viernes, 19 de noviembre de 2010

James Yorkston- The Year of The Leopard (2006)


¿Alguna vez os habéis comprado un disco sólo (lo siento señores académicos, me niego a prescindir de este acento) por la portada? Yo sí, y muchas veces además. Este es un acto de una osadía sin igual, es como lanzarte de cabeza a una piscina sin conocer con exactitud su profundidad, como caminar por el alambre sin red, sin ser consciente de lo que te vas a encontrar al otro lado. Muchas veces me he sentido atrapado por portadas de una fuerza visual tremenda y no me ha quedado más remedio que tomar el disco en cuestión entre mis manos, mirarlo por el derecho, más tarde por el revés, extraerlo pacientemente de su funda y examinarlo al trasluz, como si supiera para qué demonios sirve esta extraña operación, leer con detenimiento los créditos, como si eso me fuera a sacar de alguna duda, y finalmente buscar en el bolsillo de mi raído pantalón la cantidad exacta que marca la pegatina para llevar a cabo la, ya ritual, transacción. Así es como esas preciadas piezas caen en mis manos, eso sí, luego viene lo realmente trágico: llegar a casa y salir de dudas, comprobar si hemos metido la pata o no. Es entonces cuando vuelves a repetir todos los pasos que habías seguido en la tienda, pero sintiendo en este caso que manejas un paquete bomba que puede explotar en tus manos o que en cambio puede resultar, felizmente, inofensivo para tu orgullo y tu bolsillo. Aquí la suerte es dispar, nos hemos guiado por algo tan poco esclarecedor como es una portada, y las consecuencias a veces son letales (tengo muchos ejemplos de discos meramente decorativos), mientras que en otras ocasiones son gozosas, llevándonos a un éxtasis musical que culmina aquella especie de epifanía que habíamos tenido en la tienda, cuando habíamos pensado "ese disco debe ser la ostia, menuda portada". La llegada de las nuevas tecnologías, y sobre todo de este nido de piratas y maleantes que es internet, ha acabado en parte con el romanticismo discográfico de hace una década, ahora ya no es necesario correr riesgos económicos, si un disco te ha llamado la atención en la tienda, te lo bajas y si te gusta te lo compras, así con toda la profilaxis del mundo. No obstante, las portadas siguen siendo para mí un sugerente reclamo, un caramelo, a veces envenenado, que me lleva a sucumbir ante determinados discos. Por eso me cuesta tanto entender a toda esta generación que almacena canciones en lugar de atesorarlas, que desconoce los soportes clásicos de las grabaciones musicales y que sólo utiliza el mp3 como forma de disfrutar de la música. Esa generación que no necesita tocar los discos, olerlos, enamorarse de sus portadas, llorar desconsoladamente el día que le haces una raya a tu disco favorito (quizás no sepan ni que los discos se pueden rayar). Todo eso me provoca un enorme estupor y me hace pensar que el consumismo voraz de nuestro tiempo ha llegado también a la música, una música que se ha mercantilizado en exceso atizada por una sociedad que no sabe apreciar el bello fetichismo que se esconde tras las grabaciones, una sociedad que acumula emociones en archivos binarios que ni siquiera pueden abrazar cuando se sienten desconsolados, un puñado de melómanos impostores que no saben cúal es la portada de su disco favorito porque el archivo que se bajaron venía sin el "artwork" (qué barbarismo tan feo). Y cuidado, porque ahora esta apisonadora de recuerdos y emociones ha puesto su mira en los libros. Estáis avisados.

