jueves, 17 de marzo de 2011

Fionn Regan- The End of History (2006)


En estos tiempos que corren uno tiene que hacer verdaderos esfuerzos por no convertirse en un paranoico. La visión sesgada que se nos ofrece de la realidad, así como la manipulación a la que somos sometidos por parte de los medios de comunicación y por parte de quienes ostentan el poder (que en muchos casos acaban siendo las mismas personas), hacen que nos preguntemos hasta qué punto somos conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor, o, por decirlo de otra manera, si es verdad todo cuanto se nos muestra. Es inevitable sentirse como un títere indefenso, a merced de una oligarquía mundial que teje y desteje a su antojo. Hace poco más de un mes tuve la ocasión de ver un documental excepcional, que recomiendo encarecidamente a todo el mundo, titulado "Comprar, tirar, comprar" (podéis verlo aquí), en él se analizaba el fenómeno de la obsolescencia programada, es decir, cómo algunos objetos, fundamentalmente electrodomésticos, se conciben y manipulan para tener una duración notablemente inferior a la que podrían alcanzar. En aras del voraz sistema capitalista, que se nutre principalmente del consumo, productos como las bombillas son manipulados para que no sobrepasen las 1500 horas de vida, mientras que existen estudios que han demostrado que podrían alcanzar hasta las 100000 horas de duración. Ese concepto de realidad distorsionada y, lo peor de todo, condicionada, me resulta aterrador, ya que genera una absoluta desconfianza hacia todo aquello que nos rodea. El mundo de la música no escapa a esta mezquina estrategia de control de las masas, y si no decidme ¿qué otra cosa es la radiofórmula? Seguro que más de uno de vosotros ha tenido que aguantar que le llamen "rarito" por escuchar discos que no figuran en los diales más convencionales; como bien señala un buen amigo mío, todo ese tipo de sonidos son "música para gente a la que no le gusta la música". A través de las emisoras más populares se crea un criterio único de lo que debe ser la música y, lo que todavía es peor, de cómo deben sonar las canciones que merecen ser populares o gozar de cierto éxito. Con todo ello se configura un panorama sonoro estándar, un patrón con el que someter a la población, una música de valores planos y sin mensaje que acaba creando ciudadanos acríticos y sin interés alguno en aquello que se sale de la norma; ciudadanos fáciles de controlar. Ellos marcan la pauta, son pocos, en comparación con la cantidad de propuestas sonoras que nos brindan otras alternativas, pero en cambio se arrogan derechos de autor y tienen la poca vergüenza de llamar a lo que hacen "arte". A mí me la traen al pairo los derechos de autor de Alejandro Sanz, como si se quiere gastar todo su dinero en una dentadura de diamantes, sólo quiero que me dejen descargarme libremente la música que me interesa para luego decidir si quiero comprarla, porque sigo siendo uno de esos enfermos que destina parte de su sueldo a adquirir discos, y algunos en vinilo ¿cuánto hace que tiró usted su tocadiscos, señora ministra? Si algo tengo claro es que, como cantaba el viejo Dylan, los tiempos están cambiando, y que internet es la herramienta más poderosa de cuantas ha creado el hombre después de la imprenta. Internet es un grano en el culo para el poder establecido, por eso en países como Irán o Corea del Norte el acceso a la red está controlado y sometido a una férrea censura. El poder de la red en los últimos acontecimientos históricos no es ni mucho menos anecdótico, como ejemplo podemos citar las revueltas en el mundo árabe, y cada vez son más las personas que utilizan internet como medio para exponer una verdad desnuda, a veces descarnada, cruel e incómoda que debería sonrojar a aquellos que se empeñan en maquillar la realidad a su antojo. Internet está cambiando el mundo y la concepción que tenemos de asuntos como la información o el acceso a la cultura, luchar contra ello con la beligerancia que muestran algunas administraciones es negar una realidad, es un acto de cobardía y una muestra de incultura que equivaldría a vivir en los albores del siglo XIX y estar en contra de la máquina de vapor. También hubo quien dijo que el cinematógrafo era un invento condenado a fracasar, e incluso hasta hace poco más de veinte años había quien negaba a la fotografía su entidad artística, el tiempo es un juez verdaderamente cruel con aquellos que se empeñan en negar la realidad. Hoy visita Rainy Day Music un joven que apuesta en su música por la desnudez y la honestidad, valores que muchos asociados de la SGAE desconocen; podéis estar tranquilos, Fionn Regan no manipula absolutamente nada, todo es lo que parece, y a veces es tan bello que asusta.

