domingo, 16 de enero de 2011

Una recomendación: Dotore


Hubo un tiempo en el que me gustaban los veranos. Para encontrarlo hay que iniciar la cuenta atrás, ceñirnos la escafandra y viajar a décadas pasadas, repletas de tiempo libre y de tardes con olor a mortadela. ¿Recordáis las emociones del final de curso? las fiestas escolares, la última mirada tímida a aquella chica, a la que venerabas en el más riguroso de los anonimatos, algún que otro adiós, que el tiempo se encargaría de convertir en definitivo, y el dolor de tripa, fruto de la osadía al combinar refrescos, ganchitos y patatas fritas sin orden ni concierto alguno (para que luego hablen de los peligros del alcohol). El verano quedó malherido cuando me hice un adolescente y se abrieron las puertas para que entrasen los demonios propios del acné y de la inseguridad, más tarde recibiría un tiro de gracia cuando entré de lleno en la supuesta vida adulta. Con el tiempo acabaría descubriendo los encantos del otoño y sucumbiría a los días de lluvia, pero aquellos veranos ya nunca regresarían, se perdieron por el camino, con la inocencia y con los sueños de aquellas mentes sin adulterar. El verano hace ya tiempo que dejó de significar ociosidad y diversión para mí, incluso reconozco que la mayoría de los años se me hace largo y pesado, una estación incómoda a la que he acabado cogiendo manía, como a las fiestas populares. Pero de repente te encuentras con alguien que sabe sacarte el verano que llevas dentro, una persona que pone letra y música a tu apatía estival, que huye de los tópicos propios de la estación más popular para dotar de una nueva dimensión melancólica a los soleados días de agosto. Eso es lo que me ha pasado a mí y quiero compartirlo con todos vosotros, os presento a Pablo Martínez Sanromá, alias Dotore, la persona que me ha hecho creer de nuevo en los veranos con su último disco: "Los veranos y los días".

Pablo Martínez Sanromá nace en San Sebastián (ciudad a la que adoro), aunque pronto se convertirá en un trotamundos que dará con sus huesos en diversas partes del planeta, una experiencia que sin duda le enriquecerá en todos los aspectos. A mediados de la pasada década decide tomarse en serio su afición por la música y embarcarse en la complicada tarea de grabar un disco, para ello contará con unos excepcionales compañeros de viaje, los muchachos de Primo, un sello con un gusto exquisito a la hora de elegir artistas y de editar sus trabajos, arte en su máxima expresión. Así es como en septiembre de 2006 comienza el proceso de grabación de "Demonios del otro lado del océano", su impecable tarjeta de presentación musical, un LP en el que queda patente su inclinación hacia el pop intimista, canciones que zozobran entre la melancolía y el optimismo, y que apuestan por un minimalismo preciosista en cuanto a la instrumentación se refiere. Sólo se lanzaron 120 copias de este trabajo, así que si tienes una de ellas en tu poder puedes considerarte un afortunado. La limitadísima tirada de "Demonios del otro lado del océano", unida a las buenas crítica cosechadas, hace que el debut de Dotore pronto se convierta en objeto de culto, lo que supone el espaldarazo definitivo para Pablo Martínez, que se reafirma en su condición de compositor. En 2008 Pablo se muda a Barcelona, las canciones siguen bullendo en su interior y no tardará en toparse con la persona adecuada para dar forma a su segundo trabajo, se trata del chelista y pianista noruego Hävard Enstad, quien aportará la pincelada necesaria para transformar los crepusculares paisajes estivales de Pablo en verdaderas obras maestras. A ellos se sumará otro donostiarra, Iñaki Irisarri, que se encargará de la batería, y como invitado especial figurará en alguno de los temas del disco Pep Arimont, que colaborará con su elegante trompeta.