Y por qué empiezo con este rollo, pues porque el disco de hoy es uno de esos que me llamaron la atención por su portada, un bonito diseño que parece salido de un cuento oscuro, una atracción fatal que tuvo un final feliz. James Yorkston nace en Kingsbarns, un pequeño pueblo de Fife, Escocia, de niño es un muchacho inquieto que no tardará en mostrar interés por la música, de hecho a los ocho años comenzó a tocar algunos instrumentos. A los diecisiete decide mudarse a Edimburgo con su novia, al mismo tiempo que se involucra en una banda de garage y punkrock llamada Huckleberry en la que tocará el bajo; poco más tarde acabará regresando a Fife. En 1996 dará su primer concierto acústico, después de que un amigo que trabajaba en una tienda de discos lo eligiera para telonear, ni más ni menos, que a Bert Jansch, será por aquella época cuando nuestro hombre se incline definitivamente por los sonidos acústicos de herencia folk, dejando atrás los sonidos más rudos y primarios; sin duda aquella experiencia fue decisiva en su carrera. A partir de entonces, James Yorkston se inscribe en el Fence Collective, un pequeño sello que funciona como un grupo de amigos y artistas con base en la ciudad de Fife y que pretende promocionar a los músicos de la zona, el fundador y cerebro de este pequeño movimiento será Kenny Anderson, cuyo nombre artístico es King Creosote. Con Fence Records, Yorkston grabará en lo sucesivo algunas referencias, además de colaborar en recopilatorios, todo ello con un espíritu próximo al amateurismo, lo que hace que sean, a día de hoy, piezas difíciles de encontrar. Pero la carrera en solitario de James comienza como tal en el año 2000, cuando graba un cinta casera bajo el nombre de J. Wright Presents, se lía la manta a la cabeza y se la envía al mismísimo John Peel, quien, sorprendentemente, no tardará en pinchar algunas de las canciones en su programa. Esa misma cinta, también se la envía al cantautor folk británico John Martyn, quien finalmente le invitará a ser su telonero durante una importante gira. Durante ese tour que le llevará por Irlanda y Reino Unido, uno de los capos de Domino Records, Laurence Bell, queda impactado por la actuación de Yorkston, por lo que no tardará en ponerse en contacto con él para ofrecerle estampar su firma en un contrato. Es así, con el tesón y con la humildad de un verdadero artista, como James Yorkston se va abriendo camino en la escena folk británica; finalmente su fe obtiene la ansiada recompensa y en octubre de 2000 publica su primera grabación, el single "Moving Up Country". Yorkston comienza una carrera de fondo, sin prisa pero sin pausa trabaja en sucesivos temas y alumbra pequeñas piezas que añadir a su, entonces, incipiente discografía, es así como en enero de 2002 graba un single compartido con Lone Pigeon, integrantes a su vez del Fence Collective. Nuestro laborioso cantautor forma una banda estable que le servirá de perfecta compañía en sus grabaciones y en sus directos, se llamarán, como no podía ser de otra manera para este fondista, The Athletes, y con ellos grabará en mayo de 2002, un EP titulado "St. Patrick". Meses más tarde tendrá lugar la puesta de largo de James Yorkston, que graba su primer LP al que llamará "Moving Up Country", justo como el primer single que alumbró. Las primeras grabaciones de Yorkston, y en particular su primer LP, evidencian las influencias de este cantautor, que combina como pocos la tradición folk británica con el country americano, creando ambientes alejados del mundo moderno y más próximos a los utópicos postulados de finales de los 60's y principios de los 70's, cuando un buen número de artistas y pensadores de diverso pelaje apostaban por un regreso a las raíces, una vuelta al origen, a un mundo más pausado, a una sociedad más humana. El primer disco de Yorkston y sus atletas es muy bien recibido por la crítica, lo que le dará alas en su tenaz carrera por convertirse en uno de los compositores de referencia del folk británico contemporáneo, de este modo, nuestro obrero acústico se embarca en diferentes giras teloneando a artistas como The Divine Comedy, Lambchop o Turin Brakes. En 2003 Yorkston pule una nueva gema que añadir a su colección, el EP "Someplace Simple", su tercera referencia con el exquisito sello Domino Records, en él introduce nuevos instrumentos, como el banjo, el cello, el acordeón, la concertina, obteniendo un sonido que le emparenta con los primeros Fairport Convention. Un año más tarde Yorkston y los suyos se encierran en el estudio para ultimar su segundo LP, dejando la producción a los mandos de Kieran Hebden. El trabajo del cantautor y su banda se plasmará en "Just Beyond The River", un disco que superará las expectativas creadas con su primer album y que obtendrá el beneplácito de la crítica especializada; la frágil belleza de las composiciones, sus cuidados arreglos y la tierna voz de Yorkston se convierten en el santo y seña de este artesano del folk, que sigue trabajando y ganando adeptos a su causa. La cadena de producción folk de Yorkston no para ni un segundo, y en octubre de 2005 el sello español Houston Party Records saca a la luz un nuevo EP del británico, en este caso titulado "Hoopoe" y compuesto por seis temas. Casi sin tiempo para descansar, James se enrola en una nueva aventura discográfica, su tercer LP: "The Year of The Leopard".

