martes, 30 de noviembre de 2010

Noah and the Whale- First Days of Spring (2009)

Todos tenemos algún amigo que tiene una concepción un tanto peculiar de lo que significa la sinceridad, un amigo que en un momento dado, y sin que tú le pidas su opinión al respecto, se descuelga con alguna lindeza del tipo: "qué maja tu novia, me cae muy bien. Nunca te lo quise decir, pero es que la de antes era un poco tonta". Vivimos en una sociedad que idolatra la sinceridad, pero que al mismo tiempo no sabe muy bien cómo definir esta virtud o condición, confundiéndola, en la mayoría de las ocasiones con la zafiedad, en este sentido sinceridad y brutalidad se solapan dando lugar a situaciones un tanto violentas. Se premia la vehemencia propia del histrión apartando de las reglas sociales la educación y los buenos modales, que son vistos por muchas personas como algo caduco, un reducto de un dandismo carca y retrógrado que ahora, en un mundo en el que hay que decir siempre lo que uno piensa, es etiquetado como "políticamente correcto". Pues bien, servidor de ustedes prefiere ser políticamente correcto, así que no os preocupéis, que si me gusta más vuestra pareja actual que la anterior, no os lo haré saber nunca, a no ser, eso sí, que me lo preguntéis. No entiendo por qué se han invertido determinados valores y, aún a riesgo de parecer un conservador recalcitrante, no me duelen prendas en reconocer que opino que, en este apartado concreto, cualquier tiempo pasado fue mejor. ¿Y por qué os suelto este discurso? os preguntaréis los más inquietos, pues sinceramente porque no sé muy bien cómo encabezar esta entrada y ésta me ha parecido una buena excusa. Después de elegir el disco de hoy, escucharlo detenidamente e intentarle extraer todo su jugo, me he dado cuenta de que no tiene mucho que ver con su predecesor, el primer largo de esta banda, y me he percatado de que hay un hecho significativo en el plano compositivo, e incluso en el concepto de Noah and The Whale como banda, que diferencia a ambos trabajos, y ese hecho es la ruptura sentimental de dos de sus miembros. Es entonces cuando he pensado que la exnovia de Charlie Fink no me gustaba mucho, pero que no podía empezar un post proclamando algo así, de este modo es como ha comenzado mi diatriba acerca de la sinceridad en nuestra civilización occidental; el resto es historia, si es que todavía estáis leyendo. Yo no sé si vosotros habéis sufrido esa sinceridad brutal y gratuita de la que hablo en las primeras líneas de este post, yo sí, por eso me ha parecido conveniente reflexionar al respecto. Pero ahora que ya tenemos redactado el siempre complicado primer párrafo, dejémonos de monsergas y vayamos al disco, que es lo que importa; luego, cuando nadie nos vea, pondremos a caer de un burro a la ex de Charlie Fink, como se ha hecho toda la vida.

Noah and the Whale nace como banda en el año 2006, cuando un grupo de muchachos residentes en Londres deciden unir sus fuerzas para dedicarse a lo que más les gusta, la música. La voz cantante de este proyecto la pondrá, sin ningún género de dudas, Charlie Fink, un talentoso joven con aspecto de yerno perfecto. Charlie tocará la guitarra, el ukelele y además compondrá y cantará todos los temas de la banda, le acompañarán: Doug Fink, hermano de Charlie, a la batería, Urby Whale en el bajo, Tom Hobden, que se encargará de tocar el violín y por último Laura Marling, pareja de Charlie Fink, que pondrá el contrapunto dulce a la voz grave y rasgada de Fink, haciendo los coros. Charlie Fink es un cinéfilo confeso y decide bautizar a la banda haciendo un juego de palabras entre el título de una de sus películas favoritas y su director, de este modo Noah and The Whale surge del título del film The Squid and The Whale (Una Historia de Brooklyn, en España) y del nombre de su creador Noah Baumbach. Poco a poco la banda se va haciendo un hueco en la escena independiente londinense y no tardarán en grabar algunos singles, entre ellos el de la canción que poco más tarde figurará en su album de debut y con la que consiguieron una gran repercusión, me refiero a "5 Years Time". Este tema, facilón y pegadizo, fue utilizado en varios anuncios y dio alas a Noah and the Whale para grabar su primer disco, al cual titularían "Peaceful, The World Lays Me Down". La crítica y el público reciben con los brazos abiertos la puesta de largo de la banda, un disco que, en conjunto, queda eclipado por el single "5 Years Time", que acarrearía una enorme popularidad para Noah and the Whale, sobre todo en el Reino Unido. En realidad se trata de un disco de debut bastante correcto, sin ser nada del otro mundo, muestra a un grupo de jóvenes músicos con unas referencias muy claras pero con un estilo propio todavía por definir. La crítica no tardará en compararlos con Neutral Milk Hotel, Belle & Sebastian o Bonnie Prince Billy, ellos citan como influencias el folk y el punk rock, aunque si lo que buscas en sus canciones es algo similar a un "Gabba Gabba Hey!" pronunciado alto y claro y con el puño levantado, te vas a llevar algo más que una decepción, aviso para navegantes. Sea como fuere, "Peaceful, The World Lays Me Down" es un disco amable, con buenas intenciones, alguna canción más que interesante y algún que otro tema que nos recuerda a lugares ya visitados con anterioridad. La producción del disco corre a cargo de Eliot James, que colabora estrechamente en los arreglos y que sabe enriquecer perfectamente un album que de otra manera habría resultado un tanto plano. De este modo, los metales y los violines golpean ahí donde es necesario, dotando de cuerpo a unas canciones resultonas que enganchan fácilmente y que catapultan a "Peaceful, The World Lays Me Down" a las posiciones más privilegiadas de los debutantes de 2008. La voz de Laura Marling consigue encandilar a la crítica, ciertamente funciona a la perfección como contrapunto de Fink, con quien empasta sin ningún problema, y desde luego hay que valorar que cuando la chica graba este disco apenas tenía dieciocho añitos. Laura Marling había debutado con poco más de dieciséis años gracias a esos extraños fenómenos cibernéticos relacionados con myspace, página en la que esta lolita folkie había colgado unas cuantas canciones que no tardaron en atraer a un buen puñado de fans y a unos cuantos cazatalentos ávidos por hacerse con una nueva pieza. Así es como Laura Marling se fue haciendo un nombre en el pop británico, gracias a su capacidad de trabajo, demostrada en unas giras interminables, y a un buen puñado de temas que vieron la luz en forma de singles y EP's. Charlie Fink se involucraría en la carrera de la que por entones era su pareja produciéndole su disco de debut, "Alas I Cannot Swim", que vería la luz unos meses antes que "Peaceful, The World Lays Me Down". Y hasta aquí tenemos la historia de dos jóvenes guapos, con talento y con una incipiente y prometedora carrera musical, una pareja sentimental que comparte éxitos, individuales y comunes, y que disfruta de sus particulares días de vino y rosas. Pero todo tiene su principio y su final, como bien cantaba el sabio Vinicius de Moraes: "tristeza não tem fin, felicidade si", así que la relación de nuestros atractivos geniecillos llegó a su fin, algo que se puede experimentar de manera patente en "First Days of Spring", un disco que se despega de su antecesor y que nos muestra la cara adulta de un gran compositor que se acerca a su madurez creativa. Antes del lanzamiento de su segundo largo, la banda había puesto en el mercado en 2008 "Noah and the Whale presents... The A Sides", un EP limitado a 2500 copias en vinilo de 12", que recoge algunas canciones inéditas de Noah and The Whale junto con alguna versión, un album cuyos beneficios fueron a parar a una ONG dedicada a ayudar a los ancianos.

