sábado, 23 de julio de 2011

Una recomendación: Evripidis and his Tragedies

Enlace
Quienes soportáis mis digresiones, y aguantáis estoicamente las "turradas" mentales que puedo llegar a escribir en este blog, os merecéis un monumento en la plaza principal de vuestras respectivas ciudades. Vosotros, como iba diciendo, ya me vais calando y conocéis mi proverbial animadversión hacia esa época del año que en otros seres humanos despierta los más encendidos elogios: el verano. Pues bien, hoy quieros hablaros de algo estrechamente relacionado con el verano: la playa. Como es de suponer, es difícil que te guste la playa si no te gusta el verano, así que habéis acertado, la playa y yo somos una pareja mal avenida, nos vemos las caras una vez al año y a partir del tercer día nos hartamos el uno del otro; no sabéis cuanto lamento contradecir al maestro Jonathan Richman cuando canta aquello de "The beach be one of the best things we got...". Con el paso de los años mi relación con la playa se ha ido agriando más si cabe, probablemente el hecho de no saber nadar tenga mucho que ver en ese deterioro, ya que dicha carencia saca a flote (que bien traída esta expresión) mis más atávicos temores, haciendo asomar mis escasos complejos. Cuando uno era niño no saber nadar podía ser objeto de befa y mofa, pero en la playa podías pasar inadvertido. Uno, que ya es perro viejo en el arte del fingimiento y la impostura, podía emular a Johnny Weissmüller con tan sólo arrodillarse en una zona segura; el efecto, visto desde la toalla, era bastante convincente y no despertaba sospecha alguna en tus acompañantes. Pero con la llegada de la adolescencia la cosa se complicaba, había que convertirse en un macho alfa y aquello de ser un analfabeto del croll y la mariposa estaba sancionado con escarnio público, si podía ser delante de la chica que te gustaba, miel sobre hojuelas para el verdugo en cuestión. No saber nadar limita tu campo de acción en la playa de manera notable, sobre todo, obviamente, en cuestiones acuáticas, ya que te ves limitado al simple remojón, lo que se resume en una entrada-salida fugaz del mar, si uno no quiere que se perciba su tara náutica; la técnica del remojón se comparte con ancianos y niños de edad inferior a los 5 años.

Nunca he tenido un idilio con la playa, probablemente porque nunca he tenido grandes recuerdos relacionados con la misma, más allá del primer baño de G. en aguas mediterráneas. Mi historial amatorio carece de romances playeros, y eso es fundamental para llevarse bien con un lugar. Cuando aspiraba a una plaza de macho alfa, que finalmente me fue denegada, lo que más llamaba mi atención de la playa era la concentración de chicas venidas de otros lugares, aquellas procedencias despertaban en mi púber imaginación todo un catálogo lúbrico de posibilidades eróticas. Huelga decir que todo acercamiento se veía abortado ipso facto, debido a mi enfermiza timídez adolescente y a mi ausencia de pericia a la hora de desenvolverme en la playa. Siempre me han interesado los guiris, dicho sea con todo el cariño, sobre todo porque mi infancia y adolescencia se desarrolló en una época en la que en este país aún se respiraba cierto aire rancio, heredado de tiempos pasados, y la presencia en suelo patrio de ciudadanos de otros países suponía, en ocasiones, la entrada de nuevas ideas y de una conciencia social más avanzada. Eso es lo que más me atraía de niño cuando iba a la playa, los guiris; ver cómo vestían, qué música escuchaban, cómo se comportaban, contemplarlos, en definitiva, podía convertirse en una fuente de inspiración. Así acabé la década de los 80, con un incipiente ramalazo rapero y una indumentaria que prefiero no recordar. Menos mal que mis padres acabarían cambiando la playa por la montaña.