Fionn Regan nace en Bray, Irlanda, en 1981, sólo un año antes que Naranjito. El pequeño Fionn crece en un ambiente bohemio, auspiciado por las inquietudes artísticas de su familia, parte de su infancia se desarrolla en un hotel junto a la costa, donde los Regan vivían y trabajaban. Su padre, músico, le familiarizará con los instrumentos, así, este jovencito irlandés ya tocaba el piano, el violín y la guitarra antes de los 10 años. Fionn Regan creció escuchando blues y folk, en múltiples entrevistas cita a Leadbelly o a Woody Guthrie como grandes influencias, pero también se acercó a grandes bandas como The Velvet Underground, e incluso disfrutó de formaciones como Nirvana, al igual que cualquier teenager de mediados de los 90. Fionn Regan no tardaría en subirse a un escenario y en recorrer el país siendo todavía un adolescente, por lo que se puede afirmar que desde muy joven tuvo clara su vocación. La primera grabación oficial de Fionn Regan tiene lugar bajo el nombre de Bilbo, se trata de un EP titulado "Slow Wall", corría el mes de octubre del año 2000. A principios del nuevo milenio Fionn Regan se muda a Brighton, donde acabará firmando con el pequeño sello independiente Anvil Records, con ellos grabará un single y tres EP's: "Little Miss Drunk" en 2002, "Reservoir" en 2003, "Hotel Room" en 2004 y "Campaign Button" en 2005. Regan se mostrará en estas grabaciones como un cantautor clásico, en la línea del folk de principios de los 70, un músico influenciado por Nick Drake, y por su contemporáneo, Damien Rice, con quienes será comparado en lo sucesivo. En poco tiempo, Fionn se convierte en un músico con un futuro muy prometedor, un pequeño genio al que no tardaría en echar sus redes el exquisito sello Bella Union, que le ofrece grabar su disco de debut, será en 2006 bajo el título de "The End of History".

Fionn Regan quería que su disco sonase cercano e íntimo, de modo que no dejó que ningún divo con tendencia a la sobreproducción pusiese las manos sobre su retoño, él mismo produciría el disco, con la única ayuda de Simon Raymonde, capo de Bella Union y antiguo componente de The Cocteau Twins, en las mezclas. La idea que tenía Regan consistía en realizar una grabación analógica, haciendo tomas en directo, de este modo, no en vano, parte del disco está grabada en un abandonado granero de piedra con una grabadora portátil, sin trampa ni cartón. El disco se abre con "Be Good or Be Gone", el tema del disco que más difusión ha tenido gracias, entre otras cosas, a su aparición en la banda sonora de la exitosa serie Anatomía de Grey. Pero no os dejéis engañar, "Be Good or Be Gone" no tiene nada que ver con el pop facilón que suele sonar en la citada serie, ni despide el aroma a almíbar que caracteriza a las historias de estos médicos de ciencia ficticia, muy al contrario, estamos ante una cosa muy seria, algo que se demuestra en frases como ésta: "I Have Become an Aerial View of a Coastal Town That You Once Knew", tome nota, doctora. La guitarra arpegiada se convertirá en el santo y seña de Regan a lo largo de todo el disco, el irlandés se muestra como un buen guitarrista, con una técnica muy depurada que recuerda la forma de tocar de Nick Drake o de Bert Jansch. Aparte de eso, unos escuetos coros dan una nota de color a la canción, eso es todo. "The Underwood Typewriter" sigue los mismos esquemas, aunque añade una percusión prácticamente imperceptible y unas notas de cello; en tan solo dos canciones Fionn Regan ha planteado toda una declaración de intenciones y ha creado dos monumentos con los que se ha erigido en pieza fundamental dentro del panorama del folk contemporáneo. Más de uno se habrá quedado ya pegado al sillón, sorprendido ante lo que ha escuchado, pero todavía falta mucho por descubrir en este enorme disco, "Hunters Map", nos adelanta alguno de los instantes más brillantes de "The End of History". El tercer tema del disco tiene un halo oscuro que lo aleja del folk amable que tanto se estila hoy en día y lo sitúa próximo a las latitudes de otro gran maestro, Mark Kozelek y sus Red House Painters. La guitarra subiendo y bajando, las cuerdas pellizcadas y rasgadas, el sutil cello, la tenue percusión y las voces de acompañamiento, todo en esta canción me parece conmovedor y brillante. Pero espera, ni se te ocurra levantarte para ir al baño, porque Fionn Regan contraataca con otro de los momentazos del disco, "Hey Rabbit". Basta con escuchar las primeras estrofas del disco de debut de Fionn Regan para darnos cuenta de la importancia que le concede a las letras, sin duda nos hallamos ante un fantástico contador de historias, algo que sorprende por la temprana edad de Regan. En ocasiones parece como si Regan hubiese escrito la letra antes de componer la música, ello hace que resulte complicado insertar el texto en el cuerpo de la canción, forzando en determinados momentos la dicción y el fraseo, lo que otorga un mérito extra a la hora de cantar y resolver los temas con la brillantez con que lo hace el joven irlandés. "Hey Rabbit" es buena muestra de ello, pero no es una excepción, como veremos en lo sucesivo. Musicalmente hablando, el tercer corte del disco se asemeja a un vals, un formato que se ajusta cómodamente al fraseo de Regan y que le permite cierta versatilidad a la hora de cantar. Fionn Regan ha encendido la locomotora y no piensa parar, de modo que vuelve a la carga con "Black Water Child"; canela en rama. Esta vez la percusión es más patente, en forma de batería con escobillas, y la voz de Regan aparece empastada con otra que le dota de mayor profundidad. El ritmo se acelera un poco con respecto a los temas precedentes y Regan se atreve incluso con un leve falsete en la parte final del tema; todo ello hace que el disco no resulte plano a la primera escucha, aportando matices diferentes. Casi sin tiempo para recuperarnos de tanta intensidad emocional, nos topamos de frente con "Put a Penny in The Slot", uno de los puntos álgidos del album; sí ya sé que he dicho esto en más de una ocasión, pero es que el disco raya a un nivel muy alto. El sexto tema del disco es, como señala Stewart Mason en su reseña para allmusic, un clásico instantáneo, una canción que nos atrapa desde el primer acorde y que nos remite al folk de los años sesenta y a la música tradicional del período entreguerras. Únicamente suprimiría el coro que aparece en la parte central, preferiría que el total de la canción quedase desnudo, tal y como lo concibe Regan en la mayor parte del tema. A pesar de ello "Put a Penny in The Slot" es un tema como la copa de un pino, con una letra compleja , que cabalga entre la ironía y la melancolía, y que hace alusión a dos grandes escritores, como son Paul Auster y Saul Bellow.

