la verdad absoluta, acuse a nadie de haberse equivocado. Pero no puedo evitar que me invada cierta decepción, un sentimiento de hastío y de frustración que me aleja cada vez más del sistema político que se nos impone y que todos asumimos como dogma de fe. Hay vida más allá del capitalismo voraz que nos ha conducido a este callejón sin salida, vida más allá de una democracia desnortada que ha perdido cualquier rastro de su esencia. Necesitamos emprender un nuevo camino, no regresar a sendas trilladas que sólo tienen en consideración los números y la productividad, una forma de gobierno que ha expirado y que ahora se pretende recuperar a base de recortes que afectan a nuestros derechos más elementales como individuos. Si eso es lo que quería la mayoría, no me queda más que darles mi enhorabuena, así es la ley de las urnas, pero sigo pensando que hemos dejado pasar una oportunidad de oro para implicarnos en algo que nos afecta a todos, la vida política de nuestro país, haciendo del mismo un lugar más justo y habitable. Si todo esto, amigos votantes, os parece una utopía es que alguien se ha encargado de amputaros aquello que nos distingue de los animales: la capacidad de soñar; un recorte que espero que no nos imponga ningún Ejecutivo, sea del color que sea. 

Precisamente, si hay alguien que nunca ha dejado de soñar, incluso en los momentos más complicados, ése es nuestro invitado de hoy, Charles Bradley. ¿Qué tiene que ver la introducción de esta entrada con este cantante de soul? Pues básicamente nada, aunque mucho en su esencia, sobre todo teniendo en cuenta la conciencia social de la que hace gala mister Bradley. "This world is going up in flames and nobody wants to take the blame. Don't tell me how to live my life when you never felt the pain" Esta es la frase que abre el disco de debut de Charles Bradley, un disco grabado a la edad de 62 años, una frase que debería convertirse en santo y seña de una sociedad que vive hastiada de su clase política. Charles Bradley nace en Gainesville, Florida, aunque crece en Brooklyn, donde pasará la mayor parte de su niñez en la calle. En una infancia llena de sombras, uno de los pocos instantes luminosos para Charles tuvo lugar el día en que asistió con su hermana a un concierto de James Brown en el Apollo; corría 1962 y aquello iba a cambiar para siempre su vida. Emular a su ídolo se convertiría en casi una obsesión para el joven Charles, que vería en la música la única esperanza para abandonar la calle. Finalmente, nuestro soulman abandonaría Brooklyn integrado en un programa del gobierno que servía de ayuda a las familias más desfavorecidas y que le llevaría a Maine, donde se le asignó un trabajo. Allí formaría su primera banda y tendría su primer contacto con el escenario, lamentablemente la guerra de Vietnam cercenó las ambiciones de Charles, que se vería obligado a regresar a Nueva York. A pesar de las adversidades, nuestro testarudo amigo no renunciará a sus sueños, y tras pasar una temporada como cocinero en una institución mental decide liarse la manta a la cabeza y recorre medio país haciendo autoestop en busca de su meta. Tras recalar en Alaska, Charles Bradley acaba instalándose en California, donde pasará 20 años; a pesar de no contar con una banda regular, empieza a introducirse en la escena local, lo que mantiene vivo su sueño. En el plano laboral las cosas no le van mal, pero cuando está a punto de comprar su primera vivienda, Charles Bradley es despedido del trabajo en el que había pasado los últimos 17 años de su vida. Tras un tiempo de reflexión decide regresar a Brooklyn, a casa de su familia, pero en los momentos más duros Charles se crece y no ceja en su empeño por dedicarse a la música. Finalmente encuentra su oportunidad como imitador de James Brown en un  club neoyorquino, donde actuará bajo el seudónimo de Black Velvet; por aquel entonces cuenta con 51 años. Todo parece marchar bien, pero el destino es caprichoso e iba a poner a prueba al bueno de Charles. 

Una mañana el ruido de las sirenas le despierta en casa de su madre, es la policía que viene a comunicarles el asesinato de su hermano, aquel golpe le dejará fuera de juego durante una temporada, su hermano fue una de las personas que más le habían animado en la búsqueda de su sueño. Cuando todo había perdido su sentido, el azar le iba a brindar una nueva oportunidad a Charles. Gabriel Roth, del sello Daptone, asiste a una actuación de Black Velvet, en la que reconoce su talento y le ofrece grabar un single. Así nacerá la primera grabación oficial de Charles Bradley, el single "Take it as it Comes". Roth le pondrá en contacto con Thomas Brenneck, un guitarrista con cuya banda colaborará en la grabacion de dos singles, esta amistad será fundamental en el devenir artístico de Bradley, ya que tras conocer la azarosa vida de Charles, y en concreto el episodio del asesinato de su hermano, Brenneck decide que hay que grabar un disco que recoja la historia de este soulman de pata negra. Así es como toma forma la Menahan Street Band, que acompañará a Bradley en su disco de debut, "No Time for Dreaming". Brenneck lanza el sello Dunham Records, subsidiario de Daptone, que dará cobijo al disco, habían tenido que transcurrir casi 50 años para que Charles Bradley, conocido también con el sobrenombre de "The Screaming Eagle of Soul", viese cumplido su sueño, medio siglo que le dio la razón: aquella vida merecía ser vivida. 

En "No Time for Dreaming" os encontraréis con un artista honesto, un tipo cuya voz y cuya mirada transmiten autenticidad, un cantante de soul a la antigua, a la vieja usanza, aunque increíblemente cercano a la juventud para sus 62 años. Algunas de las formas artísticas de Charles Bradley deben mucho a su gran ídolo, James Brown, aunque también encontramos trazos de otros clásicos como Wilson Pickett, e incluso de cantantes negros más sofisticados, como es el caso de Marvin Gaye o Curtis Mayfield, a pesar de ello, Charles es un cantante con un gran carisma y con un dominio escénico apabullante. El trabajo vocal e instrumental de "No Time for Dreaming" es magistral, y gran parte de la culpa la tiene Brenneck, que ha puesto toda su alma en la grabación y producción de este disco. Resulta casi imposible no sobrecogerse al escuchar al viejo Charles interpretar temas como "Lovin' You Baby", "Why Is It So Hard?" o la impagable "Heartaches and Pain", su voz desgarrada y cruda se te mete hasta el tuétano, removiéndote las entrañas para extraerte aquellos sentimientos que tanto nos cuesta manifestar. Charles no olvida de donde viene, y hace gala de una envidiable conciencia social, incorruptible, algo poco habitual en los tiempos que corren, una conciencia crítica que le lleva a manifestar su descontento con su propio país, en el que resulta complicado salir adelante ("Why Is It So Hard?"), o a trazar una visión escéptica acerca del mundo en el que vivimos y de quienes manejan sus hilos ("The World (Is Going Up In Flames)" ). Al mismo tiempo, Charles canta al amor, dejándose la piel como uno de los mejores intérpretes románticos del género, ese amor y ese romanticismo desgarrado y un tanto teatrero que tantos buenos momentos ha deparado al soul y al R&B; buena muestra de ello son temas de este LP como "I Believe in your Love", "Lovin' You Baby", uno de los mejores momentos del disco, "How Long" o "In You (I Found a Love)" . También hay un huequecito para los instrumentales, concretamente dos, la exigua "Trouble in the Land" que nos remite al "Tighten Up" de Archie Bell and the Drells, y que nos deja suplicando más, y la excelsa "Since Our Last Goodbye", con una percusión de aires latinos y un teclado elegante y aterciopelado. Como guinda del pastel, un tema que por sí solo ya merece la compra del disco: "Heartaches and Pain", dedicado a la memoria de su hermano asesinado y en el que la interpretación de Charles Bradley raya al nivel de algunas de las luminarias del género. En resumen, una verdadera obra maestra, junto a Sharon Jones y Lee Fields (otros dos "jovencitos") de lo mejorcito del actual revival soul; un disco y un artista que han llegado para quedarse.

Ponemos el punto y final a esta entrada con unos suculentos enlaces, todos ellos muy recomendables. Junto a los indispensables links a la web oficial y al myspace del artista, encontraréis dos entrevistas, una de ellas la entenderéis sin esfuerzo, mientras que para la otra tendréis que desempolvar vuestro viejo diccionario de inglés. Además podéis disfrutar del bueno de Charles en directo, en audio, gracias al programa de RNE Hoy empieza todo, y también en imágenes, que reproducen su actuación para la emisora KEXP dentro del festival South by Southwest, en un concierto que tuvo como escenario una tienda de bicicletas de Austin. Por último, los videos, concretamente tres: los clips oficiales de "The World (Is Going Up in Flames)" y de "Heartaches and Pain", y un video grabado para Faceculture en el que nuestro soulman favorito hace una sobrecogedora interpretación del tema "Lovin' You Baby" acompañado de Thomas Brenneck a la guitarra; impagable. Espero que os guste.