"The Year of The Leopard" es el primer largo de Yorkston en el que no están acreditados sus atletas, un trabajo en el que prima la desnudez musical, tal y como se nos adelanta en la contraportada con esa foto de un Yorkston solitario, que parece salido de otro tiempo. La producción del album correrá a cargo de Rustin Man, antes conocido como Paul Webb, antiguo bajista de Talk Talk reconvertido a productor desde principios del nuevo milenio. Y el resultado será un disco de una belleza sorprendente, a veces inquietante y otras plácida e inspiradora. El album comienza sin concesiones, directo al corazón con una preciosa canción, "Summer Song". Se trata de un tema en el que parece que podemos acariciar las guitarras acústicas y con el que resulta fácil dejarse llevar por la susurrante voz de Yorkston; una percusión casi inaudible comanda el ritmo de esta composición que nos traslada a otra época, al mismo tiempo que varios instrumentos, tradicionalmente ligados a la música folk, se incorporan a la canción para formar un hermoso puente. Cuando acaba el primer tema de "The Year of The Leopard" queremos más, y vaya si lo tenemos, "Steady as She Goes" es uno de los mejores temas del disco, es una de las canciones que más se aproximan al pop, casi podríamos decir que la más comercial del album, pero ello no le resta calidad en ningún momento, más bien al contrario. De nuevo se repite la base acústica y la tenue percusión, si bien ahora se añade un banjo, un cello y otros instrumentos que dotan de múltiples matices a una canción que gana con cada escucha. Especialmente conmovedor me parece el tercer tema, que da título al disco, que muestra a un compositor con una capacidad para emocionar fuera de lo común, un genio que armado con su voz y las cuerdas de su guitarra consigue ponernos el vello de punta. En el ecuador de la canción se suman una voz femenina, la de Jenny Casino, y un discreto arreglo de viento, que funcionan como perfecto complemento de la melancolía que destila esta bellísima canción. El disco continúa con "5 A.M.", un tema con el que Yorkston se deja querer por ese pop de cámara tan efectivo y que tan buenos resultados ha dado a ciertas bandas escocesas e inglesas, pero todo ello sin abandonar su apego a la música tradicional y al folk, para construir una canción que se hace grande gracias a unos maravillosos arreglos de cuerda y a una voz que tiene un don especial para emocionarnos. En casi todos los discos hay una canción de la que uno podría prescindir, un tema que funciona como un intruso que se ha colado en una fiesta a la que no ha sido invitado, en "The Year of The Leopard" esa canción es ""Woozy with Cyder", que curiosamente se convertiría en uno de los sencillos del álbum. En este, quinto tema del disco, James Yorkston divaga, o más bien ironiza, acerca de si su música le hará algún día rico, y esto lo hace sobre una base musical propuesta por Steve Reich, uno de los padres del minimalismo, que se podría ir con sus sintetizadores y sus aparatitos a otra parte mucho menos evocadora que la que sugieren las composiciones de James Yorkston. Ésta es una colaboración extraña, propia, probablemente, de personas musicalmente inquietas, como es el caso de Yorkston, cuyo resultado no deja a nadie indiferente, estoy seguro de que habrá a quien no le moleste este corte, quizás hasta le guste, pero a mí me chirría dentro de una sinfonía acústica tan bella como la que plantea el músico escocés. A esto hay que sumarle que si uno no es angloparlante es muy fácil perderse en el discurso de Yorkston, de hecho hay que ser prácticamente bilingüe para seguir la perorata de nuestro amigo, lo que sin duda hace que baje la emotividad y la intensidad del disco. Que no cunda el pánico, porque tras este leve pinchazo vuelve nuestro Yorkston, y lo hace con "I Awoke", mostrando sus armas habituales y dejando de lado banales experimentos sonoros. Con ello consigue atraparnos de nuevo en su red de cuerdas acústicas y sutiles arreglos, a la vez que la sugerente voz de Jenny Casino arropa con mimo una canción frágil, hermosa y llena de pequeños matices, una nueva maravilla firmada por este genio. Así llegamos al tramo final del disco, y lo hacemos con "Brussels Rambler", un tema en el que la voz de Yorkston se muestra entre melodiosa y hablada, con una naturalidad y una expresividad punzante, próxima a los registros de Kurt Wagner, y acompañada por unos arreglos de viento que acarician las cuerdas de unas guitarras percutoras. "Orgiva Song" comienza con un teclado, al que se van añadiendo eventualmente otros instrumentos, como una harmónica, un piano, un xilófono, y otra voz que acompaña a la de Yorkston, el resultado es un tanto tibio e inquietante, aunque sin llegar a los niveles de "Woozy with Cyder"; quizás la mano de los productores sea excesivamente alargada en ciertas ocasiones y empuje a los músicos a experimentar en terrenos que distan de su habitat natural, puede que éste sea uno de esos casos. Pero si alguien pensaba que nos iban a adulterar al bueno de James andaba muy, pero muy equivocado, cuando se acerca el cierre del disco Yorkston se descuelga con un temazo de la envergadura de "Don't Let Me Down"; mira bien tu corazón, porque si esta canción no te emociona puede que te hayan dado el cambiazo y te lo hayan sustituído por una alpargata vieja. La épica acústica de James Yorkston regresa felizmente con esta canción en la que su voz es apenas un susurro que se pierde en la neblina de unos arreglos fantásticos, que enriquecen la canción sin eclipsarla y sin caer en sobreproducciones; imposible no temblar cuando escuchamos a Yorkston pidiéndonos que no le dejemos caer, "Don't Let Me Down". Y casi sin darnos cuenta hemos llegado a la décima y última canción de "The Year of The Leopard", "Us Late Travellers", otra maravilla acústica en la que el escocés juega con los géneros a su antojo, descolocando a los amantes de las etiquetas musicales. ¿Qué hace Yorkston, folk, country, música tradicional, acaso es pop? qué importa, lo que realmente cuenta es que el resultado es de una belleza arrebatadora, que tiene un sello propio, un estilo reconocible, y que es capaz de emocionarnos casi hasta la lágrima, cuando se lo propone. "The Year of The Leopard" fue aclamado como uno de los mejores trabajos de 2006 y situó a su creador en la cima de los creadores folk, convirtiéndolo en todo un referente del género. El disco vería la luz en los USA en 2007, un año más tarde que en el Reino Unido y Europa, y del mismo se prensarían distintas ediciones, la que ofrecemos en Rainy Day Music es la normal, la de CD sencillo, pero el tercer trabajo de Yorkston se editó en vinilo (en un precioso formato de doble 10'' con dos temas extra: "I Acknowledge The Devil" y "Buzzard") y también en una edición especial de dos CD's que contenía seis pistas extra con las demos de algunos temas del disco.