Muchos de vosotros os estaréis preguntando ¿y qué ha hecho esta pobre muchacha, Laura Marling, para que este plasta de Binguero asevere que no le cae bien? Obviamente la respuesta es absolutamente nada. Sencillamente me gusta más cómo compone Charlie Fink en este segundo album y creo que ese cambio se debe a su fallida relación con Marling, un desengaño amoroso que es patente en las canciones de "First Days of Spring", y que lo convierte en un disco más melancólico, con una paleta totalmente agridulce y con unos arreglos de cuerda sublimes. Tal vez mi problema sea que identifico en exceso el primer disco de Noah and the Whale con la canción "5 Years Time", un tema un tanto ramplón bajo mi opinión, pienso en el binomio Fink-Marling y me viene el condenado silbidito a la cabeza. Curiosamente al desaparecer Laura Marling, desaparece ese lado más frívolo de Charlie Fink como compositor, lo que dota de mayor profundidad a su segundo disco; de ahí deduzco, seguramente de manera errónea, que Fink está mejor solo que con Marling, al menos en el aspecto musical, que nadie me malinterprete, o quizás sea que todo se deba a que a veces las mejores obras de arte se gestan desde el dolor y la decepción. Aclaradas mis filias y mis fobias, vayamos a analizar el segundo LP de Noah and the Whale, un trabajo ambicioso que Charlie Fink concibe además como una película, un mediometraje que titulará como el disco (de hecho en la edición deluxe de este LP el disco va acompañado de la película), además nuestro cinéfilo militante también rueda el proceso de grabación del LP en un documental que titulará "First Days". Muchos críticos describen "First Days of Spring" como un disco muy cinematográfico, el disco comienza situándonos la acción, cuenta con dos pasajes instrumentales de una enorme belleza y se remata con otro puñado de canciones que desarrollan la trama. El disco se abre con "First Days of Spring", canción que da título al album y que empieza con un acompañamiento de cuerdas fantástico que sirve de escolta a una guitarra eléctrica, limpia, sin distorsión, la voz de Charlie Fink comienza a dibujar el paisaje en el que se va a desarrollar la trama y sin apenas darnos cuenta ya nos estamos enganchando a la historia. Fink apuesta fuerte, sabe de la importancia de los inicios, un buen comienzo es fundamental, es lo que decidirá si seguimos interesados en la historia o si nos decantamos por un zapping mental, Fink lo borda y consigue seducirnos con el tema más ambicioso del album, una canción de casi siete minutos con una orquestación brillante. El telón ha caído, los actores pisan las tablas y la escenografía se descubre ante nuestros ojos, el público está expectante, acaba de entrar en la historia y quiere más, Fink se destapa de nuevo con "Our Window", disminuyendo la solemnidad del comienzo, pasando página tras la obertura y ofreciéndonos un pasaje de una gran intensidad emocional. El segundo corte del LP es una canción que destila amargura en cada nota: "Spring can be the cruelest of months", canta Fink en "Our Window", un tema en el que, de nuevo, hay que destacar unos exquisitos arreglos. "I Have Nothing" es el tercer corte de "First Days of Spring", una canción que recoge el testigo taciturno y lluvioso de "Our Window", es el tema en el que Fink rompe con mayor deliberación su voz, alcanzando en ocasiones cotas de desafinación que dotan de mayor dramatismo a la historia. Fink desnuda sus sentimientos, se muestra como un amante abatido por la pérdida de su pareja, a quien se dirige con la esperanza de un feliz reencuentro ¿alguno de los presentes no se ha encontrado así en algún momento de sus vidas? ¡Bingo! Eso se llama empatía y es la clave para que cualquier historia nos enganche, sentir que nos reflejamos en ella, bien sea en nuestro presente, en un pasado no muy remoto o en un anhelado futuro; bravo Mr.Fink, la historia funciona. "My Broken Heart" continúa con esta historia de desamor, y lo hace con un tono especialmente agridulce, con una letra que se debate entre el desamparo y el orgullo de aquel a quien han partido su corazón en mil pedazos: "I'm impenetrable to pain, oh, you can break my broken heart", ¿no escucháis el tintineo de los cubitos de hielo en el whiskey al oir esta canción? "My Broken Heart" introduce metales y, por primera vez, una guitarra eléctrica distorsionada, como la percepción del personaje, que no sabe si reir o llorar. A continuación, la representación contará con un breve descanso durante el que aprovecharemos para afinar los instrumentos que intervendrán el el siguiente pasaje, así es como podríamos definir "Instrumental I", que adelanta los compases de uno de mis temas favoritos de "First days of Spring", "Love of an Orchestra". "Instrumental I" rebaja la tensión emocional del album, sirviendo de puente a lo que podríamos considerar la segunda parte del disco, que comienza con el corte número seis, la mencionada "Love of an Orchestra". Esta segunda parte de "First Days of Spring" comienza con un coro que abre una ventana a la esperanza dentro de esta historia de corazones rotos: "If you gotta run, run from hope", nos recomienda este conjunto de voces en un inicio que haría enfurecer de envidia a Stuart Murdoch o al mismísimo Neil Hannon; grandioso. A continuación entra la orquesta y la voz de Fink, que suena más juvenil y limpia, es el resurgir de quien estaba herido de muerte y que se aferra a la música para seguir viviendo y disfrutando de la vida y del amor, es el renacimiento de la naturaleza en la primavera, con unos violines que nos evocan, inevitablemente, a Vivaldi; tomad buena nota porque caeréis rendidos ante esta canción.

