sábado, 31 de enero de 2009

Gilberto Gil & Jorge Ben- Gil e Jorge. Ogum Xango (1975)


Muchas veces mantengo conversaciones como ésta con mi sentido común:

- Sentido Común: Otro disco de música brasileña ¿estás loco? Pero si el último que recomendaste tuvo dos o tres comentarios, entre ellos el de una persona que se interesaba por la inclusión de un tema de Celso Fonseca en la banda sonora de un culebrón televisivo…

- El pobre y terco Binguero: Pero éste no es un disco de samba, ni de bossa, ni siquiera tengo claro que se trate de música brasileña propiamente dicha, éste es un disco diferente, es pura magia.

-Sentido Común: ¿Pura magia? Luego no me vengas llorando, no quiero volver a escuchar aquello de –me he equivocado- La música brasileña no ha cuajado en este blog y punto, ya hay muchas otras bitácoras dedicadas a estos sonidos.

- El pobre y terco Binguero: Las hay, y muy buenas. Yo simplemente quiero abrir los horizontes sonoros de este blog, es lo que me propuse desde el principio y voy a ser fiel a esa filosofía.

- Sentido Común: Hablas como un cultureta, o peor aún, como un snob. Al final siempre te sales con la tuya, así que haz lo que te dé la gana, pero que conste que, como tantas otras veces, te lo advertí

Sí, lo he vuelto a hacer, he hecho oídos sordos a los dictados de mi sentido común y vuelvo a proponer un disco “made in Brazil”. En esta ocasión he elegido un disco único (¡te estoy oyendo Sentido Común!), una colaboración histórica entre dos gigantes de la música brasileña: Gilberto Gil y Jorge Ben. Dos hombres muy distintos que se encontraron en uno de los momentos más dulces de sus respectivas carreras, consiguiendo crear una atmósfera irrepetible que serviría para gestar una verdadera joya, un disco que sigue manteniendo el tipo ante el envite de los años, un trabajo de una calidad vocal que se encuentra al alcance de muy pocos artistas, y de una inspiración casi supraterrenal. “Gil e Jorge” es uno de mis discos favoritos, lo fue casi desde el mismo instante en que escuché los primeros compases de “Meu Glorioso Sao Cristovao” y fui consciente de que me encontraba ante algo totalmente diferente de cuanto había escuchado hasta ese momento. Pero antes de hablar de las canciones que componen este maravilloso disco, repasemos brevemente el currículum de sus responsables, dos músicos tan brillantes como dispares.

Gilberto Gil es hoy en día el brillante Ministro de Cultura del brasileño gobierno de Lula, una figura que goza de reconocimiento no sólo en su país, sino a nivel global, una figura respetada. Pero los comienzos de Gilberto Gil no fueron precisamente fáciles. Su relación con la música comienza cuando contaba tan sólo con ocho años, será cuando aprenda a tocar el acordeón seducido por los cantantes callejeros que hipnotizaban al niño Gilberto en los mercados y en las calles de su Salvador de Bahia natal. Con el paso del tiempo se fue acercando a la música de manera más profesional, hasta el punto de formar parte de un grupo, se trataba de Os Desafinados, en aquella época Gilberto Gil era tan sólo un estudiante. Pero de repente, escuchando la radio, se encontró con algo que iba a cambiar su vida, un nuevo sonido llamado Bossa Nova y que combinaba elementos de la música popular brasileña con el jazz provinente de los ingratos vecinos del Norte, su mayor representante, un cantante llamado Joao Gilberto (ahórrate las ironías Sentido Común…). El joven Gilberto no tardaría en comprarse una guitarra para dedicarse en cuerpo y alma a cantar y a tocar bossa nova. En los comienzos de los años sesenta Gil componía canciones para anuncios publicitarios para la incipiente televisión brasileña, hasta que en 1964 empezó a trabajar en un show llamado “Nos Por Exemplo”, un programa en el que tenían cabida la bossa nova y la música popular y que dirigía un joven talentoso llamado Caetano Veloso. En el año 1965 decide mudarse a Sao Paolo, allí grabará con la cantante Elis Regina el que será su primer éxito “Louvaçao”, esta canción tuvo una enorme repercusión y colocó a Gilberto Gil en la onda de los jóvenes músicos brasileños que practicaban una suerte de canción protesta en la que se reivindicaban los derechos del pueblo, especialmente los de la siempre denostada población indígena, y en la que se volvía a las raíces de la música popular brasileña pero sin cerrarse a influencias externas como el rock, el pop o la recién nacida psicodelia; un movimiento que se denominó Tropicalia (también Tropicalismo) y del que Gil se convertiría en uno de sus principales representantes.