           





CHARLES BRADLEY EN HOY EMPIEZA TODO

CHARLES BRADLEY EN EL FESTIVAL SOUTH BY SOUTHWEST 2011



viernes, 11 de noviembre de 2011

Damien Jurado- Saint Barlett (2010)

Ocurrió la semana pasada, un día de intensa lluvia. Cortaron la calle e irrumpieron con los insoportables ruidos de sus máquinas en nuestras casas, su efecto narcótico nos preparaba para lo que iba a ocurrir. Estuvieron toda la mañana recorriendo la calle, número por número, deteniéndose en aquellos ejemplares que consideraban que necesitaban una intervención. Desde mi ventana, observaba la escena inquieto, aguardando a que llegase nuestro turno. Pasadas unas horas aparecieron los primeros indicios de su presencia, tan cercana que resultaba intimidatoria, tan violenta que cortaba la respiración. Abrí la ventana y lo vi allí, a escasos dos metros de mi casa, pude ver a aquel tipo subido en ese armatoste, sin ningún tipo de protección, burlándose del sentido común y de la mismísima muerte. Le miré a la cara, él no me devolvió la mirada. No pude soportar la escena y aturdido por el ensordecedor ruido cerré la ventana. Se escucharon fuertes golpes, pronto intuí que se estaba desplomando. Cuando cesó el estrépito abrí de nuevo la ventana, lo que vi me sobrecogió: lo habían talado de raíz. Con la excusa de realizar unas rutinarias tareas de poda, aquellos sicarios de la motosierra se habían llevado por delante al pino que teníamos en frente de casa, un noble compañero cuyas ramas casi podía tocar desde mi dormitorio. Os aseguro que nunca he sido un ecologista a ultranza, pero en este caso no hablamos de un simple árbol, hablamos de sentimientos. Vivo en la que fue casa de mis abuelos paternos y ese pino siempre estuvo allí, observó cómplice cómo devoraba a la vuelta del colegio mi bocadillo de mortadela, asistió boquiabierto a la goleada que España le infligió a Malta, 12 goles 12, se aburrió junto a mí en aquellas interminables tardes de toros, se rió y se enamoró conmigo, y lloró cada vez que uno de los miembros de este hogar nos decía adiós. Cada vez que pienso en esta casa veo ese pino, un árbol humilde y leal que nos ha protegido de los curiosos y que nos ha proporcionado durante décadas la dosis exacta de sombra. Ahora miro por la desnuda ventana y me siento como L.B. Jeffries, observando a mis vecinos dominicanos que se pasan el día conectados a Facebook y escuchando reggaeton. Como sólo una buena compañera es capaz de hacer, A. me tranquilizó diciéndome que tal vez el pino estuviese enfermo, pero pensé que incluso un caballo con las cuatro patas rotas tiene un final más digno. A los pocos minutos su cadáver yacía a lomos de un camión, por más que lo miraba no podía hacerme a la idea de que nunca más vería su silueta, de que jamás me volverían a despertar en verano los pájaros que se posaban en sus ramas, aquellos a los que había deseado apedrear tantas veces y que ahora tanto echaré de menos. Buena suerte compañero, allá donde estés, ojalá tu reencarnación sea digna, y tu añeja madera se transforme en las hojas, o el lapicero con el que escribir una buena historia.

Poco después de perder a mi viejo árbol, me vino a la cabeza la portada de "Saint Bartlett", el, hasta la fecha, último trabajo de estudio de Damien Jurado, su poético paisaje, con esa vegetación humilde en primer plano y los árboles gigantescos de telón de fondo me resultó reconfortante; hoy quiero compartirlo con vosotros. Mucho se ha dicho acerca de Damien Jurado, a quien la crítica no tardó en colocar esa extraña etiqueta de urban folk songwriter, que sigo sin saber muy bien qué quiere decir. Su carrera comienza a mediados de los noventa, fruto de la autoproducción a través de cintas de cassette que veían la luz mediante su propio sello, Casa Recordings. Será Jeremy Enigk, cantante de la banda Sunny Day Real Estate, quien levante la liebre y ponga en contacto al compositor de Seattle con su sello, Sub Pop, dando así comienzo a una prolífica carrera en la que han visto la luz una decena de discos de estudio, junto a un sinfín de EP's, singles y colaboraciones en recopilatorios. Damien Jurado es un tipo con una sensibilidad exquisita, que se sirve de la música, especialmente de las letras, para expiar sus pecados y exorcizar sus fantasmas. Su físico ha sido comparado a menudo con el de John Goodman, con quien tiene en común ese aire de tipo bonachón, aunque de mirada inquietante, una mezcla de yerno perfecto y muchacho atormentado. Su música ha transitado por diferentes paisajes, desde los eléctricos más desasosegantes hasta los acústicos más íntimos, mostrándose siempre partidario de la experimentación sonora, dotando a sus trabajos de curiosos efectos que contribuyen a cargar de significado las canciones. Sus discos han sido producidos por músicos y amigos, como Ken Stringfellow, aunque parece que junto a Richard Swift ha encontrado esa paz interior que tanto necesitaba para explotar como el buen escritor de canciones que es. Precisamente Swift es el productor de "Saint Bartlett", un disco que vio la luz en 2010 cobijado por el sello Secretly Canadian, encargado de alumbrar sus cinco últimos trabajos. "Saint Bartlett" se grabó en el transcurso de una semana, y nos descubre a un Damien Jurado más luminoso, liberado de ese peso que parecía atormentarle en algunos de sus discos anteriores, un compositor que se abre sin miedo a tiempos y propuestas más cercanas al pop convencional, aunque sin renunciar para ello a su particular manera de entender la música. Su voz es especial, diferente, de una fragilidad conmovedora, cercana en ocasiones a Vic Chesnutt; Damien Jurado no pretende cantar bien sino transmitir de la manera más honesta posible sus sentimientos, tal y como en su día hicieran Bob Dylan, Neil Young o Lou Reed. Sus canciones funcionan como historias cortas que consiguen atrapar al oyente, melodías impregnadas de un halo literario que a menudo le han valido comparaciones con el gran Raymond Carver. La crítica saludó a "Saint Bartlett" como un disco rompedor dentro de la carrera de Damien Jurado, ciertamente se puede hablar de un trabajo en el que se ha apostado por una mayor orquestación, aunque sin abandonar ese minimalismo acústico que tan bien le sienta al de Seattle. Sea como fuere, podemos afirmar que es uno de sus mejores trabajos hasta la fecha, y si no me creéis dejaos arrastrar por la magia de "Cloudy Shoes", "Arkansas", Rachel & Cali" o "Beacon Hill", cuatro de mis canciones favoritas del abum.

Si queréis más información podéis completar la entrada con una buena ración de enlaces. En primer lugar: web oficial y Myspace de Damien Jurado, acompañados del apartado que le han dedicado en la web de Secretly Canadian. Y para continuar: dos reseñas del album, una en lengua culta en Jenesaispop, y la otra en la lengua del Imperio Británico en Pitchfork, y por si esto fuera poco, podéis disfrutar de una entrevista, también en castellano antiguo, en Muzikalia, y de la magnífica sesión que Damien Jurado grabó para Daytrotter. En el apartado de videos, os dejo tres elecciones: 1- la oficial, el videoclip de "Arkansas", tal y como suena en el disco, 2- la banda, Damien y los suyos interpretando "Rachel & Cali" en una sesión para la emisora de Seattle KEXP y 3- la minimal, el Damien Jurado más íntimo tocando para los Tiny Desk Concerts de la NPR, donde interpreta tres temas del disco ("Cloudy Shoes", "Arkansas" y "Beacon Hill") y un corte inédito ("Newspaper Gown"). Espero que os guste.

DAMIEN JURADO- SAINT BARTLETT

WEB OFICIAL DE DAMIEN JURADO

MYSPACE DE DAMIEN JURADO

DAMIEN JURADO EN SECRETLY CANADIAN

RESEÑA DE SAINT BARTLETT EN JENESAISPOP

RESEÑA DE SAINT BARTLETT EN PITCHFORK

ENTREVISTA A DAMIEN JURADO EN MUZIKALIA


DAMIEN JURADO EN DAYTROTTER SESSIONS

jueves, 3 de noviembre de 2011

God Help The Girl- God Help The Girl (2009)


Me cuesta entender las filias repentinas que asaltan a la población de este país. Por ejemplo: La Fórmula 1. Recuerdo que cuando iba al instituto tenía un compañero que estaba enganchado a los piques entre Senna y Prost, los domingos, lejos de curar las primeras resacas de su corta existencia, los pasaba madrugando para disfrutar en estado semicataléptico de aquellas carreras de coches que nadie entendía y que no significaban nada en términos de audiencias televisivas. De repente apareció Fernando Alonso en nuestras vidas y medio país se convirtió al credo de los monoplazas, las cadenas de televisión se enzarzaban en una guerra a cuchillo por los derechos del circo del motor, y un deporte que hasta hacía unos años había sido minoritario se revelaba como imprescindible en la vida de los españoles; conozco gente para la que el mundo se paraliza, literalmente, los días que hay carrera. Ejemplo número 2: Los musicales. Un espectáculo que asociábamos con los teatros norteamericanos, que parecen alérgicos a los clásicos y a la dramaturgia de calidad, se planta en España dispuesto a arrasar, eso sí, bajo el peculiar prisma de la idiosincrasia española y su personal visión comercial del espectáculo. Dicha visión distorsionada derivará en engendros como "Hoy no me puedo levantar" ó "40. El musical", que batirán todos los records de asistencia y de permanencia en cartel habidos y por haber. Ahora nos encantan los musicales, cuando hace unos años era impensable que un teatro español dedicase una semana de su programación a este tipo de espectáculos. Y no sólo eso, sino que hemos pervertido una expresión artística respetable, más allá de los gustos personales, convirtiéndola en una paparrucha infumable donde la falsa nostalgia, la moralina y la mediocridad campan a sus anchas; vamos que me diréis vosotros, queridos seguidores, que lo mismo es "Los Miserables" que "Hoy no me puedo levantar"... Pero que no cunda el pánico, hoy desde Rainy Day Music vamos a aportar un soplo de aire fresco, un halo de esperanza al panorama de los musicales actuales, por ello hemos elegido una de las últimas creaciones del gran Stuart Murdoch, "God Help The Girl".