Tras la explosión de vida de "Love of an Orchestra", la historia se ralentiza con un nuevo puente intrumental, en este caso protagonizado por una guitarra eléctrica que nos evoca esos atardeceres primaverales en los que uno desearía que el tiempo se detuviese y sólo se escuchase el rumor del agua; una vez más, reivindico la inclusión de la pereza en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. "Stranger" es la canción que se encarga de retomar el pulso de la historia, y lo hace con una letra preciosa, en la que Fink cuestiona aquel viejo dicho que asevera que un clavo saca a otro clavo. De nuevo nuestro amante abatido vuelve a dar signos de flaqueza, desencantado ante una nueva relación, toma conciencia de que la herida abierta por la pérdida de su amada tardará mucho tiempo en cicatrizar, de hecho tal vez no lo haga nunca. Os invito a leer la letra de "Stranger", echadle un vistazo, aunque no dominéis la lengua de Shakespeare no creo que encontréis muchas dificultades en entenderla (Haced click AQUÍ, abstenerse corazones recién abandonados). Musicalmente hablando, es un tema que se apoya en los magníficos arreglos de cuerda marca de la casa, creando una atmósfera que juega, de nuevo, con los claroscuros, con las sensaciones agridulces de nuestro protagonista, un naúfrago sentimental abandonado a su suerte en una eterna y lúgubre primavera. "Blue Skies" busca de nuevo la complicidad con el oyente, de hecho Fink se dirige a todos nosotros reconociendo que ésta es una canción para cualquiera que tenga el corazón roto, así es como reza la primera frase de ésta, la novena canción de "First days of Spring". Nuestro atribulado Romeo se esfuerza por salir del pozo e intenta componer un nuevo canto a la esperanza, en este caso asegura que ésta será la última canción que compondrá con su añorada amada en mente. Los metales entran en escena flirteando con violines y cellos, y dan paso al coro de ángeles que ya habíamos disfrutado en "Love of an Orchestra"; se avecina el final y parece que nuestro protagonista quiere insuflar un soplo de esperanza entre tanto desamor. Él décimo corte del LP se titula "Slow Glass", y personalmente me parece el tema de menor intensidad del disco, una canción que ignora los arreglos que tan buenos resultados había proporcionado al resto del conjunto y que apuesta por un pop más convencional. El último minuto de esta pista sirve de introducción a la última canción de "First Days of Spring", "My Door Is Always Open", una composición emparentada con el tercer corte del disco, "I Have Nothing", de hecho la entonación de Fink en ambos estribillos es casi la misma. "My Door is Always Open" funciona en nuestras mentes como un travelling a través del cual analizamos toda la historia de nuestro desdichado amante, un tipo que ha tocado fondo, se ha levantado, se ha vuelto a caer y finalmente se ha prometido a sí mismo alzar la cabeza para disfrutar de los esperanzadores cielos azules de la primavera. De hecho, Fink no muestra ningún rencor en la letra de esta canción, pero al mismo tiempo se congratula de ser libre, no libre de corazón, sino libre del dolor al que le tenía sometido esta amarga ruptura. Este último tema es el más desnudo del disco, encomendando toda la carga emocional a dos guitarras, una acústica y otra slide, que son el único acompañamiento de la voz de Fink hasta que al llegar al tramo final de la canción surge un coro que marca el clímax de la historia, poniendo, no sabemos si el punto y aparte o si el punto y final, a esta malograda historia de amor.

Unos días antes de que saliera a la luz "First Days of Spring", Charlie Fink sufre otro revés emocional, su hermano, hasta entonces batería de la banda, anuncia que abandona Noah and The Whale para centrarse en sus estudios de medicina; Jack Hamson ocupará su lugar en la nueva formación, acompañado de otra incorporación, Fred Abbott, que se encargará de la guitarra y de los teclados. "First Days of Spring" volvería a atraer la atención de la crítica, que valorará muy positivamente este paso adelante en la madurez compositiva de Charlie Fink, mientras que desconcertará a algunos de sus fans, que no encuentran ni rastro de frivolidad en un disco que abre de par en par las puertas de las alcobas más íntimas del corazón de su autor. A pesar de que el disco tuvo una buena acogida, no contó con ningún single que gozase del éxito del pegadizo "5 years Time", no obstante, el segundo LP de Noah and The Whale figuró entre lo mejorcito del pasado año para muchas publicaciones especializadas. En enero de 2010 empiezan a correr rumores acerca del nuevo disco de la banda, que no tardará en encerrarse en el estudio para plasmar las nuevas composiciones de Fink. Tras numerosas especulaciones al respecto, parece que el disco estará listo para marzo de 2011 y llevará por título "Last Night On Earth".

Ya no me queda más que añadir (menos mal, dirá más de uno), salvo los imprescindibles enlaces. Por supuesto, os dejo los enlaces a la página web oficial de Noah and The Whale y a su myspace, y como guarnición podréis picotear una reseña de "First Days of Spring" aparecida en la web Drowned In Sound y una entrevista, en lengua bárbara eso sí, en la página Under The Radar. Como además he encontrado bastante material audiovisual que me ha parecido de interés, también os dejo un enlace a la magnífica web La Blogotheque, donde podréis disfrutar de dos actuaciones de Noah and the Whale; aunque se trata de temas pertenecientes a su primer trabajo son dos canciones bastante recomendables. Como guinda del pastel, cierro los enlaces con un link al blog de la grabación del documental "First Days", en el que Charlie Fink recoge el proceso de grabación del segundo disco de la banda. Y como no, los videos, me he decantado por "Love of an Orchestra" y por "Blue Skies", que me parecen dos grandísimas canciones. Espero que os guste.