Hoy protagoniza la recomendación habitual de Rainy Day Music un guiri que visitó nuestra costa para quedarse, el griego Evripidis Sabatis y su proyecto musical Evripidis and his Tragedies. Evripidis nació en Atenas, donde recibió una completa formación como pianista clásico, podemos afirmar que su vida siempre ha estado estrechamente relacionada con la música, y desde que descubrió los discos de Mozart que atesoraban sus padres se despertó en él un anhelo muy vivo por convertirse en músico. Desde adolescente ya desarrolla un carácter hedonista que se convertirá en uno de los puntales de su música, el joven Evripidis pasa el tiempo tocando el piano, inventando piezas propias, todas ellas de corte clásico, y dibujando. Tras realizar parte de sus estudios en su país natal y en Londres, en 2004 decide trasladarse a Barcelona, donde concluirá su formación como diseñador y donde tomará forma su proyecto musical; una aventura que había comenzado en solitario durante sus últimos años en Atenas y en Londres. En Barcelona seguirá cultivando su pasión por la música, el dibujo, la escritura y, sobre todo, la vida y el amor, ese eterno sentimiento al que dedicará gran parte de sus composiciones. Evripidis comienza a tocar en algunos locales de la Ciudad Condal, lo hace solo, con la única compañía de su teclado, y poco a poco se va adentrando en la escena independiente barcelonesa, donde no tardará en hacer amigos. De este modo comienza a tomar forma Evripidis and his Tragedies, una banda sujeta a todo tipo de colaboraciones y mutaciones, una apuesta por el pop exquisito que navega entre el minimalismo y los arreglos barrocos, entre las melodías optimistas y los pasajes oscuros, contrastes en los que el piano y las voces se convertirán en los principales protagonistas. Entre los referentes que se suelen citar para referirse a la música de Evripidis figuran Stephin Merritt, The Beach Boys, Belle and Sebastian, The Shangri-Las, The Shirelles, Scott Walker, Jonathan Richman, Kate Bush e incluso el mismísimo J. S. Bach. Los textos de Evripidis huyen de los tópicos, mostrándose inteligentes y cercanos al humor negro, dejándose arrastrar en ocasiones por un romanticismo casi enfermizo y enarbolando en otros momentos la bandera de una mística oscura, tenebrosa.

Tras grabar un single en colaboración con los artistas plásticos Jeleton, para su proyecto "Las Lilas de Jeleton", verá la luz el primer, y homónimo, trabajo de Evripis and his Tragedies, gracias al sello Touchme en el año 2007. El disco se grabó en tan sólo cinco días, debido a lo ajustado del presupuesto, algo que tiene mucho mérito teniendo en cuenta, no sólo el más que notable resultado, sino sobre todo la complejidad de algunos pasajes y la variedad de instrumentos que se empleó en el proceso de grabación. Evripidis y sus compinches cocinan un disco a la vieja usanza, grabándolo en directo, al aire, sin mezclas, esto supone otro enorme mérito ya que el disco suena fresco e instantáneo, pero sin caer en el ameteurismo mal entendido. "Abroad" es la pieza que abre el LP de debut de Evripidis and his Tragedies, y simplemente resulta imposible no dejarse engatusar por la melodía inicial, que se abre con el piano y un coro femenino que dará paso a la más que solvente voz de Evripidis, formando un conjunto que recuerda a las bandas de chicas que tanto gustan al ateniense, un ejercicio de pop melodramático con un ojo puesto en el doo wop; un comienzo redondo y, para quien escribe estas líneas, una de las mejores canciones del disco. En líneas generales podemos calificar el debut de Evripidis and his Tragedies como un disco ambicioso, teniendo en cuenta la estructura y complejidad de algunos temas, la variedad estilística y la duración de los mismos, ya que no hay una sola canción por debajo de los 3 minutos. Los teclados se convierten en los protagonistas absolutos de las canciones de Evripidis, escoltados en todo momento por una cohorte de vocalistas femeninas que arropan las composiciones del músico ateniense, rememorando en varios momentos del disco al preciosismo vocal de The Beach Boys o a los Girl Groups de sello spectoriano. Como ya indicábamos unas líneas más arriba, el disco está lleno de contrastes, de claroscuros que nos conducen del optimismo rutilante a la tenebrosa introspección, podríamos afirmar que lo que predomina es el melodrama, capaz de robarnos una sonrisa para situarnos al borde del llanto trémulo a los dos minutos. Entre los momentos más brillantes del disco podríamos mencionar el ya citado inicio con "Abroad", que se ve perfectamente refrendado con "It's June Again", un tema con un comienzo exuberante, un coro de voces sobresaliente y ramalazos de pop ochentero, y con "Straydog", un tema conmovedor, que hace gala de un fraseo al piano que recuerda algunas Gymnopédies del maestro Erik Satie. "Ru Ru I'd Love To..." es el tema más desenfadado del disco, y también ha de situarse entre lo mejor del repertorio por su carácter adictivo, pop fresco con herencias del musical, presente en detalles como la conversación que el cantante entabla con sus coristas; "I Want to be There" suena melancólica, trayendo a nuestra memoria al Neil Hannon más intimista, es un tema que camina entre el minimalismo del piano y los sutiles arreglos, que destacan por las excelentes voces. Y de entre las favoritas también citaré "Red is the Sky Above the Harbour", el tema más ambicioso del disco, con una duración que sobrepasa los 6 minutos, una canción que se aproxima al cabaret, con un piano trotón y un Evripidis expresivo y dramático en su interpretación, al estilo del primer Rufus Wainwright, un tema que recuerda a los Decemberists más ácidos. El resto del disco mantiene un buen nivel, ofreciendo muestras de la versatilidad compositiva de Evripidis Sabatis, que le lleva de la épica pop, que se respira en cortes como "Transylvania", al surrealismo ambiguo y oscuro de "Some Night are Sleepless", con pasajes próximos al humor negro, como es el caso de "...'Cause I Shall Rise Again!", y flirteos con el pop preciosista y delicado, como en "The Long-Lasting Lovers", un disco que explora registros más contemporáneos y comerciales, ejemplo de ello es "Antarctica", pero sin abandonar el hedonismo marca de la casa, que tanta personalidad aporta a su música. El LP se cierra con "Gregory (We're Coming Out in the Light)", cuyo fraseo de piano recuerda a "Abroad", aunque con otro tempo y con una estructura instrumental más tupida, es como si entre la primera y la última canción del álbum se estableciese una relación a modo de obertura y cierre, funcionando como una de esas obras clásicas que tanto gustaban al pequeño Evripidis. Como sorpresa, tras una breve pausa en la pista número doce, comienza otro tema, en esta ocasión interpretado en griego por Evripidis Sabatis con la única compañía de su teclado.