Lo primero que tuve que hacer al escuchar "Los veranos y los días" fue abrir la página principal de Google y teclear Nanjing, necesitaba saber dónde se encontraba esa ciudad capaz de inspirar una canción tan bonita. "Nadie llora en Nanjing" es el tema que abre el disco, y personalmente creo que es difícil encontrar un mejor comienzo, sin duda esta canción figura entre mis favoritas del año. Las notas sostenidas del chelo y de la guitarra, unidas al tenue redoble con escobillas de la batería, son capaces de crear un clima único, un martilleante sosiego capaz de transportarnos a un espacio atemporal en el que se arremolinan los recuerdos del pasado verano. Los ecos de dos grandes bandas como son Red House Painters y Kings of Convenience, así como la crudeza melancólica de José González, acuden a nuestra cabeza desde la primera escucha, pero sin dejarnos una impronta de copia fácil y ramplona. Creo que ya he hablado en alguna ocasión acerca de la equivocada importancia que, según mi opinión, se concede a la originalidad en nuestra sociedad, ¿o acaso Platón ha pasado a la historia por imitar a Sócrates?. No se puede negar que hay evidentes referencias en la música de Dotore, pero ello no resta ni un ápice de personalidad ni de valor a su propuesta. "La Conversación" tiene un arranque que recuerda a alguna de las composiciones de Mark Kozelek, pero enseguida se desmarca de los tópicos, gracias a la luminosidad que brinda el magnífico chelo de Hävard Enstad y a la magia acústica que es capaz de crear Pablo Martínez Sanromá, que además hace gala de una voz que, aunque sin alardes, es capaz de transmitir honestidad y sosiego, incluso cuando dice cosas como: "Tan guapa que dueles, y así te pienso recordar, yo estaba enamorado de ti y ahora de pronto todo esto se ha ido". Este segundo tema de "Los veranos y los días" es una de esas canciones que van creciendo conforme se escuchan, una composición aparentemente sencilla pero llena de matices y con una enorme capacidad narrativa. "La mañana" es la canción más pegadiza del disco, y no porque tenga vocación de hit pop, sino porque su letra y su melodía son de una cercanía rotunda, si a eso unimos un falsete comedido y elegante, obtenemos como resultado una canción de una inmediatez y de un encanto irresistible. Piano, guitarra y voz, esos son los elementos que Pablo necesita para crear una canción perfecta en apenas dos minutos. "Las dudas" es un tema que guarda cierto encanto mediterráneo, una canción pícara en la que aflora el lado más cálido de Dotore, a ello contribuyen las trompetas de Pep Arimont, que se mezclan acertadamente con la guitarra acústica, dejando un agradable poso de indolencia. Tras ella llega el turno de "Ríes", una de mis favoritas. De nuevo, Pablo Martínez Sanromá, es capaz de crear un temazo con lo mínimo, incluso con una letra que apenas sería capaz de llenar cuatro líneas en una cuartilla; poco más de dos minutos y medio de trance estival en los que uno desea volver a besar los labios de aquel antiguo amor de verano. Otro falsete de diez. "Suenan sonrisas en la playa, suspiros despiertan a la chica y mientras, en la orilla, las olas se olvidan de mí", así empieza "Septiembre", otra canción monumental. Pablo Martínez aparece armado únicamente con su guitarra, hasta que entra el estribillo, con la percusión y el impagable chelo, que irrumpe como los primeros rayos de sol de la mañana en la playa, apenas unos segundos de arrebatadora pasión.

Cuando escuché por primera vez "Los veranos y los días" no le dí mucha importancia a "Isla de Fiesta", estaba demasiado enganchado a "Nadie llora en Nanjing", pero con el tiempo no tardaría en darme cuenta de que esta canción es una de las mejores del segundo disco de Dotore. Me encanta como suena la guitarra acústica en "Isla de Fiesta", y decididamente me encanta el falsete de Pablo, más incluso que cuando canta con su voz limpia, y me parece además que la percusión hace un papel impecable en esta canción, sin eclipsar al conjunto, casi sin notarse, así debería ser la percusión perfecta. La letra juega con el desenfado y el patetismo, algo que me gusta mucho, presentándonos a unos personajes que resultan graciosos muy a su pesar, como ocurre en alguna de las mejores películas de Woody Allen. "Isla de Fiesta" es un tema que esconde mucho más de lo que muestra a simple vista, un caramelo relleno de lirismo estival envuelto en desafecto pop. "Las Ilusiones" nos devuelve al punto de partida, concretamente a "La conversación", es la canción más sombría del disco, con una guitarra de evocación sureña y un inquietante redoble de aire marcial. Regresa el chelo de Hävard Enstad, que cobra un gran protagonismo en "Las ilusiones", y que contribuye a incrementar el desasosiego. En "Cuento de junio" vuelve el atardecer crepuscular que tan bien sabe dibujar Pablo Martínez Sanromá, y con él el contenido falsete que tan buenos resultados le proporciona a lo largo de este LP. "Cuento de junio" es una oda al amor de verano, aquella pasión fugaz que se aparta violentamente de nuestro lado con los últimos calores de septiembre, una pasión que todavía está viva en junio siendo capaz de engendrar sueños e ilusiones; "l'amour fou". Y todo eso Dotore lo consigue con su voz y la única ayuda de una guitarra acústica; conmovedora y preciosa. El décimo corte del disco se titula "El verano", auténtica declaración de intenciones y leitmotiv del segundo disco de Dotore. La sombra de Mark Kozelek es alargada, siendo puntillosos aludiríamos a "Ocean Beach", ese tremendo disco de Red House Painters en el que la tristeza se convierte en arte, pero la súbita aparición del chelo echa por tierra cualquier comparación y dota de entidad propia a esta canción; "El verano ya ha llegado y sabes que te sienta bien". Del mismo modo que el final del verano nos atrapa desprevenidos, nos aproximamos al final del disco, y lo hacemos con dos canciones, la primera de ellas la mántrica "Mejor que antes". Este undécimo corte de "Los veranos y los días" es, para quien esto escribe, otro de los grandes momentos del disco, verdadero minimalismo pop con arreglos exquisitos, una sola frase que funciona como un microrrelato capaz de desencadenar múltiples tramas en nuestras mentes. No hay mejor manera de plasmar aquella vieja máxima que reza que menos es más. "Agosto, Lorea" cierra el disco, se trata de un pasaje instrumental de una delizadeza y una ternura absolutas, no en vano lorea en euskera significa flor, una imagen que recoge perfectamente la fragilidad de esta composición. Pablo Martínez Sanromá huye de artificios y apuesta por la desnudez de una guitarra acústica, haciéndonos volver la mirada al mencionado "Ocean Beach" o a alguno de los temas más estivales de Mojave 3; una forma deliciosa de terminar un disco tan bello como "Los veranos y los días".