PÁGINA WEB OFICIAL DE NOAH AND THE WHALE


MYSPACE DE NOAH AND THE WHALE

RESEÑA DE FIRST DAYS OF SPRING EN DROWNED IN SOUND

ENTREVISTA A NOAH AND THE WHALE EN UNDER THE RADAR

NOAH AND THE WHALE EN LA BLOGOTHEQUE

BLOG DE LA GRABACIÓN DEL DOCUMENTAL FIRST DAYS



NOAH AND THE WHALE- FIRST DAYS OF SPRING

viernes, 19 de noviembre de 2010

James Yorkston- The Year of The Leopard (2006)


¿Alguna vez os habéis comprado un disco sólo (lo siento señores académicos, me niego a prescindir de este acento) por la portada? Yo sí, y muchas veces además. Este es un acto de una osadía sin igual, es como lanzarte de cabeza a una piscina sin conocer con exactitud su profundidad, como caminar por el alambre sin red, sin ser consciente de lo que te vas a encontrar al otro lado. Muchas veces me he sentido atrapado por portadas de una fuerza visual tremenda y no me ha quedado más remedio que tomar el disco en cuestión entre mis manos, mirarlo por el derecho, más tarde por el revés, extraerlo pacientemente de su funda y examinarlo al trasluz, como si supiera para qué demonios sirve esta extraña operación, leer con detenimiento los créditos, como si eso me fuera a sacar de alguna duda, y finalmente buscar en el bolsillo de mi raído pantalón la cantidad exacta que marca la pegatina para llevar a cabo la, ya ritual, transacción. Así es como esas preciadas piezas caen en mis manos, eso sí, luego viene lo realmente trágico: llegar a casa y salir de dudas, comprobar si hemos metido la pata o no. Es entonces cuando vuelves a repetir todos los pasos que habías seguido en la tienda, pero sintiendo en este caso que manejas un paquete bomba que puede explotar en tus manos o que en cambio puede resultar, felizmente, inofensivo para tu orgullo y tu bolsillo. Aquí la suerte es dispar, nos hemos guiado por algo tan poco esclarecedor como es una portada, y las consecuencias a veces son letales (tengo muchos ejemplos de discos meramente decorativos), mientras que en otras ocasiones son gozosas, llevándonos a un éxtasis musical que culmina aquella especie de epifanía que habíamos tenido en la tienda, cuando habíamos pensado "ese disco debe ser la ostia, menuda portada". La llegada de las nuevas tecnologías, y sobre todo de este nido de piratas y maleantes que es internet, ha acabado en parte con el romanticismo discográfico de hace una década, ahora ya no es necesario correr riesgos económicos, si un disco te ha llamado la atención en la tienda, te lo bajas y si te gusta te lo compras, así con toda la profilaxis del mundo. No obstante, las portadas siguen siendo para mí un sugerente reclamo, un caramelo, a veces envenenado, que me lleva a sucumbir ante determinados discos. Por eso me cuesta tanto entender a toda esta generación que almacena canciones en lugar de atesorarlas, que desconoce los soportes clásicos de las grabaciones musicales y que sólo utiliza el mp3 como forma de disfrutar de la música. Esa generación que no necesita tocar los discos, olerlos, enamorarse de sus portadas, llorar desconsoladamente el día que le haces una raya a tu disco favorito (quizás no sepan ni que los discos se pueden rayar). Todo eso me provoca un enorme estupor y me hace pensar que el consumismo voraz de nuestro tiempo ha llegado también a la música, una música que se ha mercantilizado en exceso atizada por una sociedad que no sabe apreciar el bello fetichismo que se esconde tras las grabaciones, una sociedad que acumula emociones en archivos binarios que ni siquiera pueden abrazar cuando se sienten desconsolados, un puñado de melómanos impostores que no saben cúal es la portada de su disco favorito porque el archivo que se bajaron venía sin el "artwork" (qué barbarismo tan feo). Y cuidado, porque ahora esta apisonadora de recuerdos y emociones ha puesto su mira en los libros. Estáis avisados.

Y por qué empiezo con este rollo, pues porque el disco de hoy es uno de esos que me llamaron la atención por su portada, un bonito diseño que parece salido de un cuento oscuro, una atracción fatal que tuvo un final feliz. James Yorkston nace en Kingsbarns, un pequeño pueblo de Fife, Escocia, de niño es un muchacho inquieto que no tardará en mostrar interés por la música, de hecho a los ocho años comenzó a tocar algunos instrumentos. A los diecisiete decide mudarse a Edimburgo con su novia, al mismo tiempo que se involucra en una banda de garage y punkrock llamada Huckleberry en la que tocará el bajo; poco más tarde acabará regresando a Fife. En 1996 dará su primer concierto acústico, después de que un amigo que trabajaba en una tienda de discos lo eligiera para telonear, ni más ni menos, que a Bert Jansch, será por aquella época cuando nuestro hombre se incline definitivamente por los sonidos acústicos de herencia folk, dejando atrás los sonidos más rudos y primarios; sin duda aquella experiencia fue decisiva en su carrera. A partir de entonces, James Yorkston se inscribe en el Fence Collective, un pequeño sello que funciona como un grupo de amigos y artistas con base en la ciudad de Fife y que pretende promocionar a los músicos de la zona, el fundador y cerebro de este pequeño movimiento será Kenny Anderson, cuyo nombre artístico es King Creosote. Con Fence Records, Yorkston grabará en lo sucesivo algunas referencias, además de colaborar en recopilatorios, todo ello con un espíritu próximo al amateurismo, lo que hace que sean, a día de hoy, piezas difíciles de encontrar. Pero la carrera en solitario de James comienza como tal en el año 2000, cuando graba un cinta casera bajo el nombre de J. Wright Presents, se lía la manta a la cabeza y se la envía al mismísimo John Peel, quien, sorprendentemente, no tardará en pinchar algunas de las canciones en su programa. Esa misma cinta, también se la envía al cantautor folk británico John Martyn, quien finalmente le invitará a ser su telonero durante una importante gira. Durante ese tour que le llevará por Irlanda y Reino Unido, uno de los capos de Domino Records, Laurence Bell, queda impactado por la actuación de Yorkston, por lo que no tardará en ponerse en contacto con él para ofrecerle estampar su firma en un contrato. Es así, con el tesón y con la humildad de un verdadero artista, como James Yorkston se va abriendo camino en la escena folk británica; finalmente su fe obtiene la ansiada recompensa y en octubre de 2000 publica su primera grabación, el single "Moving Up Country". Yorkston comienza una carrera de fondo, sin prisa pero sin pausa trabaja en sucesivos temas y alumbra pequeñas piezas que añadir a su, entonces, incipiente discografía, es así como en enero de 2002 graba un single compartido con Lone Pigeon, integrantes a su vez del Fence Collective. Nuestro laborioso cantautor forma una banda estable que le servirá de perfecta compañía en sus grabaciones y en sus directos, se llamarán, como no podía ser de otra manera para este fondista, The Athletes, y con ellos grabará en mayo de 2002, un EP titulado "St. Patrick". Meses más tarde tendrá lugar la puesta de largo de James Yorkston, que graba su primer LP al que llamará "Moving Up Country", justo como el primer single que alumbró. Las primeras grabaciones de Yorkston, y en particular su primer LP, evidencian las influencias de este cantautor, que combina como pocos la tradición folk británica con el country americano, creando ambientes alejados del mundo moderno y más próximos a los utópicos postulados de finales de los 60's y principios de los 70's, cuando un buen número de artistas y pensadores de diverso pelaje apostaban por un regreso a las raíces, una vuelta al origen, a un mundo más pausado, a una sociedad más humana. El primer disco de Yorkston y sus atletas es muy bien recibido por la crítica, lo que le dará alas en su tenaz carrera por convertirse en uno de los compositores de referencia del folk británico contemporáneo, de este modo, nuestro obrero acústico se embarca en diferentes giras teloneando a artistas como The Divine Comedy, Lambchop o Turin Brakes. En 2003 Yorkston pule una nueva gema que añadir a su colección, el EP "Someplace Simple", su tercera referencia con el exquisito sello Domino Records, en él introduce nuevos instrumentos, como el banjo, el cello, el acordeón, la concertina, obteniendo un sonido que le emparenta con los primeros Fairport Convention. Un año más tarde Yorkston y los suyos se encierran en el estudio para ultimar su segundo LP, dejando la producción a los mandos de Kieran Hebden. El trabajo del cantautor y su banda se plasmará en "Just Beyond The River", un disco que superará las expectativas creadas con su primer album y que obtendrá el beneplácito de la crítica especializada; la frágil belleza de las composiciones, sus cuidados arreglos y la tierna voz de Yorkston se convierten en el santo y seña de este artesano del folk, que sigue trabajando y ganando adeptos a su causa. La cadena de producción folk de Yorkston no para ni un segundo, y en octubre de 2005 el sello español Houston Party Records saca a la luz un nuevo EP del británico, en este caso titulado "Hoopoe" y compuesto por seis temas. Casi sin tiempo para descansar, James se enrola en una nueva aventura discográfica, su tercer LP: "The Year of The Leopard".

