jueves, 30 de septiembre de 2010

Bill Callahan- Sometimes I Wish We Were An Eagle (2009)


Hola ¿Hay alguien ahí? La verdad es que esperaba encontrarme con la única respuesta de mi eco, no es para menos después de otra ausencia de más de siete meses. Sinceramente, he estado muy tentado de abandonar el blog, de tirar la toalla; la falta de tiempo y una nueva intromisión, por parte de los inquisidores de la red, que ha acabado retirando una de las entradas de Rainy Day Music, han sido dos motivos más que importantes. Pero siempre hay algo que me hace regresar, supongo que soy como el asesino, ése que, según reza la máxima criminológica, siempre regresa al lugar del crimen. En mi caso, el motivo que me ha impulsado a retomar esta bitácora ha sido el hecho de comprobar que todavía hay gente que sigue visitándola, gente que sigue dando muestras de cariño y que deja sus comentarios en espera de una pronta respuesta, gente que mantiene la ilusión por abrir la página principal de Rainy Day Music y encontrarse con una nueva entrada; a todos vosotros, un millón de gracias. Gracias también a los responsables de Blogger por aplicar un filtro que controla el spam en los comentarios, últimamente se había convertido en una verdadera pesadilla, uno empieza abriendo un blog para hablar de música y acaba haciendo publicidad de Viagra y de señoritas de compañía ¿no tiene nada que decir la SGAE al respecto? A partir de ahora si alguien quiere dejar un comentario en alguna entrada deberá identificarse, en caso contrario el filtro de Blogger lo enviará a la papelera. Esta vez no os voy a aburrir con historias personales, voy a retomar Rainy Day Music como si sólo hubieran transcurrido dos semanas desde el último post, así que la familia bien, gracias; comencemos. Hace unos meses tuve la suerte de ver a Bill Callahan en directo, y simplemente puedo decir que es una experiencia increíble, sí, digo bien, una experiencia, porque presenciar un directo de un monstruo de la talla de Bill Callahan o de Will Johnson trasciende lo meramente escénico y se convierte en una especie de viaje interior, un instante en el que todo se detiene y donde sólo existe la voz de Bill Callahan y el rítmico compás de tu respiración. Bill Callahan ya se había asomado a este blog, lo había hecho con "Red Apple Falls", una maravilla en la que se cobija bajo el pseudónimo de Smog, pero en esta ocasión nos encontramos con un músico desnudo, sin artificios, que firma con su propio nombre. Así que se nos plantea la primera duda de esta entrada ¿de quién vamos a hablar, de Smog o de Bill Callahan? y no sólo eso ¿repetiremos todo lo dicho en el post de "Red Apple Falls"? Tengo una buena noticia para todos vosotros, voy a ser breve, o al menos lo intentaré. Ciertamente, el post de Smog contiene una completísima información acerca de la carrera de Bill Callahan, de modo que os remito a él si queréis documentaros o necesitáis refrescar la memoria (pinchar AQUÍ). ¿Qué voy a hacer, cómo voy a plantear esta entrada? Pues sinceramente, no lo sé, así que deseadme suerte.

Veinte años utilizó Bill Callahan el alias de Smog, hasta que en 2007 vio la luz el EP "Diamond Dancer" y poco más tarde el LP "Woke on a Whaleheart", el cambio de nombre, o más bien la recuperación de su propia identidad, acarrea pequeños, aunque notables, cambios en lo musical. "Diamond Dancer" se aleja del aire pastoral y country que flotaba sobre "A River Ain't Too Much To Love", su último trabajo como Smog, abriendo la puerta a nuevos sonidos, con líneas de bajo cercanas al funk, de hecho algunos críticos lo calificaron como una mezcla de funk y western. La voz inconfundible de Callahan sonaba como en cualquier disco de Smog, grave, intensa, atormentada, pero daba la sensación de que unos rayos de luminosidad pop se colaban por las rendijas de sus canciones. No hay nada malo en ello, es lícito querer llegar a más gente, sonar más comercial, por así decirlo, pero cuando uno se acostumbra al caviar ya no quiere probar sucedáneos, y si por algo nos gusta el caviar que nos ofrece Bill Callahan es por su carga dramática, por su engañosa sencillez compositiva e instrumental, por su humor negro, por el tono maravillosa y hermosamente triste de sus historias, relatos hilvanados con puntadas maestras en su voz irrepetible. Algo de todo éso se había diluído en sus dos primeras grabaciones como Bill Callahan, dando como resultado dos trabajos, que sin ser mediocres, no están a la altura de sus mejores registros. Sería en abril de 2009 cuando el bueno de Bill regresaría con un nuevo disco dispuesto a recuperar su trono, aquel que le corona como uno de los cantautores (qué extraña me suena siempre esta palabra, parece que vayan a aparecer los grises de un momento a otro y vayan a disolver este blog) más talentosos de su generación, ésta es la historia de "Sometimes I Wish We Were An Eagle".