Con guión del propio Murdoch, "God Help TheGirl" es una película donde la música tiene un papel predominante, y con la que el cerebro de Belle & Sebastian debutará como director de cine; su estreno está previsto para el 2012. Stuart Murdoch ha trabajado intermitentemente en este poyecto desde la grabación de "Dear Catastrophe Waitress" en 2004, dando forma a un disco que plasma a la perfección la pasión de Murdoch por los girl groups de los 50's y 60's. En "God Help The Girl" encontramos fundamentalmente voces femeninas, ellas son las que llevan el peso de las canciones, acompañadas de invitados de lujo como el mismísimo Neil Hannon, y con unos omnipresentes y brillantes arreglos de cuerda. Murdoch apuesta por voces desconocidas, cobrando especial protagonismo la cantante irlandesa Catherine Ireton, que interpreta la mayor parte de los temas. El disco suena a los Belle & Sebastian más embrionarios, es cierto, pero dejando una ranurita para que entre un ligero soplo de jazz, de clásica e incluso del sofisticado soul que irrumpe en alguno de los discos de la banda, como el citado "Dear Catastrophe Waitress" o "The Life Pursuit", del cual se incluyen dos canciones. En cuanto a la temática de "God Help The Girl", las canciones giran en torno al personaje de Eve, interpretado,vocalmente hablando, por Catherine Ireton. Eve ha abandonado sus estudios y ha comenzado a trabajar, es una joven con multitud de sueños, pero uno destaca sobre los demás: convertirse en cantante. Las canciones del disco repasan sus avatares, sus relaciones amorosas y sus aventuras de todo tipo, incluso las más problemáticas. No obstante el disco nunca suena dramático ni amargo, más bien hace gala de un humor y de una ironía muy británica que sitúa a Stuart Murdoch entre los mejores compositores salidos de las Islas de todos los tiempos, le pese a quien le pese. Para reafirmar mi sentencia basta con escuchar canciones como la que da título al disco, las armonías vocales de "Pretty Eve in the Tub", la revisión de la enorme "Funny Little Frog", la sobrecogedora intervención de Neil Hannon en "Perfection as a Hipster", o un "Come Monday Night" que recuerda a los Belle & Sebastian que conmovieron al mundo con Isobel Campbell en Enlacesus filas. Sin duda, un disco más que notable con el que reencontrarse con el mejor Stuart Murdoch y con el que descubrir a una magnífica vocalista.

Os dejo unos enlaces por si queréis profundizar en el asunto, en primer lugar el myspace y la web oficial de God Help The Girl, y en segundo lugar un link a Jenesaispop donde se analiza el proyecto de Murdoch; sí, es un poco austero y no tiene nada que ver con el festín de enlaces de entradas anteriores, pero qué le vamos a hacer, los cambios son así... Eso sí, no me olvido de los videos, he seleccionado el clip oficial de "Come Monday Night", una interpretación en directo del tema "God Help The Girl" y un tercer video en el que el propio Murdoch habla acerca del proyecto. Ahora está en vuestras manos, podéis darle una oportunidad al musical de Stuart Murdoch o dejaros engatusar por el talento de los hermanos Cano y los pecualiares musicales made in Spain. Espero que os guste.


GOD HELP THE GIRL



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GOD HELP THE GIRL EN JENESAISPOP

miércoles, 19 de octubre de 2011

¡Bienvenida!


Hace ya unos días me encontré con un viejo conocido y al comentarle que iba a ser padre de nuevo me respondió, con cierto resquemor, "los ricos lo que queréis". En aquel momento no supe qué contestarle y me limité a esbozar una sonrisa educadamente falsa, pero mientras regresaba a mi casa le dí varias vueltas de tuerca al asunto y fui consciente de lo equivocado que estaba el andoba; también me di cuenta de por qué ya no frecuento ciertas amistades, tras lo cual sentí una extraña liberación. En nuestra apesebrada sociedad tener hijos se ha convertido en un rasgo propio del burgués de a pie, así es al menos como lo conciben muchas de las personas de nuestra generación. Hay un extenso catálogo de tópicos y de ideas absurdas acerca del significado de la paternidad, del mismo modo, todo hay que decirlo, que existe un considerable número de individuos que tienen una visión arcaica y trasnochada de la misma. Pero si hay algo que no se le puede achacar al mero hecho de tener hijos es precisamente un carácter burgués. No hay nada burgués en estar toda la noche en vela, ni en vivir en un carrusel de heces y pañales, ni en tener un horario que te impide estar en casa más allá de las 21:00 horas (salvo excepciones), ni en atender enfermedades, ni en tener unas vacaciones convencionales, ni en renunciar a tu tiempo libre y a muchas de las cosas que te gustan. Tener hijos no es de burgueses ni de ricos. Quien no comprenda que todo esto se hace única y exclusivamente por amor tiene un verdadero problema.

Nos hemos criado en un entorno que nos ha protegido y mimado en exceso, que nos ha hecho abominar de ciertas responsabilidades, abocándonos a un hedonismo militante que nos lleva a mirar por encima del hombro a quienes eligen salirse del camino. Hay gente que me mira extrañada cuando le digo que tengo dos hijos, tengo la sensación de que tengo que pedir perdón por haber elegido ser padre. Pero lo siento mucho, si hay algo de lo que me siento especialmente orgulloso es de mis hijos, son algo que no creo que guarde relación alguna con mi conciencia social ni con mi orientación política, y creedme si os digo que siento lástima por quienes se pierden algo tan maravilloso de manera voluntaria. No pretendo hacer un llamamiento en pro de la natalidad, que nadie se equivoque, me parece muy respetable quien decide no tener hijos, simplemente me llama la atención el por qué mi opción no es tan respetable, o al menos por qué a estas alturas (acabo de cumplir 35 tacos) resulta tan sorprendente para algún que otro fulano. Ahora permitid que me retire unos días a disfrutar de mis retoños, prometo regresar con aires renovados, sé que este blog va a perder parte de su personalidad, no sé si de manera definitiva, pero es obvio que mi tiempo se va a ver drásticamente reducido y que no podré extenderme como habitúo en la redacción de las entradas. En cierta manera esta bitácora también es un ser vivo, así que iremos viendo cómo evoluciona, y en función de vuestras reacciones y de mi estado de ánimo veremos adónde nos conduce. Hasta entonces os dejo con esta magnífica canción de Bart Davenport que comparte título (o más bien nombre) con una personita que acaba de regalarnos toneladas de felicidad. Gracias.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Laura Gibson- Beasts of Seasons (2009)


Si hay un sabor que evoque mi infancia y dibuje una sonrisa en mi cara, ése es el de la mortadela con tomate Orlando; permitidme la publicidad, pero es que los datos han de ser exactos para conseguir el efecto deseado. Recuerdo la llegada a casa de mis abuelos, la tele encendida, los besos en la mejilla y el agujero en el estómago; si cierro los ojos puedo verlo todo, como si fuera ahora mismo, incluso puedo ver a los que ya se han ido, y todo es gracias a ese mágico bocata. Es increíble cómo funciona nuestra memoria, cómo crea esos links que te conducen velozmente a un lugar del pasado a través de un sonido, un sabor o un aroma determinado. Hablando de sonidos, hay una voz, que hace poco volví a escuchar en la tele, que me conduce a esa entrañable franja de edad que uno disfruta entre los 10 y los 14 años; probablemente el último paraíso de nuestra inocencia antes de que la adolescencia lo eche todo a perder. Me refiero a Ramón Trecet, periodista español relacionado con la prensa musical y la deportiva. Precisamente fue gracias a esta segunda faceta como yo lo conocí, a través del mítico programa de TVE Cerca de las estrellas. Trecet acercó el espectáculo de la NBA a este país, sirviéndonos en bandeja a una legión de prepúberes todo un Olimpo de dioses a los que venerar. Aquello supuso una verdadera revolución, y para mí, que formaba parte del equipo de baloncesto de mi colegio, aquel programa se convirtió en todo un catecismo. Para empezar, había que elegir un equipo y un jugador con el que identificarse, algo realmente complicado, ya que sentirse emocionalmente ligado a una ciudad que no conoces es tarea imposible, bueno, eso para quienes no saben soñar.

La mayoría de la chavalería tiraba por el camino fácil: Chicago, Los Ángeles, Boston, Detroit, clásicos de la liga que acostumbraban a jugar las finales allá por los ochenta. Pero qué interés tienen las cosas fáciles, qué placer encuentra en la victoria quien acostumbra a ganar; lo que realmente hacía emocionante aquel tinglado era hacerte de un equipo diferente, uno que en el remoto caso de ganar una liga te iba a dar la alegría de tu vida, al menos así me lo pareció a mí. De modo que analicé bien los uniformes de cada equipo, me interesé en sus escudos y distintivos y situé las ciudades en el mapa, tras analizarlo seriamente decidí hacerme seguidor de los Portland Trailblazers. Como también tenía que identificarme con un jugador, lo hice con una de las estrellas de este equipo, concretamente el número 22, Clyde Drexler, cuyo apellido me pareció fantástico. Y así pasaron nuestros días en aquel campo de cemento, soñando con emular a nuestros ídolos y conseguir un pasaporte que nos catapultase a lo más alto de la NBA, donde el gran Ramón Trecet comentaría nuestras mejores jugadas exclamando aquello de "ale hoooooooooooooooooop". Obviamente nada de aquello ocurrió y poco a poco fuimos abandonando la práctica del baloncesto, algunos antes que otros, para empeñarnos en vivir un mundo de mayores que todavía no nos pertenecía, sin ser conscientes del dolor y de la frustración que acechaban a la vuelta de la esquina. Pero a mí, que cuando empiezo un libro o una película tengo que terminarlos, por muy malos que sean o por mucho que me disgusten, no se me iba a pasar aquello así como así, yo seguí siendo incondicional de los Blazers y seguí venerando a Clyde "The Glide" Drexler. Y no sólo eso, sino que desarrollé una extraña empatía hacia la ciudad de Portland que, a día de hoy, sigo cultivando, siendo ésta una ciudad con la que me identifico y de la que, de alguna manera, me siento ciudadano. Por eso me alegra que el primer español que jugó en la NBA, Fernando Martín, lo hiciese en el equipo de Portland, por el que luego pasarían otros talentos como Sergio Rodríguez o Rudy Fernández, y por eso me encanta descubrir cosas y gentes relacionadas con aquella ciudad a la que pertenecí y que nunca visité. Y así es como he ido descubriendo, en mi militancia melomaníaca, músicos relacionados con esta bella urbe, como por ejemplo The Kingsmen, punta de lanza del sonido Northwest, Defiance, exponentes del punk de tachuelas e himnos cerveceros, The Decemberists, que ya han paseado su vodevil folk por este blog, y por supuesto la dulce dama que hoy quiero presentaros, Laura Gibson, cuya música se ha convertido en la banda sonora perfecta para cerrar los ojos y contemplar en el horizonte la silueta del monte Hood. Cómo, qué vosotros tampoco tenéis equipo en la NBA, no os preocupéis, agarrad mi mano y la de Laura Gibson y venid a Portland, seguro que repetís.