El disco tendrá una buena acogida por parte de la crítica, y Evripidis comenzará a dar conciertos con su nuevo material, lo que le llevará a diferentes ciudades. El formato de la banda es más que variable: en ocasiones se juntan hasta once personas sobre el escenario, en otras en cambio la formación consiste en el propio Evripidis al frente de su piano. Los cambios, entradas y salidas, en la formación se convierten en una tónica habitual, formando parte del proyecto miembros de conocidas bandas de la escena como Le Pianc o Extraperlo, entre otros; a pesar de ello la apuesta de Evripidis Sabatis no pierde fuelle y sigue dando muestras de una enorme creatividad. A finales de 2007 graban un tema de Magnetic Fields para un disco de homenaje a la banda, y poco más tarde se embarcan en un proyecto audiovisual, grabando nueve temas para el corto de David Bestué "Historia de la Espuma", más recientemente, también pondrían música a otro corto, en este caso de Jordi Cusso, titulado "Hombre caminando". De entre sus últimas grabaciones habría que destacar el tema "All Those Summer Parties", que Evripidis y los suyos grabaron en exclusiva para la web del Barcelonés Magazine, la banda también ha participado este 2011 en el disco "Els Transports", dentro del ciclo Minimúsica (si tenéis niños en casa, echadle un ojo, os va a encantar, y si no los tenéis, también), que pretende acercar las bandas de rock y pop al público infantil, para que dejen de maltratar a sus padres con los Cantajuegos y torturas similares, para el citado disco aportaron dos temas: "Dreamboat" y "Motorbike". Y, obviamente, tenemos que destacar su incursión en el estudio para dar forma a su segundo trabajo, que verá la luz en septiembre de este mismo año y llevará por título "A Healthy Dose of Pain". También hay que destacar la labor de Evripidis Sabatis como diseñador y artista gráfico, un trabajo que ha desarrollado de manera especial en los tres últimos años, y que le ha llevado a colaborar con un buen número de publicaciones, así como en el diseño gráfico de algunos discos, además de participar en exposiciones, tanto colectivas como individuales. En cuanto a su faceta como escritor, tampoco podemos pasarla por alto, ya que recientemente se ha publicado su primer libro, titulado "El Calamor y otros mitos de la intimidad", un trabajo que recoge textos en castellano, letras de sus canciones en inglés e ilustraciones del propio artista, una obra consagrada al amor y a los amantes. Por si esto fuera poco, el polifacético ateniense también se encierra en la cabina y ofrece, con cierta frecuencia, sesiones como D.J. , animando el cotarro en diferentes locales de la noche barcelonesa y madrileña. Evripidis Sabatis, un peculiar personaje con toneladas de talento que no deberíais dejar escapar.