"The Year of The Leopard" es el primer largo de Yorkston en el que no están acreditados sus atletas, un trabajo en el que prima la desnudez musical, tal y como se nos adelanta en la contraportada con esa foto de un Yorkston solitario, que parece salido de otro tiempo. La producción del album correrá a cargo de Rustin Man, antes conocido como Paul Webb, antiguo bajista de Talk Talk reconvertido a productor desde principios del nuevo milenio. Y el resultado será un disco de una belleza sorprendente, a veces inquietante y otras plácida e inspiradora. El album comienza sin concesiones, directo al corazón con una preciosa canción, "Summer Song". Se trata de un tema en el que parece que podemos acariciar las guitarras acústicas y con el que resulta fácil dejarse llevar por la susurrante voz de Yorkston; una percusión casi inaudible comanda el ritmo de esta composición que nos traslada a otra época, al mismo tiempo que varios instrumentos, tradicionalmente ligados a la música folk, se incorporan a la canción para formar un hermoso puente. Cuando acaba el primer tema de "The Year of The Leopard" queremos más, y vaya si lo tenemos, "Steady as She Goes" es uno de los mejores temas del disco, es una de las canciones que más se aproximan al pop, casi podríamos decir que la más comercial del album, pero ello no le resta calidad en ningún momento, más bien al contrario. De nuevo se repite la base acústica y la tenue percusión, si bien ahora se añade un banjo, un cello y otros instrumentos que dotan de múltiples matices a una canción que gana con cada escucha. Especialmente conmovedor me parece el tercer tema, que da título al disco, que muestra a un compositor con una capacidad para emocionar fuera de lo común, un genio que armado con su voz y las cuerdas de su guitarra consigue ponernos el vello de punta. En el ecuador de la canción se suman una voz femenina, la de Jenny Casino, y un discreto arreglo de viento, que funcionan como perfecto complemento de la melancolía que destila esta bellísima canción. El disco continúa con "5 A.M.", un tema con el que Yorkston se deja querer por ese pop de cámara tan efectivo y que tan buenos resultados ha dado a ciertas bandas escocesas e inglesas, pero todo ello sin abandonar su apego a la música tradicional y al folk, para construir una canción que se hace grande gracias a unos maravillosos arreglos de cuerda y a una voz que tiene un don especial para emocionarnos. En casi todos los discos hay una canción de la que uno podría prescindir, un tema que funciona como un intruso que se ha colado en una fiesta a la que no ha sido invitado, en "The Year of The Leopard" esa canción es ""Woozy with Cyder", que curiosamente se convertiría en uno de los sencillos del álbum. En este, quinto tema del disco, James Yorkston divaga, o más bien ironiza, acerca de si su música le hará algún día rico, y esto lo hace sobre una base musical propuesta por Steve Reich, uno de los padres del minimalismo, que se podría ir con sus sintetizadores y sus aparatitos a otra parte mucho menos evocadora que la que sugieren las composiciones de James Yorkston. Ésta es una colaboración extraña, propia, probablemente, de personas musicalmente inquietas, como es el caso de Yorkston, cuyo resultado no deja a nadie indiferente, estoy seguro de que habrá a quien no le moleste este corte, quizás hasta le guste, pero a mí me chirría dentro de una sinfonía acústica tan bella como la que plantea el músico escocés. A esto hay que sumarle que si uno no es angloparlante es muy fácil perderse en el discurso de Yorkston, de hecho hay que ser prácticamente bilingüe para seguir la perorata de nuestro amigo, lo que sin duda hace que baje la emotividad y la intensidad del disco. Que no cunda el pánico, porque tras este leve pinchazo vuelve nuestro Yorkston, y lo hace con "I Awoke", mostrando sus armas habituales y dejando de lado banales experimentos sonoros. Con ello consigue atraparnos de nuevo en su red de cuerdas acústicas y sutiles arreglos, a la vez que la sugerente voz de Jenny Casino arropa con mimo una canción frágil, hermosa y llena de pequeños matices, una nueva maravilla firmada por este genio. Así llegamos al tramo final del disco, y lo hacemos con "Brussels Rambler", un tema en el que la voz de Yorkston se muestra entre melodiosa y hablada, con una naturalidad y una expresividad punzante, próxima a los registros de Kurt Wagner, y acompañada por unos arreglos de viento que acarician las cuerdas de unas guitarras percutoras. "Orgiva Song" comienza con un teclado, al que se van añadiendo eventualmente otros instrumentos, como una harmónica, un piano, un xilófono, y otra voz que acompaña a la de Yorkston, el resultado es un tanto tibio e inquietante, aunque sin llegar a los niveles de "Woozy with Cyder"; quizás la mano de los productores sea excesivamente alargada en ciertas ocasiones y empuje a los músicos a experimentar en terrenos que distan de su habitat natural, puede que éste sea uno de esos casos. Pero si alguien pensaba que nos iban a adulterar al bueno de James andaba muy, pero muy equivocado, cuando se acerca el cierre del disco Yorkston se descuelga con un temazo de la envergadura de "Don't Let Me Down"; mira bien tu corazón, porque si esta canción no te emociona puede que te hayan dado el cambiazo y te lo hayan sustituído por una alpargata vieja. La épica acústica de James Yorkston regresa felizmente con esta canción en la que su voz es apenas un susurro que se pierde en la neblina de unos arreglos fantásticos, que enriquecen la canción sin eclipsarla y sin caer en sobreproducciones; imposible no temblar cuando escuchamos a Yorkston pidiéndonos que no le dejemos caer, "Don't Let Me Down". Y casi sin darnos cuenta hemos llegado a la décima y última canción de "The Year of The Leopard", "Us Late Travellers", otra maravilla acústica en la que el escocés juega con los géneros a su antojo, descolocando a los amantes de las etiquetas musicales. ¿Qué hace Yorkston, folk, country, música tradicional, acaso es pop? qué importa, lo que realmente cuenta es que el resultado es de una belleza arrebatadora, que tiene un sello propio, un estilo reconocible, y que es capaz de emocionarnos casi hasta la lágrima, cuando se lo propone. "The Year of The Leopard" fue aclamado como uno de los mejores trabajos de 2006 y situó a su creador en la cima de los creadores folk, convirtiéndolo en todo un referente del género. El disco vería la luz en los USA en 2007, un año más tarde que en el Reino Unido y Europa, y del mismo se prensarían distintas ediciones, la que ofrecemos en Rainy Day Music es la normal, la de CD sencillo, pero el tercer trabajo de Yorkston se editó en vinilo (en un precioso formato de doble 10'' con dos temas extra: "I Acknowledge The Devil" y "Buzzard") y también en una edición especial de dos CD's que contenía seis pistas extra con las demos de algunos temas del disco.