La controvertida propuesta musical de Gilberto Gil, así como su comprometida postura política, le acarreó más de un problema con el dictatorial régimen brasileño de la época, llegando a estar detenido en más de una ocasión, finalmente el músico se exilió a Gran Bretaña, huyendo de un entorno político e intelectual asfixiante para recalar en un país que, por aquel entonces, rebosaba libertad creativa. Los tres años que Gil pasó en Gran Bretaña fueron realmente enriquecedores, llegó a tocar con estrellas del momento como Pink Floyd o The Incredible String Band, se empapó de lo mejor de la cultura pop del momento y estuvo en contacto con la vanguardia intelectual y artística a nivel internacional. En 1972 regresó a Brasil y grabó uno de sus mejores trabajos “Expresso 2222”, durante los siguientes cinco años verán la luz sus discos más importantes y se embarcará en una inolvidable gira con tres monstruos: Maria Bethania, Caetano Veloso y Gal Costa; Gilberto Gil se encontraba en su mejor momento. A finales de los años setenta, Gil ya era una figura a nivel mundial y había firmado por una multinacional de conocido prestigio internacional, había realizado una exitosa gira por los USA y había tocado en los mejores festivales de jazz del planeta. Durante una de sus giras Gil formó equipo con el músico jamaicano Jimmy Cliff, ambos recorrieron juntos Brasil, corría 1980 y comenzaba el idilio de Gilberto Gil con el reggae; la versión que el músico brasileño hizo de “No Woman, No Cry” vendió 700.000 copias. La pasión de Gil hacia la música jamaicana le llevó a grabar un disco con los Wailers, “Raça Humana” (1984) e incluso a realizar un disco de versiones de Bob Marley, “Kaya N’Gan Daya” (2002). Durante los años ochenta la calidad de la producción musical de Gilberto Gil decreció de manera importante al tiempo que aumentaba su compromiso político, Gil se había convertido en una figura consagrada pero se mostraba incapaz de repetir la frescura de discos como “Gilberto Gil” (1971), “Expresso 2222” (1972), “Gil e Jorge” (1975) o “Refazenda” (1975). Con el tiempo nacería un político activo, que comenzaría su carrera en su natal Salvador de Bahia y que acabaría siendo Ministro de Cultura de Brasil; a pesar de su militancia, Gil ha intentado mantener viva su carrera como músico, de hecho no hace mucho que se le pudo ver girando por España, a pesar de no contar con la energía ni con el talento de antaño.