Como broche a esta extensa entrada (parece que volvemos a las andadas...) os dejo una buena dosis de enlaces y videos. En primer lugar los enlaces, por así decirlo, oficiales: la web, el myspace, el blog, el soundcloud y el bandcamp de Evripidis (en estos dos últimos podréis disfrutar de la preview de "A Healthy Dose of Pain", que suena a gloria bendita; serio candidato a disco nacional del año), seguidos de un completo perfil trazado por el propio ateniense en la web de Smoking Rolls, una estupenda entrevista aparecida en la web de Música Heineken y una reseña del primer disco de Evripidis and his Tragedies realizada en Muzikalia. Además un último enlace os llevará a disfrutar de la sesión que la banda grabó para Videotapas, con dos temas inéditos hasta la fecha, no os la perdáis. Y hablando de videos, y para alargar todavía más la entrada, he seleccionado tres: los clips de "Abroad", "Straydog" y "Ru Ru I'd Love To...". No tengáis miedo y daos un chapuzón en las reconfortantes aguas de Evripidis and his tragedies, no os preocupéis si no sabéis nadar. Espero que os guste.


WEB OFICIAL DE EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES

MYSPACE DE EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES

BLOG DE EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES

SOUNDCLOUD DE EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES

BANDCAMP DE EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES


EVRIPIDIS EN SMOKING ROLLS

ENTREVISTA A EVRIPIDIS EN MUSICA HEINEKEN

RESEÑA DE EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES EN MUZIKALIA

Enlace


EVRIPIDIS AND HIS TRAGEDIES EN VIDEOTAPAS

miércoles, 20 de julio de 2011

Montreal- A Summer's Night (1970)


Llegamos pronto para hacernos con un buen sitio, era importante figurar en las primeras filas si uno no quería perderse detalle de lo que iba a ocurrir. Al instante, aquella explanada, que todavía no había sufrido los estragos del ladrillo, ya estaba abarrotada. Mi abuelo aprovechaba la ausencia de mi abuela, quien no quería verse envuelta en semejantes follones, para fumar, mientras yo observaba absorto todo lo que sucedía a mi alrededor; tenía 15 años y todavía no me incomodaban las muchedumbres. No paraba de llegar gente, algunos ataviados de manera estrambótica, combinando colores que sólo el libertinaje estético de los ochenta era capaz de tolerar. La megafonía atronaba aquel tramo de carretera, haciéndose dueña y señora del cotarro, anunciando regalos y promociones, calentando el ambiente. Los responsables de la organización se esmeraban en que todo estuviese controlado, poniendo especial mimo en la seguridad, las motos de la policía hacían su aparición, desatando los primeros nervios entre los presentes. Tras un par de horas de espera comenzaron a escucharse los primeros gritos, producía un cierto respeto el contagio de esa masa sonora que se aproximaba, in crescendo, hasta resultar ensordecedora. Sin apenas darnos cuenta nos vimos imnersos en aquella locura, una catársis de gritos, exclamaciones, algunas de ellas malsonantes, palabras de ánimo y aplausos, que se entremezclaban con una marea de claxones y sirenas, capaces de seducir al mismísimo Odiseo. Nos hallábamos en pleno trance cuando desfilaron ante nuestros ojos todo tipo de colores, si pestañeabas te perdías el espectáculo. Y entre aquellos vertiginosos fotogramas multicolor, el ruido, jamás olvidaré ese ruído, sonaba como un tremendo escape de gas, un ensordecedor susurro metálico. Recuerdo ver el color amarillo, y el verde; el verde era uno de mis favoritos, aunque todos nos habíamos dado cita allí con la esperanza de verle a él, de verle ganar obviamente. Pero todo fue tan rápido, fue algo tan fugaz que en cierta manera me decepcionó, jamás pensé que aquel pelotón de ciclistas pudiese ser tan veloz, sólo pudimos ver con detalle a los rezagados, aquellos que, arrojada la toalla, ya no se preocupaban por los segundos perdidos. Con todos aquellos sentimientos encontrados regresamos a casa, donde nos esperaba el escarnio público de mi abuela, que nos abroncó por no haber conseguido ninguno de esos regalos que todo el mundo lucía orgulloso por las calles - ¡Lilas, que sois unos lilas, ni una gorra habéis cogido!- nos dijo con una franqueza demoledora. La escena se produjo en Jaca el 18 de julio del año 1991, durante la llegada del Tour de Francia, hace justo 20 años. A la mañana siguiente repetimos el ritual, decepcionados, por no haber visto a Perico Delgado cruzar la línea de meta en primer lugar, nos reunimos de nuevo para ver el ceremonial de las firmas y la salida neutralizada. No eramos conscientes de que estábamos asistiendo a un hecho histórico, ni mucho menos de que el protagonista del mismo iba a ser otro, aquel 19 de julio nació en Jaca Miguel Indurain, Miguelón, un tipo que nos hizo engancharnos al ciclismo y que abolió la siesta en España durante 5 veranos consecutivos. Es curioso como podemos encontrarnos en el lugar exacto y en el momento exacto sin ser conscientes de ello, es asombroso todo aquello que nos tiene deparado el azar, incluso a un lila como yo.