Como ya anunciábamos, James Yorkston es un estajanovista del folk y ha seguido trabajando incesantemente, colaborando con The Fence Collective, junto a los que ha apoyado a sus amigos y ha girado en diversos tours completando varias formaciones, y por supuesto editando más trabajos en diferentes sellos. No en vano, en 2007 realiza para Fence Records "Lang Cat, Crooked Cat, Spider Cat", un trabajo instrumental compuesto por siete temas, ese mismo año Domino Records edita "Roaring The Gospel", un disco que recoge las caras B's de algunos de los singles de Yorkston junto con otras rarezas. Será en 2008 cuando vea la luz el cuarto LP de estudio de Yorkston, "When The Haar Rolls In", un disco con una portada preciosa, un trabajo que, aunque se muestra más luminoso que su predecesor, continúa la misma senda, según la cual las canciones se cocinan a fuego lento, siguiendo la receta acústica y tradicional que tan buenos resultados le ha dado al escocés, todo ello salpimentado por unos arreglos magistrales marca de la casa. Y así llegamos hasta 2009, año en que se edita el, hasta la fecha, último álbum de James Yorkston, "Folk Songs", en el que se hará acompañar de The Big Eyes Family Players. "Folk Songs" es un disco que sitúa a Yorkston más cerca que nunca de la música tradicional propia de las Islas Británicas, versioneando clásicos como "Martinmas Time", aunque sin perder la esencia de sus anteriores trabajos, aquellos que le han convertido en un verdadero gigante de la escena folk mundial.

Ponemos el colofón a esta entrada con una nueva dosis de enlaces, como no podria ser de otra manera, con los links a la página web oficial y al myspace de James Yorkston, además os dejo un tercer enlace al espacio que la web de Domino Records dedica a este genio escocés. Un cuarto enlace os conducirá a una reseña de "The Year of The Leopard" aparecida en la página web Drowned In Sound, mientras que un quinto link os facilitará la llegada a una entrevista realizada a James Yorkston aparecida en The Guardian, sólo apta para angloparlantes. Buceando en la búsqueda de vídeos para esta entrada me he encontrado con dos magníficos documentos que me gustaría compartir con todos vosotros, el primero es un documental de 15 minutos sobre la grabación de "The Year of The Leopard", se titula "Making The Year of The Leopard" y está dividido en tres partes, por lo que os adjunto sus tres correspondientes enlaces. El segundo video que os enlazo lleva por título "Homelights Tour", se trata de un documental de unos 20 minutos que recoge algunos momentos de la gira que realizaron conjuntamente James Yorkston, Adrian Crowley y Alasdair Roberts, y que les llevó por tierras irlandesas. Finalmente he insertado dos vídeos en la entrada, el primero es el videoclip oficial de la canción "Steady as She Goes", incluída en "The Year of The Leopard", mientras que el segundo muestra a Yorkston acompañado de sus Big Eyes Family Players interpretando el tema tradicional "Martinmas Time", incluído en su último trabajo, "Folk Songs". Espero que os guste.


PÁGINA WEB OFICIAL DE JAMES YORKSTON


MYSPACE DE JAMES YORKSTON

JAMES YORKSTON EN LA WEB DE DOMINO RECORDS

ENTREVISTA A JAMES YORKSTON EN THE GUARDIAN


MAKING THE YEAR OF THE LEOPARD- PARTE 1 /// PARTE 2 /// PARTE 3

HOMELIGHTS TOUR



JAMES YORKSTON- THE YEAR OF THE LEOPARD

viernes, 12 de noviembre de 2010

Vetiver- To Find Me Gone (2006)


Está bien, admitámoslo, soy un mitómano. Y lo soy hasta tal punto que a veces me interesa más el personaje que hay detrás de las canciones que su propia música; no me suele pasar a menudo, ya que lo normal es que mis genios más adorados sean también aquellos que componen sutilmente el hilo musical de mi existencia, pero en ocasiones se me cuela algún intruso que acaba ganándome el corazón, aunque musicalmente no me pellizque del todo el alma. Esto es lo que me sucede con el bueno de Devendra Banhart, un tipo peculiar donde los haya que me gusta más por cómo es que por lo que hace. Este brillante chiflado es capaz de crear joyas de la talla de "Santa Maria da Feira" o "Samba Vexillographica", verdaderos himnos del folk y del pop mas naïf, para después descolgarse con unos truños como puños que provocan una digestión más que pesada. Pero aún así, el bueno de Devendra se ha ganado un huequecito en el sancta sanctorum de mi discoteca, un pase de invitado al Olimpo de mis locos favoritos. Este yanqui criado en Venezuela ha conseguido engatusarme con ese aire de hippie iluminado, de santón que rezuma paz interior, de genio que parece estar constantemente a punto de crear su obra maestra. Y claro, una vez que dejas entrar en tu casa a un tipo tan peculiar, no te queda otra que tener que invitar de vez en cuando a tomar café a sus colegas; así es como mi buen amigo Devendra me presentó a Vetiver. Así es como abrí la puerta de mi humilde hogar discográfico a unos desconocidos que, sin apenas permiso, se instalaron en mi salón, se bebieron mis cervezas e hicieron de mi sofá su cama; gracias a Dios han respetado a mi mujer, pero amenazan con no irse nunca, afortunadamente.

Durante la última década se ha ido dibujando una escena folk muy próxima a la psicodelia y al pop barroco de finales de los 60's, es lo que se ha dado en llamar Freak Folk, una expresión más que añadir al saco sin fondo de etiquetas de los críticos musicales, y que cuenta con Devendra Banhart, Joanna Newsom, Sufjan Stevens, Animal Collective y, por supuesto, Vetiver, entre sus más destacados miembros. Vetiver dio sus primeros pasos en 2004, fruto del talento de Andy Cabic, alma mater y cerebro de la banda. Cabic tocaba en una banda de rock llamada The Raymond Brake, una formación que nace a mediados de los 90's en Greensboro, Carolina del Norte, y que tendría cierto éxito a nivel local, con ellos grabó un LP, un EP y varios singles, hasta que en 1998 decide mudarse a San Francisco. En Frisco, Cabic se unirá a la formación de rock bailable Tussle, donde tocará el bajo, al mismo tiempo que entra en contacto con Joanna Newsom y con Devendra Banhart, a quien conoce en el San Francisco Art Institute; es así como se zambulle en una escena folk en plena efervescencia, sin duda la amistad que entabla con estos dos talentosos músicos influirá enormemente en su concepción musical y en sus posteriores trabajos. Cabic empieza a colaborar musicalmente con sus nuevos amigos, toca junto a ellos y les acompaña en sus giras, durante ese período compone algunas de las canciones a las que más tarde dará forma bajo el nombre de Vetiver. De este modo, 2004 se convierte en un año clave para nuestro amigo, ya que escribe junto a Banhart uno de los temas de su disco "Rejoicing In The Hands", concretamente el que lleva por título "At The Hop", y al mismo tiempo verá luz el disco de debut de su banda, el homónimo "Vetiver", auspiciado por el pequeño sello independiente DiCristina. En su nueva aventura, Cabic estará acompañado por el entrañable barbudo, Banhart, que se encargará de la guitarra y de los coros, Jim Gaylord, al violín, y Alissa Anderson, que tocará el cello; Cabic se encargará del banjo, la guitarra acústica y, por supuesto, llevará la voz cantante. El LP estará producido por Thom Monaham, miembro de The Pernice Brothers, y contará con invitados de la talla de Joanna Newsom, Hope Sandoval y el antiguo batería de My Bloody Valentine, Colm O'Ciosoig. El primer disco de Vetiver sienta las bases de lo que será el definitivo sonido de la banda, es un magnífico viaje iniciático en el que Cabic se reúne con sus amigos y se sumerge en un territorio en el que se desenvuelve como pez en el agua: canciones con cuerpo folk que en ocasiones arropa con vestidos country y con delicadas texturas musicales, canciones tiernas, tranquilas, que se aproximan al pop en algunas ocasiones, pero sin perderse en caminos trillados ni en convencionalismos banales. Banhart contribuye firmando dos canciones junto a Cabic, "Amour Fou" y "Los Pájaros del Río", es su manera de involucrarse en el proyecto de su amigo, sin eclipsarlo, a pesar de que cuando el primer album de Vetiver ve la luz Devendra Banhart ya había removido los cimientos de la escena folk mundial y estaba a punto de editar su quinto disco. En 2005, Vetiver pone en circulación un disco en formato EP compuesto por cinco canciones, se trata de una versión de Fleetwood Mac ("Save Me A Place"), alguna toma en directo y unas cuantas demos; entre ellas, "Belles" (en este caso una toma realizada para una emisora de radio), que ya figuraba en su puesta de largo, y "Been So Long" (en su estado embrionario), que más tarde aparecerá en el album que nos ocupa en esta entrada. Ese mismo año, Andy Cabic coproduce "Cripple Crow", uno de los mejores trabajos de su amigo Devendra Banhart.

Será en 2006 cuando "To Find Me Gone" vea la luz. El núcleo de la banda estaba compuesto por Devendra Banhart, Alissa Anderson y el propio Cabic, a los que se sumarán entonces el batería Otto Hauser y el bajista Kevin Barker. Thom Monaham se encargará de nuevo de capitanear la producción del disco, que fue engendrado en su estudio casero de Los Angeles durante la primavera de 2006. "To Find Me Gone" es algo más que la continuación de "Vetiver", el album de debut de la banda, es la confirmación de una forma muy personal de entender el pop y el folk, una manera totalmente desprejuiciada de hacer música que en ocasiones lanza un guiño al country y que en otras se deja querer por una tradición musical que parece rescatada de un pasado muy remoto. Las letras de Cabic tienden al surrealismo, a veces rozan el absurdo, tal y como ocurre con las canciones de su amigo Devendra Banhart, fruto del hedonismo militante del que ambos hacen gala. El disco se abre con "Been So Long", un tema que comienza con aires orientales para ir abriéndose paso hacia latitudes más próximas a la concepción tradicional de la música folk, la canción funciona como una bienvenida perfecta, nos abre los sentidos en un sentido casi místico y hace que nos interesemos por el resto de cortes del disco. La voz de Cabic suena dulce, casi susurrante, acompañada por unos maravillosos coros y por una percusión orientalizante, poco a poco se va introduciendo una guitarra acústica y una flauta que visten de gala una canción preciosa. Tras este fulgurante inicio, "You May Be Blue" arranca con el aire misterioso y sofisticado que le otorga el xilófono, con un ritmo trotón sobre el que destaca la voz de Cabic, comandando un ejército de guitarras cuyo punteo funciona como un mantra. El tercer tema del disco se traduce en uno de los mejores momentos del mismo, "No One Word" recupera al primer Dylan, lo invita a consumir unas cuantas sustancias psicotrópicas y lo tumba en una hamaca a disfrutar de un cielo estrellado, sólo así se entiende esta maravilla en la que el cello de Alissa Anderson juega un papel primordial; más de seis minutos de éxtasis, y no me refiero a las populares pastillitas que consume la muchachada. El cuarto corte del disco es "Idle Ties", una canción que rebaja la intensidad mística de su predecesora sin por ello bajar el listón, se trata de mostrar el lado más desenfadado y pop de la banda sin caer en lo ordinario; de nuevo las cuerdas de Anderson sustentan la canción, dotándola de una fuerza especial. "I Know No Pardon" es la canción más ambiciosa, en cuanto a duración se refiere, de todo el disco, un precioso tema de casi siete minutos de duración. Este quinto tema de "To Find me Gone" muestra la querencia de la banda por la música country, es la canción perfecta para pedirle matrimonio a a una granjera durante la verbena de un pueblo perdido del Far West, al ritmo de una lap steel que parece llorar sobre nuestro hombro recordando aquello que fuimos y que ya nunca más volveremos a ser. Para recuperarnos del impacto emocional de "I Know No Pardon", Cabic y lo suyos nos proponen un tema que destila ternura y calidez por partes iguales, con una guitarra acústica que suena de miedo y, de nuevo, una lap steel y un teclado que parecen invisibles pero que dotan de cuerpo a una canción que no pasa desapercibida; así es "Maureen". "The Porter" es un ejercicio de libertad expresiva, un tema próximo a la psicodelia con tintes de banda sonora del Oeste, es la canción que sobrepasa el ecuador del disco adentrándose en aguas turbulentas, lejos de la complacencia y de los amables sonidos folk imperantes en el repertorio de Vetiver. "Double" es el octavo tema del LP, una composición que retoma el camino que parecía haberse perdido con "The Porter", una canción que vuelve a apostar por el falso minimalismo que tanto agrada a Cabic, los reiterativos punteos de su acústica y un trasfondo rico en matices que construyen un nuevo monumento a la melancolía más cálida y en el que yo, personalmente echo de menos algún metal. El noveno corte del segundo trabajo de Vetiver lleva por título "Red Lantern Girls" y supone otro de los momentos estelares del disco; es el epítome del recetario de Cabic, la quintaesencia de su sonido folk, de sus arreglos de astuto orfebre, de sus ritmos repetitivos e hipnóticos. Todo ello se enriquece con unos sutiles cambios de ritmo, que explotan definitivamente hacia los cuatro minutos y medio de duración con una inesperada distorsión eléctrica que irrumpe sin previo aviso y contribuye a enrarecer el ambiente de esta canción, que es inquietantemente bella. Una vez más, Cabic decide darnos una pequeña tregua después de tanta intensidad, y lo hace con "Won't Be Me", el tema más country del disco, una entrañable canción que galopa a ritmo de banjo y de acústica, dejando una nube de polvo en el ambiente que traza una huella indeleble en nuestra memoria, imposible no tararearla. Y la guinda a este pastel se la pone "Down at El Rio", canción escrita a cuatro manos entre Andy Cabic y Devendra Banhart, algo que podríamos adivinar sin necesidad de que nadie nos lo chivase. Las guitarras de este último tema de "To Find Me Gone" suenan brillantes, limpias y relucientes, acompañando perfectamente a las voces de estos dos amigos que muestran su parte más hedonista, dos tipos que se entienden a la perfección y que han contribuído a impulsar una nueva escena folk que goza de repercusión mundial y que todo el mundo se empeña en etiquetar. Sea como fuere, para mí canciones tan puras y naïves como "Down at El Rio", o como otras creaciones del entrañable barbudo, son imprescindibles en un mundo tan asquerosamente feo como es éste que nos ha tocado vivir. Son canciones que transmiten un profundo bienestar, al menos en lo que a mí respecta, diminutas joyas que consiguen pellizcarnos el alma.

Tras el lanzamiento de "To Find me Gone", Vetiver experimenta serios cambios en su formación, Devendra Banhart abandona la nave y en su lugar se hará cargo de la guitarra Sanders Trippe, además el bajo cambia de titular con la salida de Kevin Barker y la incorporación de Brent Dunne. Todo esto se traducirá en estabilidad para la banda, ya que la formación queda más definida, lo que permite, entre otras cosas, un proyecto más serio y ambicioso de giras, tal y como pretendía Cabic. En 2008 Vetiver regresa con un nuevo trabajo, se trata de "Thing of The Past", un disco de versiones que recoge las canciones que más han influído a Cabic. Las composiciones de artistas como Townes Van Zandt, Ronnie Lane, Michael Hurley o Garland Jeffreys se pasean por este LP, que en su conjunto se muestra como un trabajo compacto, un disco en el que Cabic hace suyas todas estas creaciones ajenas dotándolas de ropajes nuevos, con resultados, en ocasiones, sorprendentes. Aprovechando el tirón de este disco de versiones, Vetiver editará unos meses más tarde un EP con otras cinco canciones prestadas, lo hará con el sello Gnomonsong bajo el título de "More of The Past". Un año más tarde sale a la calle el, hasta la fecha, último trabajo de Vetiver, "Tight Knit", un disco consistente que sigue apostando por la misma fórmula, lo cual no deja mucho espacio para las sorpresas pero tampoco para la decepción.

Y ponemos punto y final a esta entrada con una selección de enlaces. El primero de ellos os llevará a la web oficial de la banda, y el segundo, como viene siendo habitual, os conducirá al myspace de Vetiver, un tercer link recoge el apartado que la banda tiene en la página de Jam Base, que está bastante bien porque en su mayor parte data de la etapa en que se grabó "To Find Me Gone", y por último he querido recoger dos entrevistas, en este caso en forma de vídeo, una de ellas en inglés, para Freakbeat, y la otra, para suerte de todos los que no pasamos del manido "How Are You?", subtitulada en la lengua de Cervantes, en este caso para Scanner TV. Como colofón dos vídeos, ambos en directo, en el primero la banda interpreta el tema con el que se abre "To Find Me Gone", "Been So Long", mientras que el segundo muestra una actuación en Sonic Boom Records, en Toronto, donde Vetiver interpreta "Maureen". No tengáis miedo y abrid la puerta de vuestra casa a Vetiver, seguro que no os arrepentís, eso sí, cuidado con la cervezas y el tabaco, estos hippies son un poco gorrones. Espero que os guste.


PÁGINA WEB OFICIAL DE VETIVER

MYSPACE DE VETIVER

VETIVER EN JAM BASE



VIDEOENTREVISTA A VETIVER EN FREAKBEAT (INGLÉS)

VIDEOENTREVISTA A VETIVER EN SCANNER TV (CERVANTINO VULGAR)




VETIVER- TO FIND ME GONE