Jorge Ben tiene un perfil muy diferente al de Gilberto Gil, él no tuvo los problemas políticos que atenazaron a los tropicalistas, y aunque sí gozó de gran popularidad en su país, no tuvo el reconocimiento que artistas como Caetano o el propio Gil tuvieron más allá de sus fronteras. A pesar de las diferencias, Gil y Jorge Ben tienen un nexo común en su despertar artístico, y ese nexo tiene nombre y apellidos: Joao Gilberto. Nacido en Rio de Janeiro, Jorge Ben decide dedicarse a la música tras escuchar las populares tonadas del maestro Joao Gilberto, pero se encuentra con un problema, la tremenda complejidad que esconde la aparente sencillez de la técnica de la bossa nova. Lejos de desesperarse ante las dificultades, Jorge Ben decide crear su propia técnica, y lo hará tocando la guitarra como si se tratase de un bajo; así es como consigue el particular sonido de sus primeros éxitos, entre ellos el célebre “Mas Que Nada”, uno de los hits brasileños más reinterpretados y que este joven carioca escribió con tan sólo 23 años. Durante la dictadura militar que se estableció en el país en los años sesenta, Jorge Ben no tuvo excesivos problemas para actuar o para grabar sus discos, y eso que la suya era una propuesta novedosa que realizaba una relectura de la bossa y que introducía pinceladas de estilos negros como el soul, pero evidentemente el compromiso político de Ben no era equiparable al de Caetano o al de Gilberto Gil, por lo que el régimen no lo interpretaba como una amenaza. Entre 1963 y 1976 Jorge Ben graba ocho discos de una enorme calidad, ocho magníficos trabajos en los que el swing, el soul y la música brasileña conviven en perfecta armonía, ocho grabaciones en las que se pueden encontrar trallazos bailables, maravillosas baladas y composiciones de una inspiración y una frescura inigualable en la bossa de su tiempo; títulos como “Samba Esquema Novo” (1963), “O Bidú” (1964), Jorge Ben (1969), “Força Bruta” (1970) o “Africa Brasil” (1976) son de escucha obligatoria. Jorge Ben se convierte en una figura muy popular en Brasil, un músico apreciado y reconocido, al mismo tiempo su música evoluciona y se muestra cada vez más influída por los sonidos africanos y por el funk. En 1989 verá la luz su disco “Benjor” a la vez que anuncia que va a cambiar su apellido, alargándolo y convirtiéndolo precisamente en Benjor, Jorge Benjor; su acercamiento a la música africana es ya evidente y empieza a colaborar con músicos del continente negro como el nigeriano King Sunny Ade. Durante los últimos años la figura de Jorge Ben ha sido objeto de una reivindicación, pudiendo hablar casi de un redescubrimiento por parte de países como los USA, donde durante los años sesenta y setenta fue casi ignorado, parte de la responsabilidad de esta nueva visión de Jorge Ben la tiene David Byrne, declarado admirador del carioca.

Nuestros dos hombres se encuentran en 1975, cuando se les encarga la grabación de un disco conjunto. Ambos se hallan en la cima de su creatividad y rebosan talento a raudales, de hecho mantienen una cierta rivalidad debido a su éxito, lo cual no hace sino aumentar las expectativas ante la que será la primera y la única grabación que realizarán juntos. La idea no puede ser más simple, se trata de realizar un disco donde prime la improvisación, que cuente únicamente con las guitarras de Gilberto Gil y Jorge Ben, un bajo, el de Wagner, y la correspondiente percusión, que correría a cargo de Djalma Correa. Los temas irán fluyendo como si de una jam session se tratara, para ello se elegirán varios éxitos de ambos músicos: cuatro de Jorge Ben, tres de Gilberto Gil y un tema de autoría compartida. El disco se grabará en una sola noche, intentando recoger la magia y el carácter irrepetible de las sesiones improvisadas en lo que es un verdadero homenaje a la música popular, a su forma de desarrollarse y de interpretarse, con una sola toma y sin ningún tipo de mezclas. La estructura de las canciones funciona a modo de diálogo entre ambos músicos, y la intensidad de las interpretaciones va en aumento, en función de la capacidad de improvisación del momento. Gilberto Gil muestra una valentía inédita en cualquiera de sus grabaciones posteriores, y se lanza a la improvisación más absoluta sin reprimir ningún tipo de sonido salido de su garganta y demostrando que es un verdadero maestro del falsete y un conocedor de la técnica del scat. Jorge Ben no se queda atrás, de hecho en muchos de los temas es él quien maneja el timón sin miedo y con una energía que por momentos parece sobrenatural teniendo en cuenta que algunas de las canciones superan los diez minutos y que están grabadas en directo, sin ninguna manipulación de estudio, sin postproducción. Es difícil encontrar calificativos estilísticos para referirse a este disco, a veces tenemos la sensación de estar ante un disco de bossa nova, otras parece acercarse al funky, en ocasiones nos recuerda al jazz, e incluso encontramos retazos de psicodelia en algunos de sus momentos más álgidos. Sin duda es un disco que rinde homenaje a una forma de entender la música basada en las raíces, en la tradición, en el sustrato popular del arte; el disco lleva por título “Gil e Jorge”, aunque no en vano también se le conoce como “Ogum Xango” (Dioses u Orixas de la guerra y la justicia respectivamente) en clara alusión a la cultura negra brasileña de origen africano, toda una declaración de principios. Entre los mejores momentos del disco, yo destacaría personalmente el arranque del mismo, la maravillosa “Meu Glorioso Sao Cristovao”, donde el nivel vocal de Gilberto Gil y Jorge Ben es apabullante; “Jurubeba”, en la que ambos músicos se divierten improvisando con las sílabas de esta mágica palabra; y la tremenda “Taj Mahal”, un tema que supera los catorce minutos, una canción compuesta por Jorge Ben y que tuvo que defender en los tribunales ante el mismísimo Rod Stewart, quien le acusó de haberle plagiado su célebre “Do You Think I’m Sexy?” (realmente son calcadas en su estribillo), finalmente el carioca salió victorioso de la contienda y se le reconoció legalmente la autoría del tema. También hay que prestar una atención especial a la interpretación de “Filhos de Gandhi”, donde el duelo de voces entre Gilberto Gil y Jorge Ben es inolvidable.