Llama la atención la escasa información que acerca de Laura Gibson se puede encontrar en la red. Esto me facilita el trabajo, ya que no tengo que bucear en un montón de páginas, desempolvar mi rudimentario inglés y hacer un corta-pega mental para hacer mínimamente atractivos todos esos datos. De hecho este post podría terminar aquí, pero me conocéis suficientemente bien y sabéis que no me voy a resistir y que os espera otro ladrillo, sí he vuelto a las andadas, aunque durante poco tiempo; se avecinan tiempos austeros en cuanto a los textos de las entradas, avisados quedáis. Como iba diciendo, me he encontrado con una sorprendente falta de información básica acerca de la formación de esta artista de Portland, así como de sus primeros pasos en la industria. Sólo puedo contaros que la primera referencia discográfica de Laura Gibson que he encontrado es el mini-LP "Amends", una grabación autoeditada que data de 2004 y que se compone de seis canciones. Dos años más tarde comienza la relación de Laura Gibson con el sello Hush Records, que ese año editará dos trabajos de la cantautora americana, "Six White Horses", es el primero de ellos. Se trata de un disco grabado en una semana en una residencia victoriana de Sellwood, Oregon, en el que Laura Gibson reinterpreta con su personal estilo seis viejos blues; un álbum encantadoramente amateur, con un sentido de la interpretación muy cercano al acervo popular y con una peculiar selección de instrumentos. El otro disco que verá la luz en 2006 será "If you Come to Greet Me", que muchos consideran el primer gran paso adelante en la carrera de Laura Gibson, su consagración como artista. "If you Come to Greet Me" nos descubre a una intérprete con un registro diferente, que bebe de las grandes damas del jazz vocal clásico, tales como Billie Holiday o Ella Fitzgerald, una autora que apuesta por el minimalismo y que utiliza en su repertorio técnicas de guitarra propias del blues y del folk. Laura Gibson no renuncia a los arreglos orquestales, introduciendo en sus canciones sutiles pinceladas de metales o de cuerdas, que dotan de mayor profundidada a sus composiciones. En este disco estaría acompañada en la parte musical por el núcleo de Norfolk & Western, que arroparían con su savoir faire las creaciones melancólicas y frágiles de la artista de Portland. En 2008, Laura Gibson se embarcaría en una gira como telonera de Colin Meloy, a quien ayudaría más tarde en la grabación de su disco "Colin Meloy sings Sam Cooke". En 2009 verá la luz su segundo trabajo para Hush Records, "Beasts of Seasons".

"Beasts of Seasons" es un disco conmovedoramente bello, triste y melancólico hasta la médula, un disco grabado en una casa con vistas a un cementerio y que la artista divide temáticamente en dos partes: 1- Communion Songs y 2- Funeral Songs. El segundo LP de Gibson para Hush se concibe como un disco compuesto por nueve meditaciones acerca del concepto de mortalidad, pero no nos hallamos ante un disco conceptual ni filosófico, sino más bien ante un conjunto de canciones que guardan cierta semejanza temática, y que funcionan como una reflexión cotidiana y sin grandes ambiciones sobre uno de los temas centrales de la existencia humana: la muerte. Laura Gibson aboga por la tecnología analógica, que dota de mayor naturalidad a sus grabaciones, y muchos de los instrumentos y de los pasajes de "Beasts of Seasons" están grabados en directo. El sonido de ambiente suele jugar un papel importante en las canciones de Gibson, contribuyendo a incrementar la autenticidad de los temas y fomentando la inmediatez de los mismos. A nuestra amiga de Portland le gusta rodearse de sus amistades, y además tiene muy buenos amigos, que colaboran en sus discos; entre los invitados de este álbum podemos encontrar a gente como Laura Veirs, Rachel Blumberg, Nate Query, Adam Selzer o Shelly Short, entre otros. Pero si hay que destacar un elemento de los discos de Laura Gibson, y "Beasts of Seasons" no es una excepción, ése es la voz, esa voz que lo llena todo con su plácida quietud, con su parsimonioso fraseo, con su bella fragilidad. La forma de cantar de Gibson tiene mucho de intuitiva, no hay en ella una técnica especial, ni ha habido un aprendizaje previo, simplemente es un proceso sensitivo, que tiene mucho de autoexploración. Ella misma confiesa que le gusta sentir el sonido en su esternón, así como la vibración de la parte posterior de su garganta cuando canta, como si se tratara de un proceso curativo, casi exorcizante. En cuanto a los arreglos, "Beasts of Seasons" se mantiene fiel a los postulados de su antecesor: sobriedad y minimalismo, sin descuidar la elegancia y la capacidad evocadora. De nuevo, metales y cuerdas pueblan las canciones de la Gibson como discretos habitantes que viven sin causar estruendo en el corazón de cada verso, de cada nota. Buen ejemplo de ello es la canción que abre el disco, "Shadows on Parade", uno de los mejores cortes del álbum, más de siete minutos trufados de sutiles pinceladas instrumentales que resultan tremendamente evocadoras. Otro gran momento del LP llega con "Come by Storm", donde la guitarra de Laura Gibson suena más folkie que nunca, y se deja guiar por un discreto banjo, violines, metales, vibráfonos, y demás instrumentos de mal vivir, de esos que te hacen descender a lo más profundo del alma. "Spirited" es quizás la canción más comercial del disco, y en la que el fraseo de la cantautora de Portland se vuelve más convencional, siendo uno de los escasos momentos del álbum en el que se introducen guitarras eléctricas. "Postures Bent" toma el relevo para brindarnos un pasaje brillante, un lentísimo vals que crece instrumentalmente conforme avanza la canción, cuerdas de nylon irresistibles en los delicados dedos de Laura Gibson. "Funeral Song" es una muestra de la querencia de la Gibson por el folk tradicional, aquellas interpretaciones del período de entreguerras a cargo de músicos aficionados, y que introducían instrumentos caseros como la tabla de lavar o la sierra, presente precisamente en este corte. "Where Have all your Good Words Gone?" no es sólo un reproche, sino también una de las cimas emocionales del disco, un tema con un fantástico e inquietante arreglo de cuerdas. "Sleeper" es el preludio de otro gran momento, una canción en la que el piano cobra gran protagonismmo. Y "Sweet Deception" es otro brillante tema, una composición agridulce, una especie de vals mántrico con exquisitas pinceladas de slide guitar. Por último, "Glory" cierra el disco de manera conmovedora, convirtiéndose en la canción más desnuda del álbum, un tema con unas voces magistrales que le otorgan un fuerte contenido espiritual.

En 2010 Laura Gibson grabó un nuevo disco, en este caso junto a su amigo Ethan Rose, un curioso LP titulado "Bridge Carols" en el que el paisaje cobra un especial protagonismo, un trabajo de experimentación en torno a material inédito de la cantante de Portland, que en ocasiones improvisa partiendo de frases descubiertas en viejos cuadernos o en hojas sueltas. Posteriormente Laura Gibson ha contribuído con su trabajo en recopilatorios benéficos y ha colaborado con compañeros y amigos en diferentes grabaciones, finalmente se ha decidido a lanzar un nuevo trabajo, que llevará por título "La Grande" y que verá la luz gracias a City Slang Records en enero de 2012.

Y de esta manera llegamos al final de esta entrada, no sin antes recomendaros un buen número de links. Por supuesto, la web oficial y el myspace de Laura Gibson, y además el espacio que la página de Hush Records dedica a la artista. También he seleccionado una reseña de "Beasts of Seasons" aparecida en Pitchfork y una entrevista en la web Muzikalia. Y por si esto fuera poco, he ido directamente al turrón y he buscado actuaciones de la Gibson, así que podréis disfrutar de sus sesiones para Playgrrround y para NPR, ambas recomendabilísimas, y no sólo eso, sino que también podéis escuchar la sesión de la cantautora de Portland para las maravillosas Daytrotter Sessions; ¿de verdad alguien os da más por menos? En cuanto al apartado de videos, he elegido dos, uno en el que Laura Gibson interpreta la canción "Funeral" en el cementerio Lone Fir Pioneer de Portland, y otro grabado para They Shoot Music en el que canta "Postures Bent" en una librería de Viena. Ahora sí, mañana a las 9:04 a.m. tendrá lugar el equinoccio de septiembre; adiós verano, deja tu sitio al maravilloso otoño. Espero que os guste.