Casi sin hacer ruido y con una promoción prácticamente nula, el segundo largo de Dotore se ha situado entre lo mejor del pasado 2010 en la listas nacionales de la prensa especializada. Si bien no siempre hay que fiarse de estas dichosas listas, en esta ocasión no nos queda más que reconocer el acierto de quienes incluyen en dicha selección a "Los veranos y los días"; a mí, desde luego, me parece uno de los mejores trabajos del pasado año, junto con el "Deer Park Mirage" de Mittens y "This is the Beginning of a Beautiful Friendship" de Bigott. Habrá que seguir de cerca a Dotore y ver cómo Pablo Martínez Sanromá vuelve a la carga después de un trabajo tan acertado, un disco que rezuma saudade y melancolía, que hace gala de un comedido optimismo, un album que se mueve entre el folk, la psicodelia y el pop de cámara, sin estridencias, con cierta timidez, como si su creador no quisiera darse cuenta de que ha parido un disco que acabará convirtiéndose en un clásico de nuestro pop; tiempo al tiempo.

Y para que disfrutéis por partida doble os dejo unos suculentos enlaces. El primero de ellos, al myspace de Dotore, como veis una opción clásica en los links de Rainy Day Music, el segundo enlace os conducirá a la web de Primo, el pequeño sello que ha hecho posible este milagro y que ha puesto todo el mimo del mundo en la elaboración de este disco; hacedme caso, compraos este disco, merece la pena por el contenido y por el continente, afortunadamente sigue habiendo gente en este mundo de la música para la que el dinero no es lo más importante, gracias a los muchachos de Primo. En este link podréis leer el texto promocional del lanzamiento del disco y además podréis descargaros el LP de manera gratuita. He seleccionado un tercer enlace, concretamente al Bandcamp de Dotore, desde el que también podéis descargaros el disco por la cara (tranquila señora Ministra, no hiperventile). Si bien los grandes medios no han pasado siquiera de puntillas por el genial trabajo de Dotore, internet si que se ha hecho eco de "Los veranos y los días", algo que he querido plasmar en los enlaces, donde podéis disfrutar de críticas realmente buenas. De este modo, os he dejado enlaces a las páginas de La Fonoteca, Hipersónica, La Nadadora y Mondo Sonoro, donde se habla del segundo disco de Pablo Martínez Sanromá. Y como guinda del pastel, he enlazado una entrevista aparecida en Je ne Sais Pop y un link al programa de radio "La Jungla Sonora" de Eitb, en el que figura Dotore como invitado especial. Finalmente, la consabida sección de videos, donde he querido seguir la postura minimalista de Dotore, en este caso podréis disfrutar de un único video, el video clip oficial de "Nadie llora en Nanjing". Abrid vuestras puertas a un nuevo verano, un verano diferente, sin músicas gritonas y chabacanas, sin calores asfixiantes, sin chulos de playa, sin operación retorno; el verano de Dotore, nuestro verano. Espero que os guste.

MYSPACE DE DOTORE

BANDCAMP DE DOTORE (Descarga gratuita de su último disco)


DOTORE EN LA WEB DE PRIMO


DOTORE EN LA FONOTECA




RESEÑA DE LOS VERANOS Y LOS DÍAS EN MONDOSONORO


ENTREVISTA A DOTORE EN JENESAISPOP


DOTORE EN LA JUNGLA SONORA (La entrevista comienza en el minuto 23:24)