Como ya anunciábamos, James Yorkston es un estajanovista del folk y ha seguido trabajando incesantemente, colaborando con The Fence Collective, junto a los que ha apoyado a sus amigos y ha girado en diversos tours completando varias formaciones, y por supuesto editando más trabajos en diferentes sellos. No en vano, en 2007 realiza para Fence Records "Lang Cat, Crooked Cat, Spider Cat", un trabajo instrumental compuesto por siete temas, ese mismo año Domino Records edita "Roaring The Gospel", un disco que recoge las caras B's de algunos de los singles de Yorkston junto con otras rarezas. Será en 2008 cuando vea la luz el cuarto LP de estudio de Yorkston, "When The Haar Rolls In", un disco con una portada preciosa, un trabajo que, aunque se muestra más luminoso que su predecesor, continúa la misma senda, según la cual las canciones se cocinan a fuego lento, siguiendo la receta acústica y tradicional que tan buenos resultados le ha dado al escocés, todo ello salpimentado por unos arreglos magistrales marca de la casa. Y así llegamos hasta 2009, año en que se edita el, hasta la fecha, último álbum de James Yorkston, "Folk Songs", en el que se hará acompañar de The Big Eyes Family Players. "Folk Songs" es un disco que sitúa a Yorkston más cerca que nunca de la música tradicional propia de las Islas Británicas, versioneando clásicos como "Martinmas Time", aunque sin perder la esencia de sus anteriores trabajos, aquellos que le han convertido en un verdadero gigante de la escena folk mundial.