LAURA GIBSON- BEASTS OF SEASONS



WEB OFICIAL DE LAURA GIBSON

MYSPACE DE LAURA GIBSON

LAURA GIBSON EN HUSH RECORDS

RESEÑA DE BEASTS OF SEASONS EN PITCHFORK


ENTREVISTA A LAURA GIBSON EN MUZIKALIA



LAURA GIBSON EN PLAYGRRROUND

LAURA GIBSON EN TINY DESK CONCERTS DE NPR


LAURA GIBSON EN DAYTROTTER SESSIONS

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Jens Lekman- Oh You're So Silent Jens (2005)


Reconozco públicamente que una de las principales razones por las que me saqué el permiso de conducción fue para poder escuchar la música que a mí, y no a ningún otro individuo, melómano o no, me diese la real gana. En algunos aspectos de la vida no he sido precisamente un tipo precoz, de hecho había atravesado la frontera de los 30 cuando me decidí a ponerme por primera vez a los mandos de un automóvil. Esa decisión llegó tras muchos quebraderos de cabeza, sobre todo aquellos que concernían al desplazamiento y a la logística de la unidad familiar, pero no puedo ocultaros a vosotros que otra razón subyacía bajo aquella iniciativa. Durante años he sido un paciente pasajero, un partenaire de viaje perfecto que se ha comportado con una educación exquisita mientras sufría cruentos ataques sonoros de triunfitos, radioformulistas e indies de mercadillo. Pero todo tiene un límite, queridos míos, y tras lustros de acumular ponzoña en mis adorados pabellones auditivos decidí zanjar este tema convirtiéndome en dueño de mi propio destino musical. Seleccionar música para un viaje es todo un arte, sobre todo si eres tú quien está al volante, ya que has de decantarte por sonidos que te resulten relajantes y que no impidan el correcto devenir de la, siempre delicada, conducción. Hay discos que me encantan pero que jamás pondría en el coche, tal vez por resultarme excesivamente eufóricos, o por sonar profundamente hipnóticos, incluso mántricos, en cambio hay discos que parecen haber sido compuestos para disfrutar mientras se ejerce el noble arte del manejo del volante. Un buen disc jockey de carretera también ha de tener en consideración al resto de pasajeros, decantándose para ello por sonidos fáciles y ritmos asequibles; quienes lo hemos sufrido sabemos de la crudeza de un largo viaje escuchando ruiditos y propuestas vanguardistas. Es fundamental saber qué le gusta a nuestra tripulación e intentar llegar a una entente cordial entre nuestras inclinaciones musicales y las preferencias del resto del pasaje. Tal vez por ello, suelo llevar en el coche discos pausados, mucha Rainy Day Music: bossa nova, power pop (no muy power), rock de raíces, chanson, country, soul (en su vertiente más emocional y romántica), folk, y pop en sus múltiples reencarnaciones, siempre y cuando haya de por medio buenos arreglos y unas voces muy cuidadas; mi versión mas macarra, que la tengo y muy pronunciada, la reservo para el ámbito doméstico. Uno de los discos que más me ha acompañado en el coche en este verano que está a punto de acabar (¡¡¡por fin!!!) es precisamente el que hoy quiero compartir con vosotros, un ecléctico y variado ejercicio de pop a cabo de Jens Lekman, un músico sueco que hoy se sube a nuestro utilitario para hacernos pasar un viaje agradable. Tomad asiento y abrochaos los cinturones, y no olvidéis tomar una biodramina, que aún estoy pagando el coche y no quiero sorpresas desagradables.

Jens Lekman responde al estereotipo de figura de culto del pop, un tipo capaz de convencer a crítica y público, con una carrera asentada y una prolífica producción, pero que sigue siendo un desconocido para los grandes medios. Jens es un adalid del "do it yourself", de hecho gran parte de sus temas han sido grabados en su estudio casero, y es todo un experto en el uso de samplers en sus temas. No tengáis miedo, amantes de lo analógico, nuestro amigo sueco introduce los samplers en sus canciones con una gran inteligencia y con un gusto exquisito, haciendo gala además de una considerable cultura musical. Pero vayamos por partes, Jens Lekman nace en Gotemburgo en 1981, ciudad en la que transcurre su infancia, una etapa de su vida en la que no muestra ninguna inclinación artística en concreto. Será a los 14 años, cuando un amigo le proponga tocar el bajo en una banda de versiones, cuando se produzca su primer contacto serio con el mundo de la música. Lekman pasa un tiempo componiendo sus propias canciones, dando muestras de una creatividad y de una capacidad compositiva enorme, en pocos años compone cientos de temas. En 2001 se autoedita el primero de sus CD´s caseros, conocido como "The Budgie Album", lo hará bajo un seudónimo, Rocky Dennis, nombre robado al protagonista de la película "Mask" ("Máscara" en los cines españoles). Un año más tarde recopila en otro CD sus mejores temas y envía una copia al sello estadounidense Secretly Canadian, algunas de esas canciones verían la luz en 2003 en forma de EP, bajo el título de "Maple Leaves", causando un gran revuelo en internet y convirtiendo al joven Jens en centro de atención para críticos y melómanos. Poco más tarde, el sello sueco Service Records reedita el EP, y un año después, en 2004, Jens Lekman abandona su seudónimo y graba un nuevo EP, "Rocky Dennis in Heaven", al que le seguirá otro EP, "Julie". A finales de 2004 verá la luz el primer largo de Lekman, "When I Said I Wanted To Be Your Dog", que recoge 11 canciones grabadas entre 2000 y 2004, un disco que confirma las enormes expectativas que se habían depositado en el joven compositor, que pronto alcanza la cima del olimpo indie. Pero Lekman no se muestra conformista, sino que más bien se comporta como un músico inquieto que se embarca en giras de todo tipo, de hecho se le ha podido ver sobre un escenario a él solo acompañado de un reproductor de CD y de una guitarra, o interpretando a capella sus canciones, pero también se ha embarcado en giras acompañado de una banda femenina con sección de vientos incluída, o con un coro y un cuarteto de cuerda; Jens Lekman es impredecible. En 2005 aparece en el mercado un nuevo trabajo del sueco, precisamente el que nos ocupa, titulado "Oh You're So Silent Jens", y que recopila sus tres EP's con Secretly Canadian: "Maple Leaves", "Rocky Dennis in Heaven" y "Julie", junto a otros temas incluídos en recopilatorios y rarezas.

La recopilación "Oh You're So Silent Jens" toma su título de una de las estrofas de la canción "Black Cab", incluída en su primer EP, "Maple Leaves", y que se convirtió en uno de sus primeros éxitos. Reúne, como ya señalábamos, el primer material oficial de Jens Lekman, los 3 primeros EP's con Secretly Canadian y diversas colaboraciones en recopilatorios; material, todo él, descatalogado y de muy difícil adquisición, por lo que se antoja como un disco imprescindible para conocer los comienzos musicales del compositor sueco. Tal vez la mayor peculiaridad de la música de Lekman sea el uso de los samplers, que se integran perfectamente en el discurrir de cada tema, apuntalando la estructura sin remitirnos explícitamente a la canción original. La querencia por los loops y los samplers se ve complementada por un gusto por los arreglos elegantes, en los que las cuerdas toman el protagonismo, conformando así el sello de identidad de Jens Lekman. Podríamos calificar el sonido de Lekman como amable, con sutiles arreglos orquestales que le acercan en ocasiones al pop de cámara de bandas como los primeros Belle & Sebastian, y con un sentido del humor que le emparenta con su admirado Jonathan Richman. Además la sensibilidad del compositor sueco nos hace pensar en ocasiones en Stephin Merritt, y su elegante voz recuerda a algunos crooners del pop y del rock, como el eterno Scott Walker; pero no sólo eso, el uso de los samplers nos hace pensar en el Beck más íntimo, y en algunas de las canciones de Lekman hay ecos de bandas tan dispares como Television Personalities, Dexy's Midnight Runners, The Smiths o Beat Happening. Todo ello convierte a Jens Lekman en un músico difícil de catalogar, una rara avis que se empapa de todo aquello que le llega, dando forma a una propuesta muy personal. Es difícil destacar una sola canción de este recopilatorio, porque Lekman se mueve a un nivel altísimo y el disco está repleto de hits, canciones que en un primer momento pueden pasarnos desapercibidas pero que enseguida acabarán metiéndose en nuestra cabeza, de donde se resistirán a salir durante una buena temporada. Entre los samplers que Lekman utiliza en esta colección de canciones podemos citar los siguientes: "Walk Away Renée" de The Left Banke, "By The Time I Get To Phoneix", de Glen Campbell y "Do You Wanna Dance", de The Mamas & The Papas, tres temas que se dan cita en una sola canción, la monumental "Maple Leaves", una de las mejores composiciones de Lekman, y un claro ejemplo de cómo se pueden utilizar los samplers de manera inteligente y creativa. Otro de los grandes momentos del disco llega con "Pocketful of Money", que utiliza un fragmento de "Gravedigger Blues", de Beat Happening, o con el hit "Black Cab", que echa mano de "Mary Jo", de Belle & Sebastian, y de "I've Got Something on my Mind", de The Left Banke, también podemos citar el tema de The Shangri-Las "Remember (Walkin' in the Sand)", que aparece formando parte de "A Sweet Summer's Night on Hammer Hill". Pero no receléis del pobre Jens, no todo son samplers en este disco, ni mucho menos, de hecho las canciones que toman fragmentos prestados son 6 de las 17 que componen este recopilatorio; de modo que los descreídos del arte de la remezcla podrán comprobar como suenan las composiciones de Lekman limpias, sin adulterar. Buen ejemplo de ello son "Sky Phenomenon", con un delicioso piano capaz de emocionarnos por si solo, "Someone to Share my Life with", que bebe del pop spectoriano y del intimismo acústico de bandas como Mojave 3, o "I Saw her at the Anti War Demonstration", que arranca con un precioso arreglo de cuerdas para convertirse en una redonda canción de pop que navega entre el Morrisey más inspirado y el Richman más surrealista. Todas ellas son un ejemplo de la calidad de Jens Lekman como compositor, maravillosas perlas que trufan un disco que suena fresco y variado, eclecticismo bien entendido al servicio de un talento que tiene que darnos todavía muchas alegrías. Ahora es vuestro turno, elegid vuestra favorita, os aseguro que no será tarea fácil.