Bueno, ¿qué te parece Sentido Común? Me he saltado a la torera todas tus recomendaciones, no sólo repito un probable fracaso con un nuevo disco brasileño, sino que además acabo de redactar la entrada más larga de cuantas hay hasta el momento en este blog, burlándome así de esas recomendaciones que aseguran que el tope de caracteres de un escrito en internet debe estar en torno a los 1.500. Sinceramente nada de eso me importa, acabo de hablar de un disco que me apasiona y realmente he disfrutado como nunca redactando esta entrada, sólo me queda esperar que a vosotros, visitantes de este humilde blog, os enganche este disco como me enganchó a mí la primera vez que lo escuché, o por lo menos que le deis una oportunidad y os perdáis en su mágica sencillez durante los casi ochenta minutos que dura. Como extras, os dejo dos enlaces, poca cosa ya que se trata de las respectivas páginas web oficiales de ambos artistas, y os dejo en este caso (para coronar así el post más largo de la historia de los blogs) dos videos, uno por cada músico, que recoge a Gilberto Gil y a Jorge Ben en dos de los mejores momentos de sus carreras, interpretando dos temas de una gran calidad. Queridos visitantes, queridísimo Sentido Común, eso es todo, simplemente espero que hayáis aguantado toda esta parrafada de fan declarado e irredento y, por supuesto, deseo que os guste este inolvidable “Gil e Jorge”.


PÁGINA WEB OFICIAL DE GILBERTO GIL


PÁGINA WEB OFICIAL DE JORGE BEN





GILBERTO GIL & JORGE BEN- GIL E JORGE. OGUM XANGO

4 comentarios:

Cacu dijo...

Hey,¡muy buena recomendacion si señor!Menos mal que no llegaste a hacer caso a tu sentido común en esta ocasión, buen disco nos abriamos perdido... Un álbum único resultado de una situación única.

Un saludo amigo
Cacu

Theskychildren dijo...

Gracias por el posteo, sin duda un discazo.

Anónimo dijo...

Amigo, el cariño que dedicas a cada entrada es digna de admiracion. Sigue tu instinto auditivo, de eso va todo esto. Me encanta el disco. Abrazo.

Anónimo dijo...

Felicidades por colgar esta joya y darla a conocer. Me gusta toda la buena música, y eso incluye la buena música brasileña. Este álbum es una auténtica maravilla. Conozco bien a los dos artistas pero no conocía esta colaboración... como diría Clint "Me has alegrado el día". También te felicito por los excelentes textos de cosecha personal con los que acompañas las entradas. Un abrazo desde Barcelona.

Julio