Unos timbales abren fuego en el séptimo tema de "The End of History", dando paso a una guitarra rasgada y a la voz de Fionn Regan, se trata de "The Cowshed", una canción más convencional pero que no por ello baja el listón. La intensidad emocional se recupera rápidamente merced a otro gran tema, "Snowy Atlas Mountains", que recupera al Regan oscuro de "Hunters Map". Es curioso, pero oyendo temas como éste, y más leyendo atentamente la letra, uno tiene la extraña sensación de que algo está a punto de ocurrir, que algo va a explotar delante de nuestras narices, tal y como ocurre con alguna de las disputas conyugales de Raymond Carver; hay que reincidir en el talento literario de Fionn Regan, capaz de recrear escenas de una fuerza poética arrolladora. "Noah (Ghost in a Sheet)" es el noveno corte de "The End of History", una canción que sigue indagando en la faceta menos amable del folk, un tema que transmite una tristeza conmovedora. Personalmente, es la canción del disco que más me recuerda a Nick Drake, una canción mucho más compleja de lo que a simple vista puede parecer, una canción en la que las pausas y los silencios juegan un importante papel. La décima canción del LP es la que le da nombre, "The End of History", un tema con una letra ambigua y una base musical que deja pasar algún rayo de sol después de la oscuridad de los dos temas anteriores. Las voces están especialmente cuidadas y el trabajo de guitarras oscila entre los arpegios y las notas repetitivas a modo de mantra, una muestra de minimalismo bien entendido y enriquecido. "Abacus" es el penúltimo tema del disco, y muestra a un Regan desnudo que se enfrenta con la única ayuda de su voz y una guitarra a la titánica tarea de atrapar al oyente durante dos minutos y medio, un examen que el irlandés supera con nota. Y así llegamos al final de la mano de "Bunker or Basement", el duodécimo corte del LP, una maravilla en la que se introduce un tenue piano que acompaña a la voz y a la guitarra de Fionn Regan, que hace un trabajo sobresaliente con las seis cuerdas. En torno a los 3 minutos y 20 segundos, la canción da un giro, se oscurece y se vuelve instrumental, alcanzando un desarrollo que la llevará hasta los 6 minutos y medio de duración, y en los que piano y guitarra se reparten el protagonismo (acompañados de un escueto cello), creando entre ambos una bellísima atmósfera; imaginaos a Erik Satie haciendo folk a principios de los 70. Tras unos inquietantes instantes de silencio, Regan regresa para interpretar una canción sorpresa que permanece oculta en el minutaje de la última pista, se trata de "Campaign Button". En este caso merece la pena esperar, ya que nos encontramos a un Regan menos comedido en su fraseo y con más matices en su forma de cantar, un cantante como la copa de un pino que interpreta de manera soberbia una melodía con aroma a folk añejo; una bonita forma de cerrar un disco soberbio, uno de los mejores debuts de los últimos años.