Hoy se asoma a esta lluviosa bitácora una banda que sin darse cuenta hizo un disco muy grande, un LP que pasó sin pena ni gloria por la historia de la música del siglo XX, hasta que en 2008 el sello Fallout reeditó una gema que se había convertido en pasto de coleccionistas; hablamos de Montreal y de su disco "A Summer's Night". Esta banda canadiense mezcla de manera soberbia el folk con la psicodelia y el jazz, poniendo especial cuidado en las voces, y haciendo gala de una sobria instrumentación, que huye de propuestas barrocas y grandilocuentes pero que arropa perfectamente a las voces principales a base de flauta, piano y sitar. Encontrar información acerca de Montreal en internet sin que Google te transporte a páginas de viajes es casi imposible, es por eso que me he dejado llevar en la introducción de esta entrada, ya os adelanto que hoy Rainy Day Music no va a parecer la Wikipedia. A pesar de ello podemos situarnos en el contexto histórico en el que aparece este disco, que fue grabado en Nueva York en el año 1970, unos meses antes de la célebre crisis que agitó los cimientos sociopolíticos canadienses, la Crisis de Octubre. Esta tensa y delicada situación fue fruto del agitado escenario ideológico y político del Canadá de los años sesenta y setenta, que con la irrupción en escena del denominado FLQ (Front de Libération du Québec) vivió sus momentos más complicados durante el citado mes del año 1970. Esta organización terrorista se atribuyó dos secuestros con los que intentó chantajear al gobierno canadiense, que acabaría declarando la ley marcial ante la gravedad de los hechos. Finalmente la crisis se zanjó con uno de los secuestrados asesinado y con el arresto de las dos células terroristas autoras del secuestro. Aquel controvertido escenario tendría sus consecuencias en todos los campos de la sociedad, y fundamentalmente supondría el final del terrorismo en Canadá y la apuesta definitiva por una vía democrática y pacífica hacia la independencia de Québec, algo que se vería también reflejado en la música. En los años posteriores a la crisis de octubre proliferarán las bandas y los cantautores de mensaje nacionalista, músicos que se expresan en francés y que apuestan por el folk y el rock progresivo como lenguaje musical. En medio de este panorama aparece Montreal, una banda de una delicadeza exquisita y con una apuesta musical diferente que poco tiene que ver con la de aquellos que triunfan propagando la doctrina nacionalista. Tal vez esa sea la clave para entender por qué el éxito de "A Summer's Night" fue tan escaso, tendrían que pasar unas cuantas décadas para que supiésemos apreciar en su justa medida el valor de este disco.

"A Summer's Night" contará con Fran Losier como vocalista principal, que con su deliciosa voz llenará de magia el disco, Jean Cousineau se encargará de la guitarra, mientras que al piano y al bajo estará Gilles Losier, este será el núcleo de Montreal, que además contará con la colaboración de cuatro músicos estadounidenses de relumbrón: Skeeter Camera, a la percusión , el flautista de jazz Jeremy Steig, el multinistrumentista Buzz Linhart, que se encargará del teclado eléctrico y del vibráfono, y el mismísimo Richie Havens, que además de coproducir el disco colaborará tocando el sitar en alguno de los temas. Definitivamente este LP debía haber sido todo un éxito en su momento, pero resultó demasiado atrevido para las emisoras más comerciales, que no se atrevían a pinchar un tema de casi 8 minutos como "Infinity", y al mismo tiempo resultó poco comprometido para quienes se habían involucrado en una nueva causa; no olvidemos que "A Summer's Night" está íntegramente cantado en inglés, con la excepción del tema que da título al disco, que introduce un par de estrofas en francés con un impostado y exagerado acento inglés. Personalmente destacaría dos canciones de entre todas las que componen el único LP de Montreal, y esas son, curiosamente, las dos primeras. "What About The Wind?" es un temazo de principio a fin, la voz de Fran, las acústicas creando un hipnótico bucle, y los bucólicos y lisérgicos susurros de la flauta, hacen de ella un tema inolvidable que te engancha desde el primer segundo. "A Summer's Night" no es tan brillante como "What About the Wind?", pero tiene algo adictivo, tal vez se deba al sentido del humor que destila su letra, con ese francés macarrónico que acabaría siendo la tumba comercial de esta banda, o al evocador "tumbao" que proporciona la percusión y el bajo en este tema, es posible que se deba al jazzístico pasaje central de la canción, un minuto de oro que muestra la calidad de los músicos que grabaron este LP, o quizás a la voz de los dos hermanos Losier que empasta a la perfección en los primeros compases de la canción. Sea como fuere, "A Summer's Night" resulta tan evocadora como lo pretende su título y se alza con uno de los primeros puestos en esta notable colección de canciones. El resto del disco no desmerece, aunque cuenta con algunos altibajos y el nivel de los primeros temas será difícil de igualar. Mención aparte merece el delicado teclado de "Circles and Lines", canción en la que Fran se destapa, una vez más, como una magnífica vocalista, sobria y seductora al estilo de las cantantes francesas, con un cierto aire masculino, o la sección rítmica de "Sometimes in Stillness", que raya al mejor nivel de la banda. En las aproximaciones más ortodoxas al jazz clásico, como es el caso de "Third Floor Walkup", Montreal baja un poquito el listón, y suena como una banda de club dedicada a interpretar standards. Hablando de standards, la banda hace una personal revisión de "Summertime", que suena fresca y original gracias a las voces dobladas de Fran y a la sobresaliente interpretación del flautista Jeremy Steig. "Every Passing Moment" y "Round and Round" se comportan como dos canciones correctas, que resultan agradables sin aportar grandes novedades, y en las que la voz de Fran recuerda, más que nunca, a la Nico de "Chelsea Girl". Y por último, "Infinity", la apuesta más arriesgada del disco, casi 8 minutos de acid folk que cuentan con el sitar de Richie Havens y en los que Montreal se muestra como una banda atrevida, que se mueve con comodidad en diferentes registros, dando forma a otro de los grandes momentos de "A Summer's Night".