Tras tres años de frenético trabajo, Jens Lekman anunció en su web que iba a tomarse un largo descanso para trabajar en el material de su segundo disco de estudio, además aseguraba haber aceptado un puesto de empleo en una sala de bingo local. Sin embargo, Lekman abandonó su nuevo trabajo apenas dos días más tarde para dedicarse en cuerpo y alma a su proyecto musical, lo que daría sus frutos en 2007 con la publicación del álbum "Night Falls Over Kortedala". Su última grabación ha visto la luz hace tan sólo unos días, se trata de un nuevo EP, titulado "An Argument with Myself". Entre tanto, Jens Lekman ha ofrecido un buen número de conciertos y ha colaborado con artistas tan diversos como The Ladybug Transistor, El Perro del Mar o Javiera Mena, demostrando que es uno de los músicos más activos y creativos del panorama pop actual.

Una vez más me he vuelto a enrollar más de la cuenta, ya veis en lo que han quedado mis propósitos de enmienda... En fin, vamos echando el cierre a este post con los consabidos enlaces, por supuesto web oficial y myspace de Jens Lekman, además del espacio dedicado en la web del sello Secretly Canadian al músico escandinavo. También he recogido la reseña que de "Oh You're So Silent Jens" se hizo en Pitchfork, así como una entrevista aparecida en la página Super45. Y en último lugar he seleccionado tres enlaces a tres sesiones en directo grabadas por Jens Lekman, la primera con los amigos de La Blogothèque, la segunda para Brass Tree, y la tercera en el entrañable taxi de The Black Cab Sessions. Y por si había pocos videos he completado la entrada con dos más, el clip oificial (al menos eso creo) de la tremenda "Pocketful of Money" y la interpretación de "F Word" que Jens hace para La Blogothèque. Espero que os guste.


JENS LEKMAN- OH YOU'RE SO SILENT JENS


WEB OFICIAL DE JENS LEKMAN

MYSPACE DE JENS LEKMAN


JENS LEKMAN EN SECRETLY CANADIAN

RESEÑA DE OH YOU'RE SO SILENT JENS EN PITCHFORK

ENTREVISTA A JENS LEKMAN EN SUPER45


JENS LEKMAN EN LA BLOGOTHEQUE

JENS LEKMAN EN BRASS TREE SESSIONS


JENS LEKMAN EN THE BLACK CAB SESSIONS

viernes, 5 de agosto de 2011

Darren Hanlon- I Will Love You at All (2010)


Es asombroso el número de personas tatuadas que pueblan nuestras ciudades hoy en día, son tantas que casi hacen que aquellos que lucimos nuestra piel inmaculada nos sintamos extraños, como si perteneciésemos a alguna remota especie humana, perdida en los confines del tiempo. Recuerdo cuando iba al instituto y un amigo decidió hacerse un tatuaje, rápidamente se convirtió en objeto de admiración y de temor a un mismo tiempo; aquel dibujo, grabado para siempre en su epidermis, lo situó en una dimensión diferente a la nuestra. No eran muchas las personas que se tatuaban en aquella época, todavía prevalecía el estigma del tatuaje como algo patibulario y propio de personas de mala vida. Pero la televisión nos fue mostrando poco a poco a jóvenes ídolos de adolescentes tatuados, a modelos y actrices que decoraban sus cuerpos mediante la tinta y la aguja, a intelectualoides de pose peligrosa atraídos por el lado oscuro, a deportistas de éxito mundial que adornaban sus hercúleos cuerpos como si de un lienzo se tratase; así fue como se democratizó el tatuaje. Con el tiempo hemos llegado a la moda del tatuaje adolescente e incluso a la del tatuaje en la tercera edad. Os prometo que el otro día vi a un señor de unos 70 años con un extraño dibujo en uno de sus brazos, cuando me aproximé pude comprobar que se trataba de un perro, un Fox Terrier, el mismo ejemplar que descansaba tumbado a los pies de su amo; un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Últimamente he estado prestando más atención al asunto y he descubierto por mi barrio a prepúberes con latinajos que dudo mucho que sean capaces de traducir (también dudo que estén correctamente escritos), señoras de avanzada edad con rostros infantiles en sus omóplatos, cuellos tatuados, imaginería animal, fascistoide y tribal, todo ello convive en este mundo de locos. ¿Y qué me decís de los piercings? Lo siento pero no puedo con ellos, cuerpos perforados por voluntad propia fruto de un anhelo que no alcanzo a comprender, ¿para qué quiere un ser humano ponerse una argolla en la encía? Lo ví el otro día en la tele y desde entonces me cuesta conciliar el sueño. Quizás me haya vuelto un conservador, aunque cuando me pronuncio políticamente, algo que no suele ocurrir con frecuencia, no me siento como tal. La cuestión es que aborrezco esta absurda moda, y añoro los días en que los tatuados eran unos excluídos sociales y no al contrario. Tal vez por eso cada vez me sienta más próximo a artistas como Jonathan Richman, João Gilberto, y todas aquellas antiestrellas del mundo de la música, personas que aportan su arte y que hacen gala de un peculiar estilo de vida alejado de modas y ridículas tendencias; seres humanos cercanos y entrañables, como Darren Hanlon, que hoy visita Rainy Day Music.

Tras el amable rostro de Darren Hanlon se esconde un veterano de la escena musical australiana, un tipo que ha militado en diferentes formaciones hasta encontrar su propio espacio como solista, siempre bien acompañado por solventes músicos. La afición de Darren por la música le vino gracias a un vecino, profesor de música, que ostentaba una tremenda colección de discos; poco a poco, el joven Darren fue buceando entre aquellos vinilos, sintiéndose irremediablemente atrapado por aquellos sonidos. Más tarde, cuando Darren ingresa en la escuela de música, no tarda en tomar contacto con gente de la escena de Queensland, pasando a engrosar las filas de una banda universitaria llamada Playground. Tras un período de crisis, esta formación volvería a los ruedos musicales con otro nombre, The Simpletons, llegando a realizar una gira por toda Australia. Compartir escenario y vivencias con Shane Gelagin, miembro de The Simpletons, supondrá un antes y un después para Darren Hanlon, y tal vez se pueda citar al desaparecido músico australiano como una de sus principales influencias y estímulos a la hora de componer su propio material. Tras abandonar la disciplina de The Simpletons, nuestro afable aussie pasará de puntillas por otras formaciones, como The Lucksmiths o The Deerhunters, donde colaborará tocando el teclado y la guitarra, y también pasará un año tocando con otro músico australiano, Mick Thomas. Será en los últimos estertores de los 90 cuando el sello Candle Records convenza a Darren Hanlon para grabar sus propias canciones, podemos decir que la carrera en solitario de Hanlon da comienzo en el año 200o con el EP "Early Days". Desde entonces, se ha mostrado como un músico inquieto y prolífico, en este tiempo ha grabado cuatro discos de estudio, además de dos EP's y un buen puñado de singles, colaborando también en varios recopilatorios; todo el material plasmado en recopilatorios, así como las caras B de los singles y algún que otro tema inédito, se reunió en 2009 en el disco "Pointing Ray Guns at Pagans". A lo largo de este tiempo, Darren Hanlon se ha recorrido medio mundo, en solitario y colaborando con otros músicos, como es el caso de Gary Olson y sus Ladybug Transistor. Músico de gran talento, con un singular sentido del humor y con un buen olfato para crear melodías pegadizas, Darren Hanlon ha sido comparado a menudo con Billy Bragg y con Stephin Merritt, músicos a los que admira y de los que se confiesa seguidor y amigo.