Ponemos el colofón a esta entrada con una nueva dosis de enlaces, como no podria ser de otra manera, con los links a la página web oficial y al myspace de James Yorkston, además os dejo un tercer enlace al espacio que la web de Domino Records dedica a este genio escocés. Un cuarto enlace os conducirá a una reseña de "The Year of The Leopard" aparecida en la página web Drowned In Sound, mientras que un quinto link os facilitará la llegada a una entrevista realizada a James Yorkston aparecida en The Guardian, sólo apta para angloparlantes. Buceando en la búsqueda de vídeos para esta entrada me he encontrado con dos magníficos documentos que me gustaría compartir con todos vosotros, el primero es un documental de 15 minutos sobre la grabación de "The Year of The Leopard", se titula "Making The Year of The Leopard" y está dividido en tres partes, por lo que os adjunto sus tres correspondientes enlaces. El segundo video que os enlazo lleva por título "Homelights Tour", se trata de un documental de unos 20 minutos que recoge algunos momentos de la gira que realizaron conjuntamente James Yorkston, Adrian Crowley y Alasdair Roberts, y que les llevó por tierras irlandesas. Finalmente he insertado dos vídeos en la entrada, el primero es el videoclip oficial de la canción "Steady as She Goes", incluída en "The Year of The Leopard", mientras que el segundo muestra a Yorkston acompañado de sus Big Eyes Family Players interpretando el tema tradicional "Martinmas Time", incluído en su último trabajo, "Folk Songs". Espero que os guste.


PÁGINA WEB OFICIAL DE JAMES YORKSTON


MYSPACE DE JAMES YORKSTON

JAMES YORKSTON EN LA WEB DE DOMINO RECORDS

ENTREVISTA A JAMES YORKSTON EN THE GUARDIAN


MAKING THE YEAR OF THE LEOPARD- PARTE 1 /// PARTE 2 /// PARTE 3

HOMELIGHTS TOUR



JAMES YORKSTON- THE YEAR OF THE LEOPARD

7 comentarios:

Redacció dijo...

Tienes razón compañero, yo de vez en cuando también he cometido ese acto bárbaro, aunque todos los meses realizo mi inversión en la música, ójala tuviera más posibilidades. Todas las cosas tienen su parte negativa y su parte positiva, el tema es utilizar el sentido común. Aunque aun así me gustaría acercarme más amenudo a mi tienda de discos y realizar dicho ritual que describes, momentos de felicidad absoluta. Por cierto no conocía la carrera en solitario de Yorkston y me gusta como suena. A ver si un día de estos que salga de caza lo veo por algun estante.
Un Saludo

Anónimo dijo...

Hola Bingue,
muchas veces pienso cómo habría sido mi adolescencia o juventud (mi relación con la música) si hubiera vivido en toda esta era digital en la que todo está a un click...todo esto me hubiera parecido ciencia ficción,y eso que no han pasado ni 20 años!,en mi ciudad las tiendas de discos no proliferaban precisamente,y muchos discos los pedía por catálogo a Discos del Sur,al kds,al discoplay...y esa súblime emoción de cuando por fin,tras semanas de espera y a veces meses! tenías entre tus manos y podías tocar y abrir esos discos tan deseados...no tiene precio...
No sé,posiblemente,yo tambien hubiera sido uno de estos diógenes digitales (no tanto por basura sino por cantidad),pero seguro que por el camino me hubiera perdido muchisimos buenos discos que no les hubiera dado la oportunidad de una segunda o tercera escucha...me produce cierta tristeza el ver cuantas cosas se han quedado por el camino,y cuantas otras,toda esta generación no tendrá la oportunidad de sentir nunca...

Perdón por la parrafada! pero me has tocado la fibra con el comienzo del post...el resto magnifico como siempre! sólo conocía Summer Song de este hombre,le seguiré la pista...
Saludos!
Mr.Bojangle

Anónimo dijo...

Thank you. Never heard of him, but sounds excellent!

Fotógrafo del Cielo dijo...

Como me gusta el disco,
lo oigo a menudo últimamente..

sigue así,
con estas recomendaciones tan exquisitas.

es un placer amigo..

binguero dijo...

Gracias por vuestros comentarios, compañeros:

Chals, te puedo asegurar que he comprado muuuchos discos sólo por la portada, ahora gracias a internet lo que hago es descargar discos sólo por la portada, así es como llegué a James Yorkston; sin duda mi bolsillo lo ha agradecido. Espero que te haya gustado James Yorkston, la verdad es que poco a poco se está convirtiendo en un gigante del folk, y desde luego si sigue facturando discos como "The Year of The Leopard" le aguarda un espléndido futuro.