La crítica sucumbió al encanto de "The End of History", a la frágil voz de Fionn Regan y a la sutil poesía de sus letras, el primer disco del irlandés apareció en un buen número de listas junto a lo mejor de 2006. El éxito del disco en el Reino Unido, haría que el sello estadounidense Lost Highway Recordings se hiciese con la distribución del album en los USA, abriendo las puertas de un enorme mercado al joven irlandés. Más tarde llegarían las giras, los festivales de verano y las nominaciones a importantes premios, como los Meteor Music Awards, que premian a los mejores artistas irlandeses, y en los que Regan estaría nominado como mejor intérprete masculino y como artista revelación, los Choice Music Prize, donde competiría para hacerse con el título de mejor album del año, o los prestigiosos Mercury Prize, a los que también optaría. No cabía la menor duda de que Fionn Regan había triunfado con su primer trabajo, ahora tocaba esperar la reválida con su segundo LP. Muchos eran los que se frotaban las manos pensando en el segundo disco del irlandés, los más mezquinos ya tenían escrita la crítica desde hacía tiempo, las plumas afiladas estaban listas para hablar de continuismo y de autocomplacencia, pero hete aquí que el joven genio les haría esperar cuatro años, los que han transcurrido hasta que "The Shadow of an Empire" viese la luz en febrero de 2010. Y justo cuando las críticas simplonas estaban a punto de enviarse a imprenta, los críticos descubrieron que el segundo disco de Regan se abría a la electricidad; justo como hiciese en su día Bob Dylan con "Bringing it All Back Home"; lo siento chicos, os han roto la cintura. Fionn Regan sorprende y se reinventa en su segundo largo, huye del camino fácil y del cliché y entrega un soberbio disco en el que explora registros diferentes del intimismo y de la melancolía de "The End of History", creando así una obra que se complementa con su antecesora ejerciendo de perfecto contrapunto y trazando una evolución coherente, que le lleva de lo acústico a lo eléctrico sin dejar de ser el magnífico contador de historias que es.

Como broche a esta entrada os dejo con los enlaces y los vídeos. Entre los enlaces encontraréis los ya habituales, que os conducirán al myspace y a la web oficial de Fionn Regan, además he seleccionado un link que os llevará al espacio que la discográfica Lost Highway Records tiene dedicado al músico irlandés, y que está bastante completo. Más adelante os daréis de bruces con dos reseñas de "The End of History", la primera en lengua culta, en Zona Musical, y la segunda en la lengua del Imperio, en la web de la BBC. Por si esto os parece poco, he recogido una entrevista a Fionn Regan realizada para la web Music Snobbery, y no sólo eso, sino que también podréis disfrutar de nuestro hombre en una de esas maravillosas sesiones a las que nos tienen acostumbrados los chicos de The Black Cab Sessions, y como colofón, he querido enlazar la web Lyricskeeper, donde podréis encontrar las letras de "The End of History". En cuanto a los videos, he escogido dos, el primero de ellos es el videoclip oficial de "Put a Penny in The Slot", mientras que el segundo muestra a Fionn Regan interpretando en directo, y al aire libre, el tema "Hey Rabbitt" para Electric Picnic TV; ambas canciones están incluídas en "The End of History" . Espero que os guste.

WEB OFICIAL DE FIONN REGAN

MYSPACE DE FIONN REGAN

FIONN REGAN EN LA WEB DE LOST HIGWAY RECORDS


RESEÑA DE THE END OF HISTORY EN ZONA MUSICAL



RESEÑA DE THE END OF HISTORY EN LA WEB DE LA BBC

ENTREVISTA A FIONN REGAN EN THE MUSIC SNOBBERY

FIONN REGAN EN THE BLACK CAB SESSIONS

LETRAS DE THE END OF HISTORY EN LYRICSKEEPER




FIONN REGAN- THE END OF HISTORY