Montreal tuvo una vida efímera, de hecho no grabaría ningún disco oficial después de este "A Summer's Night", pero su legado se antoja importante con el paso de los años, ya que su único LP ha ganado peso específico dentro del nutrido pelotón de bandas folkies y psicodélicas de finales de los sesenta y principios de los setenta, todo ello debido a la indudable calidad de sus composiciones. Unos temas que encuentran el contrapunto perfecto entre el vanguardista lenguaje de la psicodelia y las maneras tradicionales del folk, haciendo que las canciones resulten asequibles sin resultar vulgares. La historia de esta banda canadiense y de su LP es un ejemplo más de trabajos que no han sabido valorarse en su debido momento, discos que han necesitado un tiempo de reposo para poder ser debidamente degustados por los paladares más exquisitos, los de aquellos abnegados coleccionistas que pusieron especial ahínco en que este ignorado y atípico disco de folk se convirtiera en un referente dentro de su género, hasta el punto de que se le dedicase la reedición que tanto se merecía y que contribuiría a darle una segunda oportunidad a un álbum que en su día mereció mejor suerte, sin duda alguna. Yo también merecía mejor suerte a la hora de buscar enlaces en la red, pero creedme que no he encontrado una sola referencia de enjundia al disco de Montreal, es por eso que el apartado de enlaces de esta entrada figura raquítico, si alguien conoce alguna reseña de calidad o quiere aportar algo a lo aquí señalado no tiene más que utilizar los comentarios para ello, cualquier colaboración será bien recibida. Para los yonquis de la información, como yo, os dejo un fantástico artículo aparecido en El País, con motivo del vigésimo aniversasio del primer maillot amarillo de Miguel Indurain. En cuanto a los videos, más de lo mismo, no he encontrado uno sólo, alguna pista de audio en Youtube con la imagen fija de la portada del LP y punto, así que me he decantado por dejar dos pistas de audio y hacer uso de Goear, que hacía mucho tiempo que no echaba mano de esta herramienta; las elegidas han sido mis dos favoritas: "What About The Wind?" y "A Summer's Night". Ojalá vosotros estéis siempre en el lugar indicado y en el momento indicado, el azar es caprichoso y nos tiene reservadas todo tipo de sorpresas, pero no olvidéis que un día se puede ver fracasar a Perico Delgado y al día siguiente, y sin ser consciente de ello, presenciar el nacimiento de un mito, como fue Miguel Indurain; la vida es así de voluble y por ello nunca se debe perder la esperanza. Espero que os guste.