El segundo LP del rebautizado Bill Callahan nos devuelve a unas raíces mejoradas de su mejor versión como Smog, basta con escuchar temas como "Jim Cain", el corte que abre el disco, para darnos cuenta de que nos encontramos ante uno de los mejores trabajos de Callahan, si no el mejor. Una vez que conocemos los pormenores de "I Wish We Were An Eagle", uno de los detalles que más nos llama la atención es la forma en que se grabó el disco. Bill Callahan contrató a unos músicos con los que grabó las canciones que iban a componer el album, todas las canciones, y después se fue de gira por Sudamérica y los USA y envió esa grabación al productor y arreglista del disco, Brian Beattie, que dotaría a las canciones de cuerdas y vientos allí donde se requiriesen. Beattie, conocedor del carácter y de los gustos de Callahan, grabó los arreglos con todos los músicos en torno a un sólo micro, como se hacía antaño, sin mezclas de ningún tipo, registrando el sonido en directo, con ello consiguió recuperar el espíritu de los mejores trabajos de Callahan como Smog, aquéllos en los que se apreciaba una inclinación por la experimentación, pero mostrando al mismo tiempo una decidida apuesta por la sencillez y por la espontaneidad, a caballo entre el ameteurismo y la profesionalidad, como quien se convierte en un genio por accidente, sin ser consciente de la grandeza de sus creaciones. Esta peculiar producción evidencia cómo Callahan ha perdido el miedo atroz a los productores, aquel que caracterizaba sus primeras grabaciones (consultar el post de "Red Apple Falls"), realizadas en cintas caseras, por lo tanto nos encontramos ante un artista que ha alcanzado su madurez creativa, que conoce los entresijos del mercado y que confía en un escudero más que honesto y talentoso para su cruzada musical, a sabiendas de que va a saber alcanzar las cotas compositivas y creativas a las que él no ha sido capaz de llegar; su perfecto complemento. Pero centrémonos en las canciones que componen este "I Wish We Were An Eagle"; como ya indicábamos, todo comienza con "Jim Cain", un verdadero temazo que recupera al Callahan seminal. "Jim Cain" está inspirada en la figura de James M. Cain, escritor conocido por la novela "El Cartero Siempre Llama Dos Veces", un autor oriundo de Maryland, como Callahan, y protagonista de una vida llena de sombras, y es una canción en la línea de las composiciones que dieron notoriedad a Callahan, impregnada de una engañosa sencillez, con una letra que rebosa poesía y una instrumentación sin excesos pero brillante. Los violines de "Jim Cain", sobre todo en el tramo final de la canción recuerdan a algunas producciones del mejor pop orquestado de los 60's y los primeros 70's, mientras que la voz de Callahan te atrapa desde el primer instante y te invita a acompañarle en un viaje de contrastes, de momentos tristes y de instantes hilarantes por su surrealismo, de sueños sinsentido y de fragmentos impregnados de la más cruda y brutal realidad; "Jim Cain" es el inicio perfecto, la canción que muchos contemporáneos de Callahan llevan años intentando escribir. "Eid Ma Clack Shaw" es el segundo corte del disco, una oda al universo onírico del autor, una puerta abierta al indomable y seductor mundo de los sueños, una canción con una magnífica sección de cuerda y con un estribillo que se instala en el cerebro al momento, como un mantra que no puedes dejar de repetir: “show me the way to shake a memory”. "The Wind and The Dove", es el ejemplo perfecto de cómo Callahan se inspira en la naturaleza para engalanar algunas de sus canciones, de hecho el título del disco no es una casualidad ni un capricho, es toda una declaración de intenciones, una excusa para adentrarse en lo más profundo de los sentimientos humanos mediante metáforas que a menudo aluden al mundo natural y animal. El diálogo entre los instrumentos eléctricos y los de cuerda es sublime, y los arreglos de aire oriental dotan a este tema de una enorme personalidad, haciéndole figurar entre las mejores canciones del disco. Pero mis dos debilidades vienen de la mano, formando un tándem irrepetible, dos canciones que han pasado por derecho propio a formar parte de la banda sonora de mi vida, "Rococo Zephyr" y "Too Many Birds".