"I Will Love You at All" es, hasta la fecha, el último LP de Darren Hanlon, y el primero en ver la luz con el sello Yep Roc. El disco está grabado en la estadounidense ciudad de Portland, con la que el músico australiano mantiene una estrecha relación, y el responsable de la producción del mismo es Adam Selzer, quien también está detrás de trabajos de músicos como The Decemberists, M. Ward o She & Him. El disco es una mezcla de la sencillez folk y del pop inteligente que tan bien domina Hanlon, un compendio de canciones que se mueven por terrenos agridulces, con unas letras que son capaces de sacarnos una sonrisa incluso en las situaciones más insospechadas; Darren Hanlon es ante todo un magnífico contador de historias. En una primera escucha, "I Will Love You at All" puede resultar un disco sencillo y amable, pero si nos exponemos en repetidas ocasiones a las canciones del australiano, nos encontraremos con historias llenas de aristas, así como con un variado catálogo de melodías y detalles que a simple vista pueden pasar desapercibidos, detalles que enriquecen el disco hasta acabar confiriéndole una pátina especial. "Butterfly Bones" es el tema que abre el disco, y es una canción que funciona perfectamente para hacernos una idea de cómo es el recetario musical de Darren Hanlon: una voz cálida, de calidad pero sin grandes alardes, una instrumentación cuidada, con delicados detalles, y un aire melancólico que se mueve en coordenadas próximas al melodrama; al fin y al cabo, qué es la vida sino un enorme melodrama... El testigo lo recoge "Modern History", un notable acústico que incluye voces femeninas y que navega cercano a algunos temas de The Jayhawks. "Scenes from a Separation" es una de las mejores canciones del disco, claro exponente del estilo de Hanlon, una historia que ahonda en las relaciones sentimentales, uno de los ejes compositivos del australiano, que canta al amor y al desamor, pero huyendo de manidos tópicos y creando intimistas historias en torno a curiosas situaciones. El cuarto tema, "All These Things", es el single por excelencia del LP, una canción pegadiza, un ejercicio de ukelele contagioso y delicados arreglos de metales; un delicoso dúo con Shelley Short que en un mundo musical más justo merecería sin duda mejor suerte. "House" es un temazo, una canción que en la primera escucha puede pasar desapercibido, pero que a menudo que nos vamos adentramos en "I Will Love You at All" va creciendo de manera exponencial hasta colarse en nuestra cabeza y en nuestros corazones como uno de los mejores pasajes del álbum, casi ocho minutos en los que descubrimos al Hanlon más íntimo, más emocional. El disco también tiene cabida para momentos más lúdicos, como es el caso de "If Only My Heart Were Made of Stone", que cabalga entre el country y el pop, o la simpática "Folk Insomnia", donde Darren Hanlon hace gala de su inteligente sentido del humor. "Home", es una canción dedicada a su ciudad natal, Gympie, uno de los momentos más ligeros del album junto con la velvetiana "Buy Me Presents", que explora el lado más animado y bailongo de nuestro entrañable australiano. Por último, "What Can We Say?" cierra el disco, una canción con cuidados arreglos de cuerda y piano, con un tono instrumental que roza la épica, un registro que no encaja muy bien con la idiosincrasia del australiano.

Conocí a Darren Hanlon a través de la gira "My Dear Crooner", un proyecto capitaneado por Grabaciones en el Mar y que acercó a nuestro país a dos grandes músicos y amigos, como son Gary Olson y el propio Hanlon, que, perfectamente escoltados por nuestro admirado El Brindador, recorrieron varios puntos de nuestra geografía. En cuanto vi a ese menudo australiano en el escenario, solo con su guitarra, caí rendido a sus pies, su simpatía y su capacidad para contactar con el público le hacen valedor de un más que interesante directo. Cómo resistirse a alguien que se planta en el escenario, saca un papel arrugado de uno de los bolsillos de su pantalón y dice en un torpe español: "Hola, mi nombre es Darren Hanlon, soy australiano y no tengo nada que ver con Russel Crowe" (es obvio el parecido entre el cantante y el célebre actor) . Recientemente, Darren Hanlon, ha colgado en su web fotografías y anotaciones sobre sus conciertos en España. Estoy seguro de que su música y su peculiar universo de historias acabará atrapándoos. Tatuaos su nombre.

Como extras, os dejo unos cuantos enlaces: los oficiales (web y myspace), además del espacio que el músico tiene dedicado en la web de sus dos discográficas, Candle y Yep, también acompaña este texto una reseña de "I Will Love You at All", que apareció en la web de Pitchfork, y dos entrevistas; una de ellas para que perdáis tiempo leyendo e intentando descifrar esa lengua bárbara que es el inglés, y que figura en la web de The Au Review, y otra más atractiva, que podréis disfrutar a través de la web de RTVE, que colgó el audio del programa de Radio 3, Hoy Empieza Todo, y que dedicó su "Entrevista Acústica" a los tres responsables del tour My Dear Crooner. Y si todo esto os sabe a poco, os dejo una buena dosis de videos, los dos clips oficiales de "Butterfly Bones" y "All These Things" (Darren Hanlon es conodido por cuidar mucho sus videoclips, que se aproximan más al coprtometraje que al propio clip musical), y el especial que se le dedicó en Shoot The Player, donde interpreta "Folk Insomnia" y "Scenes from a Separation". Espero que os guste.


DARREN HANLON- I WILL LOVE YOU AT ALL


WEB OFICIAL DE DARREN HANLON

MYSPACE DE DARREN HANLON

DARREN HANLON EN CANDLE RECORDS

DARREN HANLON EN YEP ROC

RESEÑA DE "I WILL LOVE YOU AT ALL" EN PITCHFORK

ENTREVISTA A DARREN HANLON EN THE AU REVIEW

ESPECIAL DEDICADO AL TOUR MY DEAR CROONER EN HOY EMPIEZA TODO

DARREN HANLON EN SHOOT THE PLAYER

sábado, 23 de julio de 2011

Una recomendación: Evripidis and his Tragedies

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Quienes soportáis mis digresiones, y aguantáis estoicamente las "turradas" mentales que puedo llegar a escribir en este blog, os merecéis un monumento en la plaza principal de vuestras respectivas ciudades. Vosotros, como iba diciendo, ya me vais calando y conocéis mi proverbial animadversión hacia esa época del año que en otros seres humanos despierta los más encendidos elogios: el verano. Pues bien, hoy quieros hablaros de algo estrechamente relacionado con el verano: la playa. Como es de suponer, es difícil que te guste la playa si no te gusta el verano, así que habéis acertado, la playa y yo somos una pareja mal avenida, nos vemos las caras una vez al año y a partir del tercer día nos hartamos el uno del otro; no sabéis cuanto lamento contradecir al maestro Jonathan Richman cuando canta aquello de "The beach be one of the best things we got...". Con el paso de los años mi relación con la playa se ha ido agriando más si cabe, probablemente el hecho de no saber nadar tenga mucho que ver en ese deterioro, ya que dicha carencia saca a flote (que bien traída esta expresión) mis más atávicos temores, haciendo asomar mis escasos complejos. Cuando uno era niño no saber nadar podía ser objeto de befa y mofa, pero en la playa podías pasar inadvertido. Uno, que ya es perro viejo en el arte del fingimiento y la impostura, podía emular a Johnny Weissmüller con tan sólo arrodillarse en una zona segura; el efecto, visto desde la toalla, era bastante convincente y no despertaba sospecha alguna en tus acompañantes. Pero con la llegada de la adolescencia la cosa se complicaba, había que convertirse en un macho alfa y aquello de ser un analfabeto del croll y la mariposa estaba sancionado con escarnio público, si podía ser delante de la chica que te gustaba, miel sobre hojuelas para el verdugo en cuestión. No saber nadar limita tu campo de acción en la playa de manera notable, sobre todo, obviamente, en cuestiones acuáticas, ya que te ves limitado al simple remojón, lo que se resume en una entrada-salida fugaz del mar, si uno no quiere que se perciba su tara náutica; la técnica del remojón se comparte con ancianos y niños de edad inferior a los 5 años.

Nunca he tenido un idilio con la playa, probablemente porque nunca he tenido grandes recuerdos relacionados con la misma, más allá del primer baño de G. en aguas mediterráneas. Mi historial amatorio carece de romances playeros, y eso es fundamental para llevarse bien con un lugar. Cuando aspiraba a una plaza de macho alfa, que finalmente me fue denegada, lo que más llamaba mi atención de la playa era la concentración de chicas venidas de otros lugares, aquellas procedencias despertaban en mi púber imaginación todo un catálogo lúbrico de posibilidades eróticas. Huelga decir que todo acercamiento se veía abortado ipso facto, debido a mi enfermiza timídez adolescente y a mi ausencia de pericia a la hora de desenvolverme en la playa. Siempre me han interesado los guiris, dicho sea con todo el cariño, sobre todo porque mi infancia y adolescencia se desarrolló en una época en la que en este país aún se respiraba cierto aire rancio, heredado de tiempos pasados, y la presencia en suelo patrio de ciudadanos de otros países suponía, en ocasiones, la entrada de nuevas ideas y de una conciencia social más avanzada. Eso es lo que más me atraía de niño cuando iba a la playa, los guiris; ver cómo vestían, qué música escuchaban, cómo se comportaban, contemplarlos, en definitiva, podía convertirse en una fuente de inspiración. Así acabé la década de los 80, con un incipiente ramalazo rapero y una indumentaria que prefiero no recordar. Menos mal que mis padres acabarían cambiando la playa por la montaña.

Hoy protagoniza la recomendación habitual de Rainy Day Music un guiri que visitó nuestra costa para quedarse, el griego Evripidis Sabatis y su proyecto musical Evripidis and his Tragedies. Evripidis nació en Atenas, donde recibió una completa formación como pianista clásico, podemos afirmar que su vida siempre ha estado estrechamente relacionada con la música, y desde que descubrió los discos de Mozart que atesoraban sus padres se despertó en él un anhelo muy vivo por convertirse en músico. Desde adolescente ya desarrolla un carácter hedonista que se convertirá en uno de los puntales de su música, el joven Evripidis pasa el tiempo tocando el piano, inventando piezas propias, todas ellas de corte clásico, y dibujando. Tras realizar parte de sus estudios en su país natal y en Londres, en 2004 decide trasladarse a Barcelona, donde concluirá su formación como diseñador y donde tomará forma su proyecto musical; una aventura que había comenzado en solitario durante sus últimos años en Atenas y en Londres. En Barcelona seguirá cultivando su pasión por la música, el dibujo, la escritura y, sobre todo, la vida y el amor, ese eterno sentimiento al que dedicará gran parte de sus composiciones. Evripidis comienza a tocar en algunos locales de la Ciudad Condal, lo hace solo, con la única compañía de su teclado, y poco a poco se va adentrando en la escena independiente barcelonesa, donde no tardará en hacer amigos. De este modo comienza a tomar forma Evripidis and his Tragedies, una banda sujeta a todo tipo de colaboraciones y mutaciones, una apuesta por el pop exquisito que navega entre el minimalismo y los arreglos barrocos, entre las melodías optimistas y los pasajes oscuros, contrastes en los que el piano y las voces se convertirán en los principales protagonistas. Entre los referentes que se suelen citar para referirse a la música de Evripidis figuran Stephin Merritt, The Beach Boys, Belle and Sebastian, The Shangri-Las, The Shirelles, Scott Walker, Jonathan Richman, Kate Bush e incluso el mismísimo J. S. Bach. Los textos de Evripidis huyen de los tópicos, mostrándose inteligentes y cercanos al humor negro, dejándose arrastrar en ocasiones por un romanticismo casi enfermizo y enarbolando en otros momentos la bandera de una mística oscura, tenebrosa.