MONTREAL- A SUMMER'S NIGHT


INDURAIN, 20 AÑOS A SU PESAR

viernes, 15 de julio de 2011

The School- Loveless Unbeliever (2010)


Como cada año, para desgracia de los yonquis de la lluvia y de los ocres otoñales, el verano ya está aquí. Una vez más, quienes me conocen me oirán despotricar acerca de los rigores estivales, las fiestas de los pueblos y la indumentaria veraniega; de los aromas corporales mejor no hablamos. Probablemente sólo haya una cosa del verano que me guste, y ésa es la música. Curiosamente, a pesar de mi adicción a los sonidos "lluviosos", hay algo en la música veraniega que me atrapa irremediablemente, pero ojo, no estoy hablando de la música de chiringuito ni de las manidas canciones del verano, sino de sonidos luminosos y animados, aquellos que se dejan llevar por el hedonismo y los amores intensos y fugaces propios del estío; otro día si queréis hablamos de mi encuentro con Georgie Dann, totalmente verídico. Pues bien, hay discos que huelen a verano, pero no a ese verano de mar y loción solar, ni siquiera al de bus urbano del mes de agosto en hora punta (cientos de axilas descontroladas y en pie de guerra), son discos que huelen a vida, pedazos de plástico que desbordan un engañoso optimismo y que son capaces de dibujarte una sonrisa con apenas una cuantas notas. Hoy me he convertido en Ebenezer Scrooge y he sido visitado por el fantasma del verano pasado, así que, poseído por una desconocida euforia veraniega, os traigo uno de esos discos. Ya sé que "Loveless Unbeliever" se editó el año pasado, pero estoy casi convencido de que este 2011 va a ser vuestro disco del verano, si todavía no me creéis, seguid leyendo.

The School surgen en el año 2007 como el proyecto en solitario de Liz Hunt, quien hasta entonces había militado en The Loves, será a partir de entoces cuando esta galesa dé rienda suelta a su creatividad musical, facturando un pop luminoso, con regusto sesentero y de una sobresaliente exquisitez melódica, que pone especial celo en los arreglos y las voces. El talento de Liz Hunt no pasó desapercibido para Elefant Records, que no dudó en ofrecerle un contrato cuando The School apenas había echado a rodar como banda; tan sólo habían ofrecido cuatro conciertos teloneando a Saturday Looks Good To Me cuando firmaron con el sello español. The School no esconden sus influencias, que van desde los Girl Groups de los 50's y 60's, o el sonido Phil Spector, a formaciones clásicas como The Beach Boys, e incluso compañeros de generación como Camera Obscura o Lucky Soul. Con esos mimbres, y una fuerte dosis de personalidad aportada por su líder, la formación galesa dará forma a dos singles en el año 2008: "All I Wanna Do" y el EP "Let It Slip". Ambas referencias tendrán una fantástica acogida y proporcionarán una estupenda carta de presentación a la banda, que se embarcará en una intensa gira por diversos países europeos. Al mismo tiempo, The School participarán en varias sesiones para la BBC, convirtiéndose en uno de los grupos del momento dentro del panorama pop, siendo presentados como el relevo de Belle and Sebastian y Camera Obscura. A lo largo de 2009 la popularidad de The School sigue en aumento, y sus canciones figuran en varios recopilatorios, graban temas nuevos, entre ellos una versión del tema de Left Banke "And Suddenly", que figurará en un single compartido con George Washington Brown, además continúan ofreciendo directos e incluyen dos de sus temas en la banda sonora de la película española "Yo también". Todo ello contribuirá a allanar el terreno para la grabación del primer LP de la banda de Cardiff en abril de 2010, que incluirá varias de las canciones que ya habían grabado junto a composiociones nuevas.

"Loveless Unbeliever" es toda una declaración de principios, un álbum en el que Liz Hunt y el productor Ian Catt se obsesionan en conseguir el sonido pop perfecto. El resultado es un disco brillante, en el más amplio sentido del término, un disco con un sonido cristalino y con unas melodías capaces de atrapar al oyente desde la primera escucha. La puesta de largo de The School suena a disco atemporal, a temprana obra maestra que figurará en lo sucesivo en los hitos del pop de nuestro actual siglo XXI. Pero para obtener este resultado fue necesario tiempo y muchísimo esfuerzo, no en vano la formación cambiará de miembros en varias ocasiones a lo largo de la grabación del LP; a pesar de todo ello, el resultado es magnífico. "Loveless Unbeliever" está compuesto por las cuatro canciones que figuran en el EP "Let It Slip", las dos del single "All I Wanna Do", y 7 nuevas composiciones, llevando todas la firma de Liz Hunt, salvo dos de ellas, "All I Wanna Do" y "I Want You Back", donde la galesa comparte autoría con el guitarrista Simon Stone. Una vez más, hay que entonar el tópico que afirma que The School no inventan nada nuevo; puro perogrullo ¿acaso alguien les pide que lo hagan? No es mi caso, desde luego. Ya hemos hablado de las influencias de estos galeses, que vuelven a plasmarse en su primer LP, no obstante, The School consiguen un disco fresco, demostrando que son una formación que se mueve muy bien entre la melancolía y el hedonismo, con una gama instrumental y estilística que abarca desde el pop de cámara hasta el sunshine pop, sin dejar de lado interesantes ramalazos soul. Resulta complicado destacar una única canción de este disco, yo prefiero hacer hincapié en su maravilloso comienzo, con una sucesión de canciones inolvidables que se convierten en himnos instantáneos, canciones que hablan de amores y desamores, costumbrismo pop que no pretende cambiar el mundo pero que nos ayuda a espantar nuestros demonios, bien por identificación y empatía, o bien a través de la pista de baile, aquella que jamás debió cerrarse para discos como "Loveless Unbeliever". "Let It Slip" abre el disco como un cañonazo, una adictiva golosina pop, una canción perfecta que nos deja pidiendo más. Pronto nuestro voraz apetito se verá colmado con temazos del calibre de "Is He Really Coming Home?", "Valentine", "I Want You Back", "Is It True?" y "I Love Everything", un comienzo sin mácula, perfecto. Sin ser una mala canción, "Can't Understand" baja un poquito el nivel, que se recupera enseguida con "The One Who Left Me" y con la animada "Hoping and Praying", uno de los hits del disco, cuyo final trae a nuestra memoria el "Shout!" de los Isley Brothers. "Summer's Here" nos deja un cierto regusto ochentero, pero podéis estar tranquilos, ni rastro de sintetizadores ni de laca, acto seguido aparece "Shoulder" al rescate, un himno barnizado con el sabor agridulce que deja el final del verano, para dar paso a "All I Wanna Do", una canción que podría llevar perfectamente la firma de Neil Hannon (es obvia la semajanza del fraseo del piano con "Everybody Knows (Except You)". Finalmente, la amarga "I Don't Believe In Love" cierra el disco, se trata de uno de los temas que más recuerda a esos Camera Obscura de la primera época que tanto gustan a Liz Hunt y los suyos, aunque a mí también me recuerda a otra gran banda como es The Essex Green. La acogida de "Loveless Unbeliever", por parte de la crítica especializada y del público (que es al fin y al cabo quien consume los discos), fue realmente buena, figurando enseguida entre los mejores trabajos del pasado 2010. Poco a poco, The School va ganando enteros como una de las principales apuestas del pop de calidad, aquel que no entiende de modas y que apuesta por unas raíces bien definidas y reconocibles. Sinceramente, creo que muy poca gente puede resistirse a un disco como "Loveless Unbeliever", así que, mientras llega una nueva entrega de Liz Hunt y sus compinches, seguiremos pulsando el play del reproductor para disfrutar de esta maravilla, sea verano u otoño.

Y así llegamos al cierre de esta entrada, a la que echamos la persiana en forma de enlaces. En primer lugar los clásicos, web oficial y myspace de la banda, junto con el completísimo espacio que Elefant dedica a The School en su web. A continuación dos reseñas de "Loveless Unbeliever", una en lengua culta, en la web de Je Ne Sais Pop, y otra en lengua bárbara, realizada por la BBC. Además podréis desempolvar los cassettes de Planeta DeAgostini y poner a prueba vuestro inglés para disfrutar de una magnífica entrevista realizada a Liz Hunt en la web SoundsXP, y por último la actuación completa de la banda en los conciertos de Radio 3; canela en rama. No podrían faltar además los vídeos, dos en esta ocasión, los clips oficiales de dos temazos de "Loveless Unbeliever": "Let It Slip" y "Hoping and Praying". Y recordad, lo mejor del verano es que cuando empieza ya queda menos para que llegue el otoño; si a eso le añadimos, como banda sonora, canciones como las de este "Loveless Unbeliever", obtendremos como resultado un verano más llevadero. Espero que os guste.


THE SCHOOL- LOVELESS UNBELIEVER




WEB OFICIAL DE THE SCHOOL

MYSPACE DE THE SCHOOL


THE SCHOOL EN LA WEB DE ELEFANT



RESEÑA DE LOVELESS UNBELIEVER EN JE NE SAIS POP

RESEÑA DE LOVELESS UNBELIEVER EN LA WEB DE LA BBC


ENTREVISTA A LIZ HUNT EN SOUNDSXP

THE SCHOOL EN LOS CONCIERTOS DE RADIO 3