"Rococo Zephyr" es pura poesía, probablemente el tema más bello de este disco, una joya repleta de sutiles detalles, en la que la maestría de Callahan y el saber hacer de Beattie en la producción alcanzan uno de sus puntos álgidos, una canción en la que nada sobra y en la que nada falta, y es que poco se puede añadir a estrofas como ésta: “She lay beside me like a branch from a tender willow tree / I was as still as a river could be”; sobran las palabras. "Too Many Birds" muestra al Callahan más relajado, el que rebaja la intensidad de las emociones y apuesta por los juegos de palabras, haciendo gala de una poética minimalista y luminosa. Es otra muestra de cómo la naturaleza sirve de inspiración a Callahan para reflejar los sentimientos humanos y así componer un temazo como la copa de un pino (valga la comparación naturalista también por mi parte). Es un tema que hace presencia en el momento exacto, justo en el ecuador del disco, rebajando la tensión emocional pero sin perder por ello un ápice de calidad ni caer en la más mínima frivolidad. "My Friend", es una canción que Callahan dedica a su perro fallecido. Comienza con una desnudez enternecedora, por unos instantes tenemos la impresión de que podemos pellizcar el nylon de las cuerdas de la guitarra de Callahan, pero súbitamente, en torno al minuto de duración, la canción avanza con paso firme hacia otros derroteros que anuncian la épica del siguiente corte, alternando el positivo balbuceo inicial con pasajes más dramáticos. "All Thoughts Are Prey to Some Beast", es el tema más ambicioso, en lo que a composición se refiere, del disco, es la canción que más instrumentos introduce y en la que los coros tienen mayor protagonismo. Es la antesala a la parte más oscura y personal de este viaje, que tiene en el siguiente corte, "Invocation of Ratiocination", su clímax, que sirve de puente perfecto para enlazar con el último corte de "Sometimes I Wish We Were An Eagle". "Faith/Void" retrata al Callahan más íntimo, aquel que nos abre de par en par las puertas de su espiritualidad y que abre fuego con toda una declaración de intenciones, una frase en torno a la que gira el grueso de la canción: “it’s time to put God away”; una frase, de gran dureza por su contundencia y por su implicación, que contrasta con la amable instrumentación con la que se abre la canción. Uno tiene la impresión de encontrarse con un Callahan liberado, redimido al abandonar definitivamente la fe que con total escepticismo se negaba a abrazar, y todo ello lo consigue creando una canción de una sencillez abrumadora, pero de una trascendencia y de una calidad incontestables. "Faith/Void" posee los mejores arreglos de cuerda de todo el disco, unos violines que nadan entre el pop orquestado de los 60's y los mejores medios tiempos de la primera Motown; simple y llanamente magia.

"Sometimes I Wish We Were An Eagle" figuró en casi todas las quinielas de la crítica especializada como uno de los mejores discos de 2009, esa prensa musical, obsesionada por etiquetar y por evaluar todo cuanto de sí da el mercado discográfico, y que parece empeñada en hacer eternos (y aburridos) rankings, se rindió ante el monumental trabajo de Bill Callahan, que emprendería una importante gira para dar a conocer su disco. Fue precisamente en esa gira en la que yo me encontré con Bill Callahan, con su poesía, sus metáforas, su sobrecogedora tristeza y su humor negro, su desnudez sobre el escenario, su honestidad como creador; fue en esa gira en la que yo me enamoré perdidamente de este disco. También en 2009, Bill Callahan colaboró en dos discos de tributo, el primero de ellos dedicado a Judee Sill, interpretando el tema "For a Rainbow", y el segundo homenajeando a Kath Bloom, con el tema "The Breeze/My Baby Cries". En marzo del presente año vio la luz "Rough Travel for a Rare Thing", un doble LP que recoge un directo grabado en 2007, y hace apenas dos meses el sello Drag City publicó la novela "Letters To Emma Bowlcut" escrita por el propio Callahan, quien anteriormente ya había publicado libros y escritos relacionados con el mundo del arte. Como podéis comprobar, os había dicho que iba a ser breve y, una vez más, os he engañado, espero que no me lo tengáis en cuenta. Como premio por vuestra paciencia os dejo unos suculentos enlaces, el primero de ellos, como suele ser habitual, al myspace del padre de la criatura, en este caso Bill Callahan, el segundo a la magnífica crítica de "Sometimes I Wish We Were An Eagle" aparecida en Jenesaispop, y que me ha ayudado enormemente a la hora de redactar esta entrada, os la recomiendo, y aprovecho para dar las gracias a Raúl Guillén, autor de la misma. El tercer link os llevará a otra crítica del disco, en este caso en lengua bárbara, y que aparece en Drowned In Sound, he encontrado además un curioso enlace en la web de la revista chilena Paula.cl, donde Rodolfo García nos cuenta su cita con Callahan, con quien quedó para hacerle una entrevista, es un artículo que ayuda a entender la personalidad del artista, así que echadle un ojo, un quinto enlace os dirigirá a una entrevista, también en lengua extranjera, realizada a Callahan en abril de 2009 por la web Prefix Magazine, y el último de los enlaces recoge el apartado que la National Public Radio (NPR) dedica al bueno de Bill. Y de postre dos vídeos, uno de la entrañable serie Black Cab Sessions, que recoge a Bill Callahan interpretando "River Guard" (tema perteneciente al disco "Knock Knock" editado en 1999 como Smog), y otro impagable documento audiovisual en el que podréis ver a Callahan en directo cantando "Too Many Birds", de éste, su último disco de estudio. Y por mi parte, nada más, simplemente agradeceros, de nuevo, que sigáis ahí y desearos que disfrutéis con este disco tanto como yo. Espero que os guste.




MYSPACE DE BILL CALLAHAN

SOMETIMES I WISH WE WERE AN EAGLE EN JENESAISPOP

SOMETIMES I WISH WE WERE AN EAGLE EN DROWNED SOUND (En Inglés)

ENTREVISTA A BILL CALLAHAN EN PAULA.CL

ENTREVISTA A BILL CALLAHAN EN PREFIX MAGAZINE

BILL CALLAHAN EN NPR




BILL CALLAHAN- SOMETIMES I WISH WE WERE AN EAGLE