Tras grabar un single en colaboración con los artistas plásticos Jeleton, para su proyecto "Las Lilas de Jeleton", verá la luz el primer, y homónimo, trabajo de Evripis and his Tragedies, gracias al sello Touchme en el año 2007. El disco se grabó en tan sólo cinco días, debido a lo ajustado del presupuesto, algo que tiene mucho mérito teniendo en cuenta, no sólo el más que notable resultado, sino sobre todo la complejidad de algunos pasajes y la variedad de instrumentos que se empleó en el proceso de grabación. Evripidis y sus compinches cocinan un disco a la vieja usanza, grabándolo en directo, al aire, sin mezclas, esto supone otro enorme mérito ya que el disco suena fresco e instantáneo, pero sin caer en el ameteurismo mal entendido. "Abroad" es la pieza que abre el LP de debut de Evripidis and his Tragedies, y simplemente resulta imposible no dejarse engatusar por la melodía inicial, que se abre con el piano y un coro femenino que dará paso a la más que solvente voz de Evripidis, formando un conjunto que recuerda a las bandas de chicas que tanto gustan al ateniense, un ejercicio de pop melodramático con un ojo puesto en el doo wop; un comienzo redondo y, para quien escribe estas líneas, una de las mejores canciones del disco. En líneas generales podemos calificar el debut de Evripidis and his Tragedies como un disco ambicioso, teniendo en cuenta la estructura y complejidad de algunos temas, la variedad estilística y la duración de los mismos, ya que no hay una sola canción por debajo de los 3 minutos. Los teclados se convierten en los protagonistas absolutos de las canciones de Evripidis, escoltados en todo momento por una cohorte de vocalistas femeninas que arropan las composiciones del músico ateniense, rememorando en varios momentos del disco al preciosismo vocal de The Beach Boys o a los Girl Groups de sello spectoriano. Como ya indicábamos unas líneas más arriba, el disco está lleno de contrastes, de claroscuros que nos conducen del optimismo rutilante a la tenebrosa introspección, podríamos afirmar que lo que predomina es el melodrama, capaz de robarnos una sonrisa para situarnos al borde del llanto trémulo a los dos minutos. Entre los momentos más brillantes del disco podríamos mencionar el ya citado inicio con "Abroad", que se ve perfectamente refrendado con "It's June Again", un tema con un comienzo exuberante, un coro de voces sobresaliente y ramalazos de pop ochentero, y con "Straydog", un tema conmovedor, que hace gala de un fraseo al piano que recuerda algunas Gymnopédies del maestro Erik Satie. "Ru Ru I'd Love To..." es el tema más desenfadado del disco, y también ha de situarse entre lo mejor del repertorio por su carácter adictivo, pop fresco con herencias del musical, presente en detalles como la conversación que el cantante entabla con sus coristas; "I Want to be There" suena melancólica, trayendo a nuestra memoria al Neil Hannon más intimista, es un tema que camina entre el minimalismo del piano y los sutiles arreglos, que destacan por las excelentes voces. Y de entre las favoritas también citaré "Red is the Sky Above the Harbour", el tema más ambicioso del disco, con una duración que sobrepasa los 6 minutos, una canción que se aproxima al cabaret, con un piano trotón y un Evripidis expresivo y dramático en su interpretación, al estilo del primer Rufus Wainwright, un tema que recuerda a los Decemberists más ácidos. El resto del disco mantiene un buen nivel, ofreciendo muestras de la versatilidad compositiva de Evripidis Sabatis, que le lleva de la épica pop, que se respira en cortes como "Transylvania", al surrealismo ambiguo y oscuro de "Some Night are Sleepless", con pasajes próximos al humor negro, como es el caso de "...'Cause I Shall Rise Again!", y flirteos con el pop preciosista y delicado, como en "The Long-Lasting Lovers", un disco que explora registros más contemporáneos y comerciales, ejemplo de ello es "Antarctica", pero sin abandonar el hedonismo marca de la casa, que tanta personalidad aporta a su música. El LP se cierra con "Gregory (We're Coming Out in the Light)", cuyo fraseo de piano recuerda a "Abroad", aunque con otro tempo y con una estructura instrumental más tupida, es como si entre la primera y la última canción del álbum se estableciese una relación a modo de obertura y cierre, funcionando como una de esas obras clásicas que tanto gustaban al pequeño Evripidis. Como sorpresa, tras una breve pausa en la pista número doce, comienza otro tema, en esta ocasión interpretado en griego por Evripidis Sabatis con la única compañía de su teclado.

El disco tendrá una buena acogida por parte de la crítica, y Evripidis comenzará a dar conciertos con su nuevo material, lo que le llevará a diferentes ciudades. El formato de la banda es más que variable: en ocasiones se juntan hasta once personas sobre el escenario, en otras en cambio la formación consiste en el propio Evripidis al frente de su piano. Los cambios, entradas y salidas, en la formación se convierten en una tónica habitual, formando parte del proyecto miembros de conocidas bandas de la escena como Le Pianc o Extraperlo, entre otros; a pesar de ello la apuesta de Evripidis Sabatis no pierde fuelle y sigue dando muestras de una enorme creatividad. A finales de 2007 graban un tema de Magnetic Fields para un disco de homenaje a la banda, y poco más tarde se embarcan en un proyecto audiovisual, grabando nueve temas para el corto de David Bestué "Historia de la Espuma", más recientemente, también pondrían música a otro corto, en este caso de Jordi Cusso, titulado "Hombre caminando". De entre sus últimas grabaciones habría que destacar el tema "All Those Summer Parties", que Evripidis y los suyos grabaron en exclusiva para la web del Barcelonés Magazine, la banda también ha participado este 2011 en el disco "Els Transports", dentro del ciclo Minimúsica (si tenéis niños en casa, echadle un ojo, os va a encantar, y si no los tenéis, también), que pretende acercar las bandas de rock y pop al público infantil, para que dejen de maltratar a sus padres con los Cantajuegos y torturas similares, para el citado disco aportaron dos temas: "Dreamboat" y "Motorbike". Y, obviamente, tenemos que destacar su incursión en el estudio para dar forma a su segundo trabajo, que verá la luz en septiembre de este mismo año y llevará por título "A Healthy Dose of Pain". También hay que destacar la labor de Evripidis Sabatis como diseñador y artista gráfico, un trabajo que ha desarrollado de manera especial en los tres últimos años, y que le ha llevado a colaborar con un buen número de publicaciones, así como en el diseño gráfico de algunos discos, además de participar en exposiciones, tanto colectivas como individuales. En cuanto a su faceta como escritor, tampoco podemos pasarla por alto, ya que recientemente se ha publicado su primer libro, titulado "El Calamor y otros mitos de la intimidad", un trabajo que recoge textos en castellano, letras de sus canciones en inglés e ilustraciones del propio artista, una obra consagrada al amor y a los amantes. Por si esto fuera poco, el polifacético ateniense también se encierra en la cabina y ofrece, con cierta frecuencia, sesiones como D.J. , animando el cotarro en diferentes locales de la noche barcelonesa y madrileña. Evripidis Sabatis, un peculiar personaje con toneladas de talento que no deberíais dejar escapar.

Como broche a esta extensa entrada (parece que volvemos a las andadas...) os dejo una buena dosis de enlaces y videos. En primer lugar los enlaces, por así decirlo, oficiales: la web, el myspace, el blog, el soundcloud y el bandcamp de Evripidis (en estos dos últimos podréis disfrutar de la preview de "A Healthy Dose of Pain", que suena a gloria bendita; serio candidato a disco nacional del año), seguidos de un completo perfil trazado por el propio ateniense en la web de Smoking Rolls, una estupenda entrevista aparecida en la web de Música Heineken y una reseña del primer disco de Evripidis and his Tragedies realizada en Muzikalia. Además un último enlace os llevará a disfrutar de la sesión que la banda grabó para Videotapas, con dos temas inéditos hasta la fecha, no os la perdáis. Y hablando de videos, y para alargar todavía más la entrada, he seleccionado tres: los clips de "Abroad", "Straydog" y "Ru Ru I'd Love To...". No tengáis miedo y daos un chapuzón en las reconfortantes aguas de Evripidis and his tragedies, no os preocupéis si no sabéis nadar. Espero que os guste.


WEB OFICIAL DE EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES

MYSPACE DE EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES

BLOG DE EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES

SOUNDCLOUD DE EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES

BANDCAMP DE EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES


EVRIPIDIS EN SMOKING ROLLS

ENTREVISTA A EVRIPIDIS EN MUSICA HEINEKEN

RESEÑA DE EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES EN MUZIKALIA

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EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES EN VIDEOTAPAS