Mr Bojangle, de parrafada nada, al contrario, cuando uno emprende la aventura de crear un blog sueña con comentarios como el tuyo, sinceros y emotivos. En tu ciudad, que si no me equivoco también es la mía, ser un adolescente melómano era una aventura apasionante en comparación con el desierto discográfico en el que se ha convertido en los últimos años esta Inmortal ciudad, donde la única referencia es la dichosa FNAC, que últimamente además descuida enormemente la selección y la catalogación de sus productos. Aún recuerdo Plasticland en la época en que la llevaba Algora, Sergeant Discos en la calle La Paz, que tuvo una corta pero interesantísima andadura, Discusatix, cuando funcionaba de manera habitual, las tres tiendas de Linacero; en fin, que el panorama nos parecía una ruina en aquel entonces y ahora nos moriríamos por tener un par de tiendas especializadas. Recuerdo que antes quedaba con los amigos para ir de tiendas de discos ¿adónde se puede ir ahora? En cuanto a la venta por catálogo, qué te voy a contar, recuerdo Discos del Sur, que por supuesto tú mencionas, Músicas de Régimen, a los que les compraba bastante, los catálogos de Munster, No Tomorrow, Discoplay y un largo etcétera. Sigo comprando muchísimo por catálogo, casi todo de hecho, y sigo sintiendo aquel mismo cosquilleo al que tú aludes cuando recibo el aviso y abro la caja para acariciar por primera vez aquellas preciadas joyas; sé que mucha gente no entiende esto, pero bueno, tampoco entiendo yo el pasatiempo de la caza, la filatelia o la halterofilia, es lo que hay. En cierto modo, yo también me he convertido en un Diógenes digital (me ha gustado esta definición), tanto de discos como de películas, aunque procuro seleccionar y acabo comprando todo aquello que me interesa, supongo que eso es lo que nos diferencia de esta nueva generación a la que nos cuesta entender. GRACIAS por tu comentario, de corazón.

Anónimo, Thanks for your comment, i'm sure you will like the record. Welcome to Rainy Day Music, hope to see you come back again, and next time please sign your name.

Fotógrafo del Cielo, me alegro mucho de que te guste el disco, es fascinante encontrar sonidos nuevos y quedarse colgado de ellos ¿verdad? A mí me ha pasado este último mes con un grupo que se llama Dotore, no puedo dejar de escucharlo. Gracias por tus palabras de ánimo, el placer es mío, sobre todo al recibir visitantes tan agradecidos y colaboradores que, por si fuera poco, son unos granes artistas, como tú, que haces unas fotos maravillosas.

Bueno, GRACIAS de nuevo a todos por vuestro apoyo, sois la gasolina de este blog, y eso, teniendo en cuenta el precio que está alcanzando el preciado líquido últimamente, es todo un piropo. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Bingue,me alegra oirte hablar de lejanos lugares de nuestra ciudad! me "anostalgio" un poco,pero está bien compartir este tipo de recuerdos e impresiones.Me ha encantado recordar a Sergeant Discos!,qué desmemoriada! es verdad,estuvo muy poco tiempo...coincidió con Plasticland,verdad?,aquí si que pasé muchas horas!
Me has hecho recordar tambien otra tienda que estaba en Residencial Paraiso,Blues and rock? tampoco duró mucho...Totalmente de acuerdo contigo,si antes nos quejábamos del panorama,ya ves a lo que se ha llegado...la verdad es que estaría hablando largo y tendido pero no es plan de hacerlo aquí!
Un abrazo
Mr.Bojangle

estudiodelsonidoesnob dijo...

Más aún caballero. Muchas veces he pillado discos "sólo" por su portada. Y no me he atrevido a escucharlos hasta pasado un tiempo. ¡Y hasta a veces el interior ha casado estupendamente con el vestido!

He de reconocer que eso me pasa sobre todo con los singles y eps. Es como... bueno, no... ES una fuerza que me impulsa a estar con ellos.

Me he llevado más de una decepción claro, pero también algunas sorpresas maravillosas. Recuerdo ahora "The open mind of John D. Loudermilk", el "Raun" de Raun MacKinnon o el mismísimo "A summer's night" del que hablábamos recientemente